En invierno, aún rosas en el jardín
1. Hace días miraba a Juan Ramón Palma, el caricaturista, y me miraba él a mí, en esta edad que tenemos ahora (más de 60), y recordando cómo éramos a los 35, aún juveniles años, cuando sonriendo dice él: "la juventud nos engañó, al hacernos creer que éramos eternos", y río también.
2. Eso de la edad no es tan relativo, como el concepto tiempo. Como respuesta le dije que el problema no es la vejez, sino la juventud. Y Palma se me queda viendo sorprendido: "¿Cómo que es la juventud y no la vejez el problema?" Sí, le digo. Porque la mente sigue pensando como joven ¿o no? Y el cuerpo, siendo nuestro, nos va siendo cada vez más ajeno. Se va despidiendo poco a poco de nosotros sin darnos cuenta.
3. A propósito del tema de cuando los años han pasado, Joan Manuel Serrat tiene una canción para reflexionar, que se llama llegar a viejo. Dice: "... Si tuviese más ventajas/ y menos inconvenientes/ Si el alma se apasionase/ el cuerpo se alborotase/ y las piernas respondiesen/ Y del pedazo de cielo/ reservado, para cuando/ toca entregar el equipo/ repartiesen anticipos/ a los más necesitados..."
4. El tema, que no me acongoja aún, a pesar de estos años que me cabalgan, es bueno reflexionarlo, no ya por nosotros, sino por los más jóvenes. Que sepan ellos, por ejemplo, que "si Dios les presta vida" podrán llegar a esta y más edad, y que para eso hay que prevenirse. ¿De qué manera? Cada quien podrá darse la respuesta. Una de ellas: para tener una casita, por más pobre que esta sea. De allí el dicho "dónde caerse muerto". Aunque para decir verdad esto ya no nos importará en ese momento.
5. Mis tres lectores ya conocen a mi padre por lo que escribo de él. Juan, jardinero. Nos burlábamos amorosamente de él, cuando a las 7 de la noche se iba a acostar para dormir. Yo y mis hermanas le decíamos que era muy temprano. Y él en sus 70 y más nos decía que era buena hora "porque me levanto a las 4, muy temprano". Y ahora que me acuesto a las 8, mis hijas y sobrinos se burlan de mí (amorosamente) y me dicen que soy el abuelo Juan.
6. Esa es la vida, decía yo ayer en la inauguración de una exposición de lápidas artísticas, festivas, en homenaje a artistas fallecidos, tabasqueños o radicados ayer. Dije que aprendí, desde la primaria, este destino natural de los seres vivos, cundo en la clase de biología, de tercer grado de primaria (yo tenía 9 años) leí sobre sus características: nacer, crecer, reproducirse y morir. Y de manera natural este proceso, si no quedamos petateados antes por accidente o cosa parecida, tendremos esa edad de vejez, que dije, se asocia literariamente con el otoño, anticipando el invierno. Las hojas caen. Y la nieve colma árboles, casas, calles.
7. Pero en este proceso, viene la primavera. Es decir, como cantaba Julio Iglesias, "unos que nacen, otros morirán". Y en este caso, aunque es lo mismo, "unos que mueren y otros nacerán". Así es nuestro ciclo generacional. Así que no hay para dónde hacerse, que bien lo dijo el poeta Ruben Darío: "juventud, divino tesoro, /¡ya te vas para no volver!/ Cuando quiero llorar, no lloro,/ y a veces lloro sin querer..." Y entonces asumir lo que viene, no como algo malo, sino como una manera natural del paso del tiempo, o de nuestro paso por el tiempo.
8. Vivir cada etapa. Cierto, la vejez se mira lejos en la juventud. Puedo decir que la vimos lejos. Ahora tenemos la percepción de que el paso de aquella a esta ha pasado muy rápido. Como la instantaneidad de un relámpago, con su trueno. Y acaso la recordamos como un sueño. Pero no hay más. Aunque sé que hay cremas que retardan las arrugas. Sé que hay operaciones para quitar la papada, disimular las ojeras. Sé que hay plasticidades de la medicina profesional que modela para quitar piel floja. Inexorable la edad mayor nos llega. Respira hondo, come sano, camina lo más posible, haz ejercicios de memoria, lee, escribe, dibuja, pinta. Cosas así. Decían mis maestros de secundaria: la vida de los deportistas como profesionales es muy corta. En ca.bio la vida de los artistas como tales, va mejorando hasta cuando, aún nos llega el último suspiro.
9. Quién de niño y joven no piensa que la juventud es eterna, o cuando menos la edad de la vejez se mira muy lejana. Ahora escribo para los jóvenes, pero también para mis iguales, que andamos viendo las hojas secas y salemos a ver la nieve (lo digo, claro en referencia de la edad, porque en Tabasco hojas secas sí, y en demasía, no la nieve, ni nunca). Por cierto hay un poema de Rubén Bonifaz Nuño, que se llama "Amiga, a la que amo, no envejezcas". Búsquenlo y léanlo. Entiendo que se refiere a quienes basan sus relaciones en la sensualidad de la juventud, sin querer saber que esa es efímera y fugaz. He aquí un fragmento: guárdate hermosa, joven siempre./ No quiero ni pensar lo que tendría/ de soledad mi corazón necesitado,/ si la vejez dañina, perjuiciosa/ cargara en ti la mano,/ y mordiera tu piel, desvencijara/ tus dientes, y la música/ que mueves, al movere, deshiciera./ Guárdame siempre en la delicia/ de tus dientes parejos, de tus ojos,/de tus olores buenos..."
10. Pero miren esta joya, del mismo vate nicaragüense, Rubén Darío, en el mismo poema a la juventud: "...Mas a pesar del tiempo/ terco, mi sed de amor no tiene fin;/ con el cabello gris,/ me acerco a los/ rosales del jardín…" y para rematar, mi abuelo analfabeto, a sus 90 años riendo decía que "viejos los cerros, que aún así, reverdecen".
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