Adiós, te dice el tiempo

1. Se cuenta de la compañera de generación que entró a un consultorio. Y al ver al doctor ya muy viejo, creyó que era el padre de su compañero de escuela, el parecido, sin duda. Y le dijo: "¿Cómo está su hijo?" "Soy yo el del título que está en la sala de espera", dijo el médico sintiéndose agredido. "Ah, perdón, perdón, nos conocimos en la preparatoria". El viejo doctor enfocó entrecerrando los ojos y devolvió la puya: "No te recuerdo. ¿Qué clases me diste, maestra?" Por eso digo que el tiempo es un referente de todos. Sea por los horarios del trabajo o los cumpleaños. Dos cifras se escriben en las frías lápidas: nacimiento y muerte. Pero a más de todo, nos encontramos muchos años después con alguien, amigo o amiga de la primaria o secundaria, y los miramos viejos, más que nosotros. 

2. Los relojes nunca están a tiempo. Difieren unos y otros, sea por segundos, por minutos. Y a veces por horas. Así los relojes naturales de las personas, difieren de uno a otro. Y, por lo tanto, la forma y manera cómo percibimos el mundo es distinta. Y no es raro que sea muy distinta. Y de allí las pequeños y grandes conflictos que se suscitan entre compañeros de trabajo, al interior de las familias, entre vecinos y entre países por los límites territoriales.

3. Sobre el tiempo habló una vez el escritor cubano Francisco López Sacha, en un seminario sobre narrativa, en Bacalar, 1995. El tema era las novelas icónicas de la literatura universal, y cómo los autores manejaban el tiempo narrativo. Lineal, a saltos hacia adelante, hacia atrás, coincidencia de dos tiempos, hacia el tiempo que no ha pasado, etc. Y nos soltó: "muchos tiempos coinciden en un mismo instante". Yo me quedé sorprendido ante tal aseveración. Cuando el concepto "tiempo" nos ha acompañado mas como un fantasma invisible que nos va arrastrando hacia la muerte, dejando a su paso surcos en la cara y debilidad en los músculos y huesos, cuya referencia nos llega unas veces a través del espejo o cuando nos cansamos más de la cuenta cada vez con menos distancia recorrida.

4. Para eso ya habíamos recorrido palabra a palabra y verso a verso el soneto "Tiempo", de Don Renato Leduc, musicalizado y cantado en voz de José José y Marco Antonio Muñiz, señorones del bello canto. "Sabia virtud de conocer el tiempo; a tiempo amar y desatarse a tiempo". Contaba el viejo poeta que ese soneto fue producto de un reto con sus amigos, en razón que "tiempo" no tenía palabras que rimaran con ella.

5. En fin, volviendo a la palabra tiempo, el narrador cubano, Francisco González Shacha, nos comentaba algo así como del relativio del tiempo en dos ejemplos: uno de ellos de cuando estamos en el cine con la amada, libres las manos, más allá de las miradas, las dos horas de la película se van muy rápido. Y en cambio dos horas esperando, parados, bajo el sol, en una fila, se nos van muy lento. Ahora diría yo: percepciones distintas.

6. El otro ejemplo es el relacionado con la persona que no sabe leer ni escribir, vive un tiempo muy distinto a quien maneja la tecnología de los programas de computadora y redes sociales. O el tiempo e quienes no conocen la electricidad y cocinan con leña, a quienes sí la conocen, es parte de su vida, y cocinan con estufas de gas. Siendo el mismo tiempo son dos muy diferentes.

7. Hay varias expresiones comunes que escuchamos desde niños: "Ando matando el tiempo"; "ando haciendo tiempo"; "pasé a hacer tiempo", "te conozco de atrás tiempo"; "no tengo tiempo"; "me queda poco tiempo". "invierte bien el tiempo; "no malgastes el tiempo"; "este año es mi tiempo". Y así podríamos seguir con referencias metafóricas sobre dicho, resbaladizo y escapista, concepto. Lo cierto es que la existencia es solo un pasar en algo que llamamos precisamente tiempo.

8. Cada mañana al despertar, sucede algo nuevo. Sie empieza con buena actitud, seguro que las cosas van saliendo bien. Encajonados en el tiempo, deambulamos en búsqueda de un sentido de vida. Y cada quien lo encuentra en loq eu guste y mande. Algunos en la locura de crear. Otros en las rutinas de lo cotidiano. Otros metiendo el pie a diestra y siniestra. Otros, con abundancia en mezquindades, alentando odios y ahondando diferencias. Otros amando y deseando. Y vaya que los gerundios no son en abundancia bienvenidos, pero cuando son reiteraciones para ejemplificar movimiento y acción, sigan: comprendiendo, escuchando, sugiriendo, cantando, caminando o corriendo, sembrando, siempre sembrando, como dijo el poeta.

9. Cada día que se va es una hoja que cae del calendario. Solo que nos quede claro que no vuelve dicho día.  Aprovechémoslo a lo máximo. Pensando en eso y no en otra cosa, dijo el poeta nicaragüense, Rubén Darío: "juventud, divino tesoro, te vas para no volver..." Ah pero no necesitamos que vuelva la juventud porque la dicha ha sido buena, sorbiendo el tuétano de la vida. Claro que siempre se ha requerido algo o mucho de educación, de conocimientos, para saber qué carajos venimos hacer en la existencia. Y sospecho que hemos venido solamente a buscar la manera de ser conscientemente felices. Y eso que no todo el tiempo, porque la felicidad son solo momentos.

10. Al respecto hay dos poemas que tratan, uno sobre la juventud ida, y otro sobre la juventud que se va. Aquí rescato fragmentos. De José Emilio Pacheco: Antiguos compañeros se reúnen: "Ya somos todo aquello/ contra lo que luchamos a los veinte años". Y de Rubén Bonifaz Nuño, del poema a la amiga que amo: "...Guárdame en la alegría de mirarte/ ir y venir en ritmo, caminando/ y, al caminar meciéndote/ como si regresaras de la llave del agua/ llevando un cántaro en el hombro./ Y cuando me haga viejo,/ y engorde y quede calvo, no te apiades/ de mis ojos hinchados, de mis dientes/ postizos, de las canas que me salgan/ por la nariz. Aléjame,/ no te apiades, destiérrame, te pido;/ hermosa entonces, joven como ahora,/ no me ames: recuérdame/ tal como fui al cantarte, cuando era/ yo tu voz y tu escudo,/ y estabas sola, y te sirvió mi mano".