Platiquemos

1. Me he dado el tiempo para platicar. Me gusta sobretodo escuchar. Por eso escribo, como manera de dialogar conmigo mismo y los lectores. De vez en cuando me llama o llamo a mi maestro de civismo de la secundaria, Raúl Torres. Hace unos cinco años desayunamos y charlamos. Y por esas fechas platiqué con mi maestro de música, también de la secundaria. A ellos le debo parte de lo que soy. La secundaria me dejó muy marcado en asuntos de vislumbrar el futuro personal, y cómo construir lo que quiero ser. No con esas palabras e ideas, sino de manera natural con el trato diario, de enseñar con amor. Murió hace varios años el maestro Filemón Salazar, de mi gran estima y agradecimiento, por ser modelo a seguir en responsabilidad y entrega en el enseñar. me daba clases de historia universal. Y claro, me gustaría platicar ahora con él.

2. Qué de cosas platicar si nos encontráramos en un parque con alguien de la historia, de la ciencia, de la literatura, del deporte o de la academia. Pero todos ellos del pasado algo remoto. Sentarse por ejemplo y dialogar con toda calma, desde las dos perspectivas: la de este presente efímero y camuflado, y la del pasado que cada vez va siendo más lejos. Sería muy interesante, no como juego de la imaginación, que eso es bastante sencillo, sino como otra manifestación de esta realidad difusa. No un viaje al pasado ni del personaje de otros tiempos a un viaje al futuro. Sino a un encuentro de dos tiempos representado por dos personas.

3. Y así como el juego de los libros que llevaríamos a una isla desierta, para entretenernos en la soledad con lecturas que uno ama, este sería como decir con quiénes quisiéramos dialogar de esas personas. No que fuera la persona que hablara  en nuestra idioma para facilitar la comunicación, sino que fueran de cualquier latitud y entorno cultural, lo que definiría otros idiomas. Sino que fuera en el mío, este español que a veces se le endilgan responsabilidades, y que hipotéticamente ellos hablaran también el español, que para algo sirven los traductores, y ahora las aplicaciones que reciben un mensaje en cualquier idioma y lo trasladan al que se requiere de manera inmediata.

4. Ese juego lo hacíamos en entrevistas estudiantiles que imaginábamos allá por los años finales de los 70s en el periódico "El Opositor", que editábamos un puñado de soñadores estudiantes de la escuela Normal, donde nos formamos para maestros de primaria.  Recuerdo vagamente entrevistas a Emiliano Zapata, que se quejaba que las parcelas ahora las estaban acaparando de nuevo los terratenientes. O a Pancho Villa que quería regresar de la muerte para vengar a las mujeres asesinadas por el machismo patriarcal.

5. Claro que el teatro se presta mucho para ello, y la literatura también. Hemos visto en escena representaciones monumentales no solo de viejos señores feudales, sino de guerreros, de políticos, de reinas y reyes, soberanos del sueños d ella vida, y hechiceros que manejaban la alquimia y de prestidigitación, de otros tiempos, que reencarnan en la realidad del juego de las representaciones. Y los vemos allí, cómplices, entrando nosotros a otros tiempos, a otras épocas a donde nos lleva las actrices y actores. Y claro, el cine, aunque prefiero el teatro.

6. Me pregunto el por qué Zapata y Villa en la adolescencia , y por qué entrevistamos a León Trostky en esa época de lejana juventud. Y caigo en la cuenta que íbamos seleccionando personajes de acuerdo, por un lado a las limitaciones del habla, y por otro, a las condiciones socioeconómicas en las que vivíamos cada uno de los estudiantes de la Normal. Ellos Ernests agraviados. Y nosotros lo éramos. Eran inquietudes distintas. Para ejemplo, una vez en casa de un escritor amigo, éramos como diez, yo el más joven, se vino la pregunta sobre qué personaje nos gustaría entrevistar o platicar simplemente. Y cada quien dijo el propio, de relevantes personajes. Yo para salir del paso dije a Rubén El Púas Olivares. Y era sincera mi elección. Y nadie dijo nada, porque no había nada qué decir. Cada quien los pareceres. Con Olivares el desmadre y gracia de la plática popular.

7. Ayer por ejemplo en clase nos tocaba exponer sobre la vida de Martin Heidegger, filósofo alemán contemporáneo. Dicha exposición era entre los cuatro alumnos, porque dos capítulos del libro de Colomer tratan sobre él y son algunos así como 400 paginas, así que las dividimos. Y a mí me tocó la parte inicial de vida y obra. Cuento esto porque, más allá de los datos que fácilmente se consiguen y se exponen, y una pincelada introductoria sobre su obra "Ser y Tiempo", yo encontré el discurso que Heidegger pronunció cuando asumió el rectorado de Friburgo, y lo leí como si yo fuera el filósofo arengando a los asistentes a ese evento en el claustro universitario.  

8. El semestre pasado y el presente hemos visto lecciones referentes a varios filósofos. Hemos leído sobre su biografía y detalles de su andar por el mundo. Nos hemos asomado aunque someramente a sus ideas, con el compromiso personal de adentrarnos un poco más. Los hemos visto caminar por las calles de Atenas, Viena, Alemania y París. Nos parece haberlos escuchado. Y por qué no decir que sus libros nos permiten ese diálogo imposible en la realidad, pero posible en la fantasía, que es asimismo otra realidad. Hemos discutido con ellos en clase. Ojo no sobre ellos, que de esta manera tiene menos importancia. ¡Sino con ellos!

9. Yo he asumido ser Friedrich Nietzsche abrazando un caballo infartado en una calle de Bonn, y llorando por la injusticia perpetrada impunemente contra ese pobre animal, luego de ver que por los latigazos cayó rendido. Y lloré viviendo la escena sin caballo ni cochero. Yo he asumido ser Martin Heidegger caminando, ya anciano, acompañado por amigos, y entrando a las iglesias reencontrando el camino perdido. Y respondiendo ante la incredulidad de sus amigos por esa entrada y por esos ritos que hacía, siendo creyente muy alejado del catolicismo: "entro aquí porque hay algo de divino, aunque no en la manera con la que ustedes lo creen. Sino aquí han venido a rezar y orar millones de personas desde ja+hace cientos o miles de años, y algo hay de divino en todo ello."

10. También pienso en escribir esos texto de ser otro  de otros tiempos siendo yo mismo. O dialogar con muchos y muchas de ellas, y reencontrarnos con ellos en ese diálogo entre los tiempos. Y si bien es cierto que seria interesante dialogar con Juárez, Lázaro Cárdenas, Martin Luther King, Milán Kundera, Knut Hansum, Augusto Monterroso, escuchar los silencios de Juan Rulfo, y verlo tomar sus fotografías, y al contrario escuchar el misterio sin fin de la fantástica palabra de Juan José Arreola, sin duda alguna me gustaría dialogar con mis bisabuelas y bisabuelos, abuelos y abuelas, que no conocí, y sin duda alguna, con mi madre y padre. 





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