Adiós, Toro

1. Era viernes y suspendieron las dos últimas clases en el turno vespertino. Era la primer asemana y yo no conocía a nadie del grupo en Ciencias de la educación, y nadie me conocía. Éramos como cuarenta alumnos y alumnas. Había transcurrido de lunes a jueves de manera natural, con clases y tareas, sorprendidos por la maravilla de los temas nivel universitarios. Pero ese día lanzaba  "El Toro"

2. No sé si Toño el "Flaco", o el "Borrego" Óscar, o alguien más, dijo: "Hoy tira el "Toro" en la Serie mundial; podemos verlos juntos en alguna parte". "Sirve que nos conocemos", dijo otro. Estamos en bolita ya afuera del salón. Y era viernes, cuando todavía no se utilizaba la famosa frase de que "y el cuerpo lo sabe".

3. Yo no sabía nada de beisbol ni estaba al tanto de eso que llaman torneo de grandes ligas, y menos de algo llamado Serie mundial. Temas ajenos a mí, que yo tenía experiencia en basquetbol y en atletismo, por ser deportes que practiqué en la secundaria y en la escuela Normal (entre mis 13 y 19 años). Ya tenia 22. Y mis compañeros de salón rondaban los 18.

4. "¿Pero dónde lo vemos?", reiteraba alguien, con ansias de dilucidar entre nosotros el lugar, si tampoco traíamos dinero para verlo en algún restaurant o bar elegante o de medio pelo, cuando menos. Lo que sí es que queríamos verlo con el motivo de la magia de los partidos de beisbol, sobretodo por el nivel del juego. Tiraba el "Toro" Valenzuela, el zurdo mexicano. Eran los Dodgers contra los Yankees, y el plus nuestro de convivir los desconocidos del grupo.

5. "Yo vivo solo, en M. Bruno", dije. Esa calle angosta es en el centro de la ciudad de Villahermosa, a dos cuadras de plaza de Armas, cerca del Congreso del estado. "¡Ya está! -dijo Esquiviez-, yo vivo cerca y llevo la televisión". Andábamos animados, entusiastas. Percibíamos el inicio de una gran amistad. Estaba Eleazar, Adrián y Saulo. Ya dije Óscar "El Borrego", Toño el flaco, y yo. 

6. Experiencia en beisbol tenía sí mi hermano Cristóbal Maldonado,-y vaya, que la tenía, jugadorazo- que provenía de una familia practicante de ese deporte. Eso allá en Matamoros, Tamaulipas. Yo estaba desde 1979 en Tabasco. El juego del Toro Valenzuela con los Dodgers, era no sé si el tercero o cuarto de la Serie Mundial de 1981. Era viernes. Y apenas nos estábamos conociendo en el grupo.

7. Aceptado el lugar de mi apartamento, nos metimos amontonados en el taxi de Toño el Flaco, que en sus tiempos libres lo manejaba, y pasamos a comprar las respectivas botanas y algo de refresco para mitigar la sed de estar viendo el partido, en un espacio de casa, sin ventiladores y menos aire acondicionado. Pasamos a un Bonanza, abarrotera que estaba por Ruiz Cortines. Compramos litro de algo, con un galón de refresco de toronja, y como recipiente una cubeta de 12 litros, para hacer mezclas aprendidas en química. No olvidar sal y limones. "¿Un quesito?". Bueno, y cigarros.

8. Llegamos y mientras nos instalábamos, acompañé a Esquiviez a traer la televisión desde su casa que estaba a cuadra y media. Atravesamos el callejoncito peatonal que interconecta M Bruno con Arista. La Pedro. C. Colorado es perpendicular y a tres casas vivía nuestro compañero, moreno, alto, animoso. Fuerte, cargó el aparato sin tambalearse. Yo pendiente, por si requería relevo, pero no.

9. El Toro Valenzuela estaba en el cenit de su carrera. A los Dodgers los manejaba el carismático Tom Lasorda. El muchacho de pelo largo, Fernado Valenzuela, pitcher zurdo, que venía de Navojoa, Sonora, prácticamente del desierto, precisamente de Etchahuakila, de familia numerosa, estaba lanzando en el mejor beisbol del mundo, prodigando motivos de alegría a millones de mexicanos, que andábamos entre devaluaciones, inflación y demás políticas fallidas, en el inicio de la etapa neiloberal, luego de los populismos de Echeverría y Portillo.

10. Nosotros platicábamos de todo un poco en ese cuarto que puedo decir departamento. En esa sala sin muebles de sala, sentados en el piso tres y dos en sillitas de madera que venían desde Jalpa, donde estuve trabajando y permuté para entrar a la Universidad. De allí supieron que yo venía del Norte, que otro venía del Sur,  qué chicas, compañeras nos gustaban, la variedad de los maestros. Y de soslayo, solo de soslayo mirábamos la televisión, precisamente cuando lanzaba Valenzuela, con esos tirabuzones, que los bateadores ni veían pasar y los ponches se iban desgranando en suma para llegar a la novena entrada, y saber que había ganado. ¿Quién ganó? lo supimos al día siguiente en las noticias.

11. Descanse en paz el gran número 34 de los Dodgers, en ese equipo siempre, en su trayectoria de las Grandes Ligas, Fernando Valenzuela, "El Toro".

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