Algo cursi y bello, como la vida misma

La vida, bella y cursi

1. Si digo que la vida es bella o maravillosa, no me refiero a la película que lleva el mismo nombre. Por lo demás, bella la película. Si no a la anécdota que cuenta Yokoi Kenji, un japonés-colombiano, motivador profesional. Y cuenta de su profesor de inglés, Saido Satoshi,  que entraba al salón de clases con esa expresión, de "¡niños, la vida es bella!", y la repetía de tal manera que llegaron a considerarlo ridículo y hasta tonto. 

2. Siguiendo la narración de lo que cuenta dicho motivador iré alternando otro tipo de situaciones, para ir reconociendo en realidad que la vida nuestra ha tenido grandes momentos de felicidad que nos permitiría expresar esa idea calificando a la vida como bella. A veces son pequeños detalles que aún aunque nos proporcionan emociones de felicidad, no los valoramos como tal, sino que consideramos que es obligación de la vida proveernos siempre felicidad siempre y no desdichas. Y realmente la vida es una mezcla de ellas.

3. Pues bien. Dicho maestro Saido, cada día y en todo momento repetía que la vida es bella, a tal grado que los chicos y chicas, sus alumnos, le rehuían en los pasillos escolares, y se reían a sus espaldas. ¿Qué puede tener de bella la vida para los niños y niñas, salvo excepciones cuando su mundo en lo cotidiano es de juegos y por sí la vida lo es, como un lugar común que les sucede. Pues entonces se burlaban de él con su cantaleta esa de que la vida es bella.

4. En mi caso la vida me ha sonreído siempre. Y no me refiero a la fortuna económica, aunque no me quejo. He tenido empleo de maestro desde los 19 años. He desempañado otras funciones así en el periodismo como en la administración pública. He leído literatura y lo sigo haciendo. He tenido amigos y de amores me defiendo (defendí, como dice en la canción Clodomiro El Ñajo) como "gato panza arriba". Mis maestros han sido amigos. Disfruté en vida a mis padres. Tengo hermanas y hermanos a los que visito cada año (viven a 20 horas de distancia). Etc.

5. Un buen día ya de adulto, el motivador japonés colombiano que cuenta la anécdota, se encuentra a su viejo maestro en una estación de tren en Tokio. Lo ve desde lejos y trata de desviar su camino para no recibir la expresión " joven ex alumno, la vida es bella". Peor le fue imposible y están frente a frente. Y así como lo imaginó, el viejo maestro le suelta: "¡Ricoy, la vida es bella!". Y aprovechó la oportunidad el ex alumno para preguntarle por qué de esa expresión muy de él,  siempre. Y aquí despeja la incógnita. Resulta que él se casó muy enamorado de una compañera maestra, enamorada en reciprocidad lo mismo de él.

6. Cada uno de nosotros hemos tenido esa experiencia tal cual. De una u otra manera. El amor ha sido el Sol, de diversas maneras. La amistad ha sido el Sol de diversas maneras. Nuestro lenguaje nos ayuda, por el uso de las palabras, con las que buscamos precisión lo mismo en las relaciones sociales como en nuestros textos (quienes escribimos). Pero claro que a veces parece que se nos cae el mundo encima. Y si no pasamos a mejor vida, entonces poco a poco empezamos a salir de la tormenta emocional, desamorosa, de apegos. Y andamos como fantasmas por la vida. para luego regresar a nuestro estado normal, y recordamos el pasado con una sonrisa, que no nos abandona.

7. Eran docentes ambos. Vivían su luna de miel, como se vive. Con risas, apapachos, brindis, largas charlas, cine con palomitas, caminatas, tomados de la mano. En las mañanas cada quien se iba a su trabajo. Y al regresar por la tarde se les pasaban las horas platicando cada quien lo que les había sucedido con sus alumnos y alumnas, para posteriormente el regocijo de la cama con sus particularidades que la censura no me permite contar, pero sobretodo no viene al caso. Un día ella recibe el resultado de exámenes con positivo de cáncer agresivo. Y en pocas semanas está al borde de la muerte. Él está inconsolable y no se imagina al vida sin ella. Se mantiene arrodillado junto a ella. Y le dice que sin ella quiere morir. Que abandonará la enseñanza y se abandonará para morir. Y si pudiera morir igual, mejor. 

8. Yo no he vivido ese horror de la muerte de un gran amor de pareja. Que me vaya yo primero, en todo caso. La muerte sí con mis padres y un hermano. Han muerto amigos y amigas queridas. Y más con el Covid (2020-2022). Así que de todas maneras no me puedo imaginar esa situación límite, de pasar del paraíso del amor al infierno de su ausencia en lapso de semanas. Por más que intentara imaginar la muerte de un ser amado no me es posible, por más esfuerzo que le echara al músculo de la imaginación. Puedo escribir sí. Pero no lo lograría. No sé al lector o lectora si les haya pasado. Pueden en todo caso sentir lo que siente nuestro personaje del que se cuenta aquí. 

9. La esposa del maestro Satoi, en su lecho de muerte, ya en sus horas finales, le pide: "Nada de morirse conmigo. Si de veras me ama como dice, usted deberá volver con ánimo a la enseñanza. Su verdadero amor por mí, en mi ausencia lo reflejará en ele rato con los niños. ese será su mejor homenaje que pueda hacerme. ¡Prométamelo! ¡Júrelo!" Y efectivamente, el maestro enamorado y adolorido, pensarse vacío sin la existencia de ella. se lo prometió y juró en su lecho de muerte. Luego del funeral, días después s presentó a la escuela. Y limpiándose las lágrimas antes de entrar al salón de clase, abrió la puerta del salón y entrando dijo con voz expresiva y fuerte: "niños, la vida es bella". Y a partir de allí esa fue la expresión distintiva de ese maestro en recuerdo de asuntos amada muerta.

10. Aún con las vicisitudes de la vida y lo sinuoso de los tantos camino. Incluyendo las tantas tragedias, la incertidumbre, y tantas cosas más, la vida es bella. Despertar y con salud es gabancia. Perdón el tono cursi.

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