Decálogo del desvarío

1.El loco leía a Cavafis. Y de él, destacaba el poema "Itaca". Lo leía en todas partes y oportunidad. Ante una y diez personas. Se imaginaba leerlo ante mil o cinco mil. Destacaba e insistía en algunas imágenes: El destino final como estación no importa, sino el viaje, detenerse en los emporios fr Fenicia, palpar las telas más suaves, oler los perfumes más deliciosos. Los lestrigones ni cíclopes existen si no los llevas en tu mente.

2. Cuando una piedra es lanzada, siempre lleva la huella digital de quien la lanza. En eso no hay duda ni pierde.

3. De estudiantes: "Ellos saben que yo sé que sabe, que sabemos". La respuesta  cuando adolescentes nos decían que nos iban a descubrir. Nosotros andábamos en lo nuestro, como utopía. La risa era nuestro distintivo. La edad cuando intentamos tragarnos el mar de un "solo buche".

4. Bailar, cantar, pintar, escribir, leer, representar en un foro, declamar, son solo modos de valorar y transitar la existencia. Hay, claro muchas más. Amar es por excelencia la actitud y actividad humana. 

5. La utopía es una manera de soñar despierto, y encaminar los pasos a estadíos que su solo percibir que pueden existir, es ya razón suficiente que justifica esto que somos: pensar que la vida fluye con brújula.

6. "Ayer, niños, platicábamos sobre la visión. Y no precisamente la plática era con el oftalmólogo. ¿Cómo queremos en colectivo estar dentro de unos veinte años? Sin esa visión aceptada como propia por la mayoría, no vamos a ningún lado".

7. "Ayer, niños, platicábamos sobre la democracia y la ciudadanía". Los niños reían sin control. Y seguían jugando en una maquinitas imaginarias que tenían. Todo se dejó pasar sin cortapisas y con algunos aspavientos. Luego nos la hemos pasado quejándonos, echándole culpa a los otros.

8. En la isla solitaria, apartado de la civilización, el individuo, no necesita del espejo, no necesita de las fábricas, ni de los hipermercados, no necesita de las ideologías. Solo necesita reencontrarse con sí mismo. Y ni así lo logra. Se evade. Se miente. Más allá de los personajes, el individuo en la vida real es personaje de sí mismo. De cada quien depende ser en la escala de los grises. "De cada quien según sus capacidades, a cada quien según su trabajo".

9. Se cuenta que una turba esperaban el autobús. Ninguno iba por su rumbo. Ninguno era el adecuado. Ninguno le era cómodo. Lo cierto es que no sabían a dónde van. Como la canción: "Cuidalos, mi Señor".

10. EL señor no estaba sordo, ciego, de parranda ni loco. Simplemente su linea estaba ocupada; la señal no le llegaba, o no era quien decía que era. Y así pasaron sus vidas. Unos, tercos, convencidos que Dios existe y otros, tercos igual, convencidos de que no. Nunca supieron que la clave era echar un volado, como dicen, figurativamente, que Dios juega a los dados con el destino del hombre.



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