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Mostrando entradas de junio, 2015

El amor

El amor es un gato con resortera. Es un pato con botas. O gato con alas. Es una manera de caminar sin sentido. Mirada al cielo y tropezar con piedras. Tocan a la puerta. Es el fantasma libre de libros. El amor es una liebre que escapa. Salta que te salta. es un pájaro en vuelo. Una sintonía de voces. Un alegrarse tanto. es un café frío mas pastel intacto. Es que absorben los temas. El amor es una manera divertida de conocer la muerte. es entretener el tiempo que nunca se detiene. Vuelve la calandria al canto del día y de la noche. Y todo parece bruma. Es cuando aparecen luciérnagas. Y alumbran tu rostro. El amor es un gato con seis vidas.

Carta de recomendación

Quien porta la presente es persona lectora de por si, sin uno mar que intervenga. Coincidir, sí, pero es otro tiempo. Películas, sí El Tigre. Y canciones, A la sombra de un león, Las canciones. Ah, es que somos otros, distintos, mas acumulamos influencias. Yo mismo. cada cual. Punto. Café con ascensiones.  Humedad. Y las canciones. Es buena (recomendación ) y de valores altos. Leal. Y es raro encontrar personas así. De buenas costumbres.  Y gramo a gramo, como peso plata, u otro metal precioso, lo vale. Su ambición es leve, relacionada con sonrisas y palabras, libros o poemas, y refiere metáforas, o miradas a la luna. Libros, trova music, canciones. Entonces así. Sueños propios. Va y vuelve. Mas cautiva.  Se extiende la presente a petición de la persona interesada , a los tantos y tantos en la ciudad de brújula. Vamos escribiendo historias. Mas extiendo esta carta. Ah. (borrador)

Cada palabra

Cada palabra. No lo digas. Es estrategia y tiene rumbo. Disculpa. No, no tienes que pedirla. Ya pasó. fueron generaciones y miles. Te cuento un chiste. No me hace reír, por ahora nada. Canciones, nada. ¿Y entonces? Es asunto de dominio, no lo sé. Guion de novela. Una amiga me cuenta. se acerca y me cuenta. Escenarios. Carteles. Posters. Publicidad. Es que te llamé. No hay nada. Numero equivocado. Tengo datos, me dice. Tengo datos, le digo. Es la historia común. Un gato negro cruza. Es que sabes, todo este tiempo. debes de saber. No escribas. Bien, no escribo. Toco a la puerta y es distinto. Suele suceder. La historia de Catulo. No soy. No he sido. Transparencia total. Ahora suele suceder. Quieres que te escriba una carta de recomendación. Estás loco. Escribe Casablanca, Y textos como pretextos. El Tigre y la nieve. Diario de una pasión. Oye, hazme un favor: quédate sordo, ciego, mudo. En síntesis: desaparece tú. Aterciopelado artificial para los sucesos. Ahora no. Años diez o cien de r

Aquí estamos (recuento)

Aquí estamos. Buena parte del tiempo recorrido. Ruta de andenes. Trenes para todas partes. Vacíos o llenos. Rosas de río y mar encontradas. Peces al aire, saludables. Complejas tramas de novelas no escritas. Palabras y frases dedicadas. Ventas de moral y morrales. Pescado seco. Pétalos secos también que estuvieron en libros.   Aquí en el sur donde personajes cruzan indiferentes. O con leve sonrisa. Donde polvo es polvo. Dulces de calabaza. Y las calles son cerradas o abiertas. Aquí donde el vino es malo. Silencios y temores. Carga que viene de generaciones. Rotos vínculos entre todos. Y la esperanza de juntar pedazos de sueños, anhelos. Aquí hojas sueltas, secas, otoños redimidos. Brazos abiertos. Números telefónicos cambiados. Nadie. Aquí donde espumas y llamas. Sequía y humedades. Poemas cardenal. Catulo  a punto de la muerte, sonríe desdentado y dedica poemas en las ruinas de Roma. Colonia Roma. Sueños. He aquí que te he soñado.

Rosas en el mar

Miro fotografías de otros tiempos. Rostros vivos, generosos y alegres de muchachas y muchachos. Gráciles jóvenes que cantaban dulces notas por los años 60 y 70s. Historias de amores, con lágrimas, besos y desamores, de moda en tiempo presente. "Dile que la quiero, que la necesito". En blanco y negro o sepia los cartones, carcomidos por el tiempo, lucen peinados de la época y ropa, a la que ahora llaman moda retro. Peinados con gomina. Pelo largo. Sacos militares, de la marina o aviación. Pantalones de campana. Vestidos con fondo crinolina. Serios o sonrientes, esperanzadores. Miro fotografías. Viva imagen de la breve eternidad como reclamo permanente de los jóvenes. Quedan sus voces en grabaciones sin efectos. Y estamos cantando las mismas canciones. Polvo en los discos de vinilo. Polvo musical de la nada. Rosas en el mar.

Porque

Porque me faltan olvidos y me sobran recuerdos. Porque el libro blanco necesita otras historias. Y nuevas flores en el jardín, como si nada. Historias donde estamos todos culpables y tiramos piedras. Porque la humedad es un canto de la especie y quedan rastros, no lo olvides, nunca lo olvides. Porque se necesitan datos para el equilibrio. Hay versiones encontradas, suposiciones, de si estoy o soy o ya no existo. Rosas para flor florero. Y el durazno en su olor sigue fijo en mí desde la infancia. Porque el gran poema sigue escribiéndose en todos los idiomas y el viento sigue su ruta y enfrenta la montaña. No hagas cita, solo llega. Es preciso tanto como necesario. Es el olor de albahaca y mejorana. Porque intentamos por soberbia dejar huellas de nuestro paso, y solo son lugares comunes de las mismas ansiedades y temores. Otras generaciones están, se fueron y vienen. Porque sigo escuchando al Sabina inteligente y al Serrat irreverente. Porque no he encontrado más preguntas para la filoso

Las historias

De norte a sur las historias. El amor. El amar. El desamor. Soñar. Y era una belleza, flor de su ciudad. Fuimos novios por un tiempo. Éramos jóvenes.  Me fui a París, a estudiar mi doctorado en La Sorbona. Quedamos de esperar. Nos escribimos cartas. Nos distanciamos. Casi nos olvidamos.  A la vuelta de los años, la nostalgia, el sueño de la piel, adherido el aroma de mujer, las palabras, la sonrisa. Y volví. Recorrí el camino de norte a sur. Y junté pedazos de información, como huellas de migas de pan para volver. Fui a su casa. Platiqué con su madre y abuela. Me dijeron se casó. Ellos son sus hijos, anda de compras, no tarda en volver. Volvió  y la vi. Veinte años después. Yo quería sólo saber de ella. Igualita en la distancia, memoria del tiempo. Su tez, su piel, su sonrisa, su voz. Platicamos. Era de tarde. La luna asomaba ya. Una hora o dos. Té o café. Y nos despedimos.  Termina de contar y me dice: las historias de amor son así. Para preservar es necesario separar. Y se mantienen

Mis pies

Mi tren de aterrizaje, mis cómplices para el camino. No digo me acompañan, me llevan hacia donde el destino me empuja. Y vamos de prisa o lento, de acuerdo a la ocasión. Y a veces de carrera. En otras se detiene para decirme que me detenga y vea el crepitar del fuego, la esplendente luna, o para que gocé la sombra del nogal. Una ocasión protestaron. No por el cansancio, luego de una travesía por el bosque. Entre la arboleda y la sombra. Reclamaron las andanzas en el pavimento. Si soy de ciudad, les dije. Nada justifica, me respondieron al unísono. Y expusieron achaques, y protestaron dolores. Y me estuve quieto por días. Dialogando, acariciando, tratando de convencer. Y al fin reconciliamos. No les pido permiso, más cada paso evalúo para ver sí vamos bien. Dialogan bien con la sombra. Y a esta hora sueñan correr. Yo les digo que me esperen. Que tal vez mañana será. Más tercos son y me quieren llevar a donde ya no debo. A dónde quiero mirar. Y en sueños andan libres y me argumentan que

Mis manos

Mis manos dibujan contornos durante el día y en la noche sueñan. Dibujan nubes con números que se entrelazan en la luz. Mis manos tocan guitarras como placeres, canciones de trabajo, odas al abismo, a la,nada y las sonrisas.  Mis manos reconocen grietas, jardines, flores, humedad es. Saben de ti, de todos, infieren razones de las dichas. Me alimentan utópicos  interiores y riegan semillas germinales. Toman libros como duendes de los viajes. Y conducen naves especiales rimando palabras que sólo corazones saben del significado. Mis manos me reconocen cuando escribo distinto, cuando nadie sabe de los viajes en flor. Ahora es viernes. Mis manos aplauden para un buen día de todos. Un mejor futuro. Tu risa.

Manos a la obra

El libro de poemas. No lo olvides. Hagamos del tiempo la oportunidad de lo posible.  Viajes carretera. Cortinas cerradas. Manos a la obra. Hagamos posible lo imposible. El jardín de los cerezos. Tapete mágico de nubes con infancia. Correr a orillas de la playa. Juegos artificiales. Y quitarnos el frío del alma en el alba con el calor de nuestros cuerpos. Manos a la obra. Hay aún café para mojar galletas. Cuerda tiene el reloj. Y suena convocando la campana de la vida.  El libro de poemas no olvides. Quedan allí consignados los instantes. Fuegos en el horizonte. Fuegos naturales. Más de pronto yo no sé. La cara adusta. El entrecejo. Los dientes apretados. Pero la espina al nopal. Rosa. La ola del mar no se cansa y arremete de nuevo. Dice algo en murmullos los poemas de Pacheco.  Manos a la piel que es obra.

Nubes

Nubes blancas, nubes negras , grises y lapislázuli. Entre ellas se dibuja plena la silueta de mamá y las barbas de Dios. Y el conejito rabón y la conejita de ensoñación.  Y entre cerros pelones y lomerío se percibe siempre la grandeza de Dios. La inmensidad en lo profundo y en lo expansible. Hormigas por doquier, lagunas, sierras, picos de montañas. Y campos labrados en perfectas figuras geométricas. Y no se alcanzan a ver desde lo alto  ni flores, odios ni rencores. Tampoco espinas o perros ladrando a la luna. Nubes como dulces de la infancia. Y creo ver un rostro indefinido, sin nombre ni ruta de dirección.  Estas son imágenes de luz. Un arco iris al fin. Y de noche truena el olvido donde nadie orgullo dice las primeras palabras. Y la inmensa oscuridad, navegar la oscuridad, hasta que se alcanza a ver un lucerío para indicar que hay vida allí. Entre la tanta penumbra. Vuelan pájaros sin canto. Sólo el rugido de fiera  entre lo alto.  Para hacernos recordar de lo grande y pequeños que

Hay días de fiesta (El día de San Juan)

Hay días de fiesta sin mole ni manjares. Cuando se mira bien y se escucha, sobre todo la belleza. Toda la mañana debe ser, por lo fresco o el calor, y la sonrisa como tarjeta de presentación. Que la nostalgia, pues está bien, se vivió lo mejor. Que el sueño de regresar al edén, también. Que el camino muestra y tiene la verdad de los pasos. Es lógico. Bien. Un buen coctel de frutas. Y algo de ejercicio en el respirar. El día se ofrece a la esperanza de cada segundo vivir. Un buen saludo con buenos días, el hola informal. Y señora y señor. Con la sonrisa natural bien puesta. Y hay reloj checador (todo se checa). Y hay inicio no tan bien, mas todo se puede vencer con la actitud de mejorar. Y habrá tráfico tal vez, y cláxones al por mayor. Agregado a una tarde con calor. Y el chapuzón en la vida. A lo mejor una película o un espacio en corazón lunar. Acariciar soledad. O las manos entrelazadas. Y como flechas las miradas. Y caerá el sol del 24, para una noche mejor. Con hambre sin piza.  O

Los otros

Los otros son los extranjeros, los extraños. Los que no tienen la razón. Los tercos que se aferran a lo que no es, lo que no hay, lo que no está. Los que de niños no entraban a la escuela por mirar las nubes o dibujar. Los que esperaban que el viento levantara faldas, atentos. Son los que a todos dicen que sí, a todo que no. Y sin más, cínicos,  aseguran  lo contrario. Los que aman demasiado y luego se arrepienten. Los que se avergüenzan de sus padres. De un hermano o primo deforme. Los que van caminando y se regresan. Los que olvidan las llaves o anteojos. O los que los pierden y lo tienen puestos o en la mano.  Los que se arrepienten. Los gordos, los flacos. Los que critican las delicias y envidian las alegrías de los otros. Los que lloran amores perdidos por su culpa en las cantinas. Los que lloran cantando con mariachi delante de los otros. Los que dicen que se van y nunca lo hacen. Los que se van y regresen. O pierden el camino. Los que tienen un número a la mano, una revista, un

Llamada

Llama el recuerdo. Aguijona la nostalgia. Lo que pudo ser, lo que fue. Piedra sobre piedra en el camino. Uno es lo que piensa, uno es el recuerdo acumulado, las imágenes construidas con el porvenir de la distancia. Por eso aflora el recuerdo. Llama. Canciones idas en el flujo del tiempo. Nata sobre la leche. Savia de la vida como escarcha en los labios. Jardín florido de los bellos tiempos. Una brújula nos mueve en la ruta. Norte y sur. No estamos aunque estamos. La vida es bella. Los polvos del camino son prueba de la existencia. Llama Dios. Y me arrodillo ante el milagro. Nada es miel mientras tanto. Las rosas, destino del hombre. Por si acaso guardo la grabación de número equivocado. Por si de nuevo llama.

Recibí su anterior

Recibí su anterior cuando andaba en ajetreo de trabajo y luego viaje, y no se me hizo bien contestar a lo de rápido. Así que me esperé para hoy escribirle. Perdón de rodillas por la tardanza. Me es grato saludarle una vez más, y ahora mediante carta. Me place saber que le gustó el poema. Coincidimos. Es un bello poema escrito por Ernesto Cardenal, poeta y sacerdote nicaragüense, en su versión del original escrito por  Catulo, poeta latino. Represento ser Catulo o Ernesto. Aunque considero que les pudo quedar mejor el poema si te hubieran conocido, como ángel guarda que eres.  Haré el propio en su momento. Y en relación a tus preguntas: si a ti no conmueve el clamor del poema, el grito amoroso desesperado del poeta, entonces a otras, que no fueron para ellas, les guste el sentir de los versos, y aunque no se llamen como el poeta las nombra pondrán su nombre Lupe o Cristina,  para sentir lo que alguien siente y transforma en palabras su sentimiento poderoso de amor. La dueña, ciud

De paso

De paso en la vida, y al paso la belleza. Un conjunto de pequeñas cosas ni tan pequeñas. Lo pienso cuando abrazo a mi mamá, en sueños. O a papá que es mi vivo retrato en el futuro. Canto de mañana para calentarme. Me froto la piel. De paso los datos de la primera vez. No estuve en otro tiempo no estaré en otro. El hilo negro. De paso. Cruzo el río para ver lo que hay en la otra orilla. Y al llegar hago lo mismo: me cruzo para ver lo que hay en la otra. usted me entiende porque pasaba por aquí. Usted me sonrío, flor de mañanita. Y la sonrisa pasó, también de paso. He vuelto dice el invierno lo mismo que la primavera. Las hojas secas reclaman su tiempo de otoño. Vuelvo la mirada, estatua de sal. Y me desperezo. Sueño que te sueño. Y al despertar la humedad como prueba de hecho real. de paso en tu mirada, en tu olfato. De paso el ladrido, la bufanda. Y la lotería nacional. De paso aquí y ningún teléfono cerca. Cántese otra, mi buen. Pues canta puras para llorar. Humo en los ojos. Buenas n

A veces

A veces versos y luego nada. Suelen suceder las palabras, como si tal cosa. Y luego en ruta, desfallecientes o alegres. A veces versos del glamour por pasarela o estrellas. Y en otras ocasiones la desesperanza a través de las palabras, o canto de gallo, lánguido, o deslumbrante por la mañana. Amanece. Y cuando nada es la sequía total, toral. Una especie de sacudimiento interior para que nada quede, sin rumbo o destino, al fin, el último anden o polvo. A veces la palabra sonora, a veces la palabra callada en el pensamiento. Deseos por apesadumbrar las voces, o el cambio de piel para las fiestas. No estamos o estamos y será lo mismo. A veces las palabras en versos, con ritmo y paseo como notas musicales. A veces nada. Esos silencios atroces como indiferencia. Silencio es poema sin palabras. Silencio es el amor florido, aunque callado. Y se nutre de miradas.  

Felices

Felices los que recuerdan y los que olvidan. Siempre traen a cuento el pasado para acariciar sus cicatrices y gozar los abrazos y besos del recuerdo. Nostálgicos, miran la luna recorrer el laberinto de los sueños. Por eso entrecierran los ojos y cantan canciones. Felices, extravían el corazón o lo perdieron en apuesta. Es un decir. Porque creyeron en el amor. Y tienen la esperanza de volver al suicidio sentimental con música del siglo anterior . Felices los mortales. Los del juicio certero. Los que no se equivocan. Los que tiran flechas a Cupido. Escriben cartas con destino mar. Los que aman las hojas secas. Los que tienen flor marchita en medio de un libro. Los miran el pasado como un futuro por venir. Felices los soñadores, los utópicos. Los que se sienten Gutemberg. O astronautas de noche. Los que buscan con nariz la flor de la pecera. Los flautistas. Los trapecistas. Los que saben mirar, no solo ver. Los que encuentran sin buscar. Felices los infelices. Los que saben tocan a la pue

Mi padre

Me padre me enseñó un día la melancolía y la nostalgia. Que parecen sinónimo. El quedarse absorto por la tierra de atrás, en ruta a la tierra donde vamos. Y miraba el infinito. Su caminar fue siempre seguro hacia el lugar de la tranquilidad. Quiso volver a donde iba a diario. La mirada serena y tierna a causa del  saber que atrás de la cortina no hay más. No hay más que el vacío para encontrar después la misma inquietud de buscar: las calles de su ciudad que bien le saben su andar. Precisa la calle, el rumbo, la ruta. Un bajío tigrado. Unos ojos jade suave. "Qué ojos, Don Juan", le escuché decir a mujeres, yo niño, cuando me llevaba a caminar. Grande que es, le vi achicarse en una esquina cuando el funeral de mamá. Una sola vez le vi el enojo. Guardó silencio por días, cuando al regresar de su trabajo miró el árbol caído del centro del solar. Un pino mayúsculo y floral, en el suelo, y le vi llorar. Fue su orgullo. Pero hubo necesidad de quitarlo para levantar la nueva casa. U

Mañana

Mañana se definen las prisiones de humo, y será momento exacto para firmar el acta pacto. Canta una calandria cerca de mi casa. Será el tiempo de la risa, del todo fundido con la nada. Duraznos y queso. Un cafecito ahora  dicta el ensueño. Otro día, por eso de las invitaciones. Hablaremos, como siempre, serenos por la angustia no transferida. Hoy caminemos mientras tanto. Mañana haremos los planes que no hicimos hoy. Haremos las promesas y los pactos. Al mañana dale su propio tiempo no lo dejes hoy. Hoy escribo de mañana. Ayer lo mismo hice. Y humo el tiempo, neblina el día. Y por las rendijas de madera se cuelan rayos de luz. La mañanita florece. Ramita pequeña ayer. Mañana un ramillete con flores lilas, blancas o moradas.  Mañana es el tiempo de los dioses, de los adioses. De los nunca y siempre. De las despedidas y bienvenidas. De toda la vida. De para siempre y el ni nunca. Hoy salgo a respirar el fresco del día. Sigue cantando la calandria. Y sábado de café por el rumbo de la carr

De lo efímero

Efímera la imagen en la fotografía. La cúpula y el orden. Efímera la canción y el llanto. El agua del río y las lágrimas. Efímera la sonrisa. Y el afán de estar en otra parte. Las tribulaciones. Los viajes. Efímero el sueño. La vorágine de las dudas. Efímera la paz y los celos. Las dentelladas del hambre y la gula. Efímera la palabra y el afán de ser mejor que otros. El aliento y el crepitar del fuego y el amor. Efímero el rostro. Los rostros. La carne actual que será polvo. Efímeros los imperios. Las ideas y las ideologías. El juego del fútbol. Seres otros somos. Efímera la chispa del roce pedernal. La fama. La lujuria. El miedo. Efímero lo permanente. Sólo vos. Sólo.

Juega

Me han ordenado jugar. Y juego.  Encuentro a la mano el trompo y las palabras. Dicho de otro modo soy el mismo de siempre. Obcecado y necio aún en la derrota que sabe a triunfo o viceversa con el disco de. Sabina.. Al frente. Y juego al tiempo. El justo tiempo. Y me traslado al pasado y salto al futuro. Es cosa de cerrar los ojos. Y buscar el tren que pasa por mi casa. Y subirme al vagón donde van los faquires y payasos. El pasado nutrido de muchos presentes. Y la patineta del diablo.  Y de allí me voy a buscar el unicornio que ayer se le perdió a Silvio. Y a mi también. Juega entonces. Caballito de mar. Y en la playa recuerdo que corrimos desde niños. Camarón seco de comida con las familias de  pescadores. Y viene el juego de palabras. Abracadabra la malva lejana. Y bugambilia de techo para sombra en el juego de Lot con lotería.  Diablito y borracho juntos. Sin faltar la dama. Te acuerdas. Juega, no lo olvides. Cupache cuando bajamos escaleras luego de subir al cielo. Después  viniero

Ama

Canta. Ama y canta, el que ama canta y juega. Juega mucho. Ama lo que gustes. Lo que te plazca. Caminar es amar también. Charla y escucha.  Amar tiene muchas definiciones. La mejor es la que tienes. Es dar. La Biblia tiene una definición maravillosa, muy humana. Coincidas o no, ama. No ames el lucro. Lo fugaz. Lo efímero. No hay fórmulas para amar. Ni manuales de usuario. Amar es saber vivir. Es una idea solamente. Es vivir pleno. Ama según tu definición. Ni el poder ni el oro se relacionan con el amor. Sólo que sea el poder de servir . O el oro para construir hospitales, orfanato rios y escuelas. Ama y canta. Respira profundo. Valora la muerte. Un día nos iremos. Vive y ama.

Respira

Ante el espejo. Respira. Respira profundo. Varias veces en el día. Te sentirás mejor, sin duda. Prueba. Somos en tanto respiramos.  Tenemos otra  oportunidad más con el nuevo día.  De apreciar belleza, de reír a la menor provocación. Es mejor, sin duda. Nuestros sentidos alerta siempre, pero no a la defensiva. Vislumbra un mejor mañana, pero haz obra hoy. Construye en el hoy.  Escucha lo mas que puedas. Lee lo mas que puedas. Escribe lo mas que puedas. Pero respira profundo, no lo olvides. Deja atrás él pesar, el vacío, lo insulso. Deja atrás lo banal, la indiferencia. Lo anterior no lo digo a alguien. Lo digo a mi mismo frente al espejo.  Las quejas, atrás. Lo mismo que la bruma y las tribulaciones. A. Y ríe. No olvides nunca reír y menos respirar bien. Todo va junto. Levanta la mira.  Haz las cosas bien. Solamente eso. Lee poesía. Mucha poesía. Escucha a los viejos y a los niños. Escucha mucho. Y canta. Canta mucho.

Música lunar

De día y de noche la luna, acompañamiento y nostalgia. Luminosa y resplandeciente en la noche, transparente y líquida en el día.  En el pozo o fotografía. Allí las miradas se encuentran para coincidir esperanzadoras. Y las manos se entrelazan para el ser y estar. Gozo a plenitud. Ahora amanece y nubes enamoradas, la cubren con leve velo. Yo la miro como ayer. Como antier, como mañana. Y una melodía suave, al recordar momentos idos, recorre mi alrededor. Porque estás junto a mí y en la distancia. Luna, lunera. Espero recordar a detalle de mi caminar desde aquel pardo cielo del Norte. Y del sur omnipresente. Sigo siendo el mismo ayer. De pronto me da por lanzarte flores o piedras. Y tú sonríes en esa distancia donde estamos. Luna.

Son

Sol, solar, son. Ritmo para levantar polvo. Acordeón. Y buscar con la mirada las palomas errantes o torcazas con canto de moda. Son, sol, solar. Porque estamos llenos de entusiasmo. Porque los pies se nos mueven bajo la mesa. Y las miradas bailan y se reconfortan encontrándose con otras, como oportunidad del destino. Son del corazón, en el ritmo galopante. En ese entrecerrar de ojos para hacer venir la realidad. Hacer aterrizar los sueños que viajan por las nubes. Son, sonoro, rítmico.  Estrellas en el cielo. Melodías del pasado que cabalgan en la memoria. Porque somos ciertos, fuimos ciertos. porque no escondemos la felicidad. Son de maravilla negra o blanca maravilla. Tablero de ajedrez. Un jugador es pieza de otro jugador que a la vez lo es de otro. Son, sonoro. Alero para las tardes. Aquí cantamos porque somos otros aunque seamos los mismos.

Y...

...y escucho canciones para recorrer caminos en la memoria. Caminos de montaña, sierra o playa. De rancho o de ciudad. Para recomponer el pasado en rompecabezas y saber lo que sigue. Auqneu siempre el presente sea concatenación del pasado. Y no reniego de los años, mas al contrario, sujeto mi tiempo a mi destino, y ando, camino, respiro profundo. Y esas canciones siempre están presentes, como himnos de especie o nacionales. Una u otra. A veces con Silvio o Pablo. Otras N icola di Bari o el Aute. O la Tania y Eugenia. Como para descansar en la almohada, ahíto de mí, sitiado por lo sonoro, versos y notas alucinantes, para despertar el tedio, recordar la vorágine o borrasca y el deslizarse en la montaña rusa. Escucho canciones o melodías para soltar como si nada el ?bailamos? y complacido escuchar a la muerte presurosa responder sonriente que encantada y seguir una ruta prevista desde el inicio, el vals de vida conjugado con la errática vagancia de la nada. Filosofas, dice sarcástica la m

La magia

Para la magia la Maga. Sonríe ella y transforma el universo. Nuestro universo, sí. Saca palomas de su blusa. como si fuera chistera. Y cuando sonríe aparecen cuatro cartas como puntos cardinales. Cuando se quita el sombrero vuelan raudos cinco colibríes. O a veces mariposas, según el público que vea. A veces solo palabras, casi nada. Es entonces cuando cuenta las mil y un historias conocidas. mas su forma de contarlas parecen como si fueran nuevas. Mueve las manos y acaricia tan solo verla. Y cero estrés, cero cansancio. Brilla la mirada como luciérnagas. Y la vida se transforma de los carros a calabaza para sopa. Y cuando mira el cielo, brotan las semillas de la tierra; o llueve, según lo necesario. Nombra monedas y al conjuro, sin ser bruja, aparecen en imágenes hombres y mujeres construyendo nuevos mundos. Tiene libros de magia blanca o de cualquier color, menos negra. Y yo la olvido solo para recordarla.

Puede suceder

Sucede el intento de torcer el destino. Que si este dijo derecha uno toma la izquierda del camino. O lo contrario. Y así fuimos tomando decisiones al parecer contrarias al designio. Y ese "está escrito en el cielo lo que va a suceder", que señala Jackes El Fatalista, desafiantes, tratamos darle vuelta, como torcer el cuello al cisne o gallina para el caldo donde no hay gallina y el cisne fue un sueño de la publicidad tan solo. Y recordé el oráculo de Delfos, que  en la tragedia griega muestra que lo escrito aunque le des vuelta, se cumple. Es entonces que uno dice puede suceder lo que no aparenta presentarse. Lo que se fue, lo que un día fue. Y de pronto suceden sucesos extraños, llamadas perdidas, anuncios en televisión, pláticas con la almohada, datos, señales, humo con claves. Suele suceder que suceda lo esperado. A la vuelta de la esquina, personaje doble en la película, o el que está entre paréntesis o guiones, y puede quitarse. Un buen día, como para no dejar, llama Dio

Sonríe

Sonríe. A pesar del abandono. De la soledad. Y de la indiferencia. A pesar de la compañía, de la diferencia y coincidencia. A pesar de la distancia. A pesar de las verdades y mentiras. De las certezas y las incertidumbres. Sonríe, aunque la vida no sea una fiesta o lo sea. Sonríe porque la vida se va en ello. Porque venimos a este valle a danzar por sentimiento. Porque no hay camino fácil. Y solo nos salva el buen humor, la sonrisa que genera alivio. Sonría aunque el martillo haya dado en el dedo y no en el clavo. Porque las estrellas hoy no están quizá mañana. porque los muertos ya no están en su tumba. Porque la nada significa el todo. Porque le ni nunca es una contradicción que da positivo. Porque el libro sigue abierto. Y los versos siguen su ruta sonora. Por que Poe sigue contando de espantos y de investigaciones. Y porque la página en blanco nos espera para escribir la historia. Sonríe porque es mejor, no hay de otra, y porque la sonrisa nos convoca a la alegría.

Amores encontrados

Después de andar por el infierno con Virgilio como guía en la Divina comedia,  garza, luego de enfrentar los sinsabores de los días, el llanto amargo, las canciones ásperas que convocan al laceramiento o llanto, a clamar por truenos y centellas, se les ve pasar por la calle o estacionamientos de supermercados donde esperan encontrarse ,luego de esas huellas perentorias dejadas como migas de pan de pájaros ciegos para no perderse. Y allí están llenos de fe y esperanza y a punto de las palabras para ser llamadas una por una las que nombran al vino por su nombre y al pan por el trigo  aún vigente. Y se encuentran como fin de película o colorín de cuento. Donde en la última escena viene la palabra fin para iniciar de nuevo. Ya lo ves, yo sigo convocando a los ángeles previsores que saben de esa pequeña luz al final del túnel o tienen el manual de instrucciones para salir del laberinto.

Amores perdidos

En la rutina y los sinsabores. En esa lógica sin lógica donde ya nada es posible. Los libros de cabecera son precisamente con temas de amarguras y olvidos. Mas siempre hay un algo, un no sé que, un olvido del recuerdo, una carta escrita en clave, con dibujos animados, un poema en papel estraza acomodado en un libro, y este en un lugar escondido. Los amores perdidos son los que se encuentran más fácilmente porque van dejando huellas, sea en canciones a la menor provocación, al encontrarse un amigo que te conduce en el laberinto de la memoria. Y ayer vi el manzano lleno de su fruta. Y mañana voy a mi clase de canto con un admirador de manzanero. Y cuando se encuentran parece que van en aceras diferentes, caminos diferentes, tiempos de vida diferentes. Y apenas se alejan tantito y sacan a relucir sus escondidas cuitas, sus palabras del exilio. No hago otra cosa... Que terrible y absurdo el orgullo, balbucean y cantan entre dientes mientras tanto.

Rockola

En la cantina hay una rockola. Es gitano mi corazón, desde el uso de razón. Y vals de la vida. Amor perdido tiene. Y Siempre en mi mente. La mesera le sabe del mecanismo. Diez pesos por dos canciones, dice. E invita a pner una. Yo pongo La mesera, cantada por Eugenia León. Y todos hacen gestos. Es la hora de los corridos, gritan desde una esquina. Y alguien pide El Caballo blanco. O cualquier otra de José Alfredo, sugiere un borracho, de los pocos. Apoco le hacen caso a las letras, pregunta un despistado. Y liban mientras tanto. aparece Naila sugerente. Pide una para sí, aunque nadie se la pague. Por ellas, dice alguien, aunque mal paguen, o no paguen, completa otro. Guarda silencio la rockola ya por horas de la madrugada. Los vecinos agradecen cumplimiento del horario. Y los eufóricos salen abrazados cantando al por mayor. La rockola guarda silencio mientras tanto. Y espera otra noche, para alegrar los corazones rotos y festivos. Yo aspiro soñador a ser rockola.

Norte

Tejas rojas, rotas. Cupido con balas alertando corazones. Toronjas de aquel lado del río. Y los mismos sueños de futuro. Escribo sobre paredes sobre el acordeón y el bajo sexto. Y las miradas nubladas llueven por la alegría de la vida. Pecho a tierra susurran en la película de la vida real. Y los policías cambian de vestuario por el cambio de escenario. Muestre sus papeles. Ordenan. Y sin papeles cante el himno glorioso. En las alturas nubes, luego nubarrones. Los autos viejos hacen filas rumbo al cementerio de fierros, láminas oxidadas. Un librero en la basura. Libros en los botes de basura. Y el olor a guayaba permanece. Rojas noticias. Amarillas palabras. Un mundo en technicolor. Polvo. Viento constante. Y en la rockola andante, Ramón Ayala y sus Bravos del Norte. Casas de adobe. Huizaches. Pólvora en el camino como adorno permanente. Y la esperanza vivita y coleando en las calles con gente de sombrero y botas, y faldas anchas o mini. Botas también sus mujeres. Los centros culturale

La tenacidad de un muchacho en Atenas

Larguirucho. Flaco en extremo, Edusikis dijo delante de todos que participaría en los próximos juegos de Olimpia. Todo Atenas lo escuchó al igual la consecuencia: risotadas de burla más que de incredulidad. Nada hizo mella en su ánimo. Trazó su plan con estrategia. Y a partir del día siguiente le vieron ir de su casa al trabajo, cruzando Atenas, y recorrer doce kilómetros ida y vuelta con un becerro de 25 kilos al inicio sobre cuello y hombros. Y al paso de días y semanas todos vieron la tenacidad y el ir en aumento de peso ambos. Al cabo de seis meses aumentaban las burlas  y el peso del becerro y de Edusikis . Al año era un novillo de 350 kilos y él una estatua corpórea viva. Así llegó el día de la selección. Y se presentó al estadio con la mole vacuna sobre sus hombros y cuello.  Y más tardó en bajarlo que luego darle un puñetazo y lo mató de un solo golpe. Llamaron a los pretendientes a ser seleccionados en boxeo en ese peso. Nadie se anotó para enfrentarlo. Sólo él quedó. Y sin en

Tres flores

Una, porque la esperanza se mantiene viva. Esperanza de acá y por qué, me pregunta la oveja. De ser carne caducada para cuando la necesidad de ingesta por desesperada el hambre. Es un decir. Se sostiene a manera de venganza. Pero es veneno contra el alma, me expone didáctica la oveja. A fin de cuentas todo termina cuando inicia, le respondo sonriendo. Dos. No está, no estoy. La puerta se cierra y abre. Es la flor de la esperanza, me dice la abeja mientras extrae miel, polen en las patas, para surcar el aire y volveré, me alcanza a decir. Y luego vuelve. Me decías... El viento da un portazo. Y luego llueve y refresca. Eres mosco muerto aunque vivas. Y soltamos la carcajada, ambos. Su miel me ofrece. Y me resigno a que florece la esperanza. Tres. Cierto. Es cierto. Ante el espejo reafirmo la certeza de que todo es fugaz, todo efímero. Le escuché a la araña decir didáctica, fosforescente, luminosa, "nada es porque todo es, sipocisiones". Iba y venía en sus rutinas. Teje que

Si ves un colibrì

Si ves un colibrí revoloteando en un campo florido y ronda una flor y otra. Es el guiño lo que vas de quien ya no está. Si ves una hoja que cae común como clepsidra en derrota al vuelo, es polvo lo que ves y ves a la vez una nueva hoja que brota. Si ves nítida una estrella a mil años luz, es entonces que eres tú que estás ante un espejo. Un colibrí, sí, que canta por aquí.

El hilo conductor

El hilo conductor une todo. Los tantos equilibrios. Decir la telaraña y las notas musicales. Y los planetas en el sistema solar y estos en la galaxia. La hoja seca atrae la nueva. Y el mar se une a la luna con la marea. Verso a verso el poema, palabra a palabra el verso. El hilo conductor de la madeja que va con nudos estructurando la pieza con estambre. Las palabras del discurso. Y las miradas con las miradas mismas. Generación con generación hacen lo mismo en el destino del hombre. Eslabones encontrados a falta del perdido. Y los tantos argumentos y razonamientos concluyen en hipótesis para luego la teoría. Las palabras para la novela. El hilo conductor define huellas concatenadas en una lógica indestructible. ¿Ya viste de nuevo el tigre y la nieve? Y van de nuevo los hilos conductores. Abrazo al aire y lo respiro para el suspiro. Es un decir, por borrador, siempre.

Sin titulo

Yo sueño, no duermo

Estaba yo

Estaba yo con eso de palabras. Pensando en ti, colibrí pequeño. Dedicado a pulir una y otra para después juntarlas en un solo espacio y ver lo que sucede. Y bailan las dichosas palabras y cantan. Estaba yo con eso de palabras. Escuchando la radio y rabia por no escuchar las canciones favoritas Hasta el cambio de dial. Rumor de viento y tiempo. Canciones de esperanza. De certeza y asombro. Coincidir. Estaba yo en la noche triste. Mas de pronto una luciérnaga revoloteó por mi cabeza. Y me hizo la mirada noble. El andar preciso. El cantar sonoro. La sonrisa redundante alegre. He estado en otros atardeceres. Poemas de Miguel Hernández y de Machado. Con ellas arrebato el juicio del pobre limonero. La tierna infancia cuando miramos la luna reflejada en el pozo. estaba yo, dice la cripta. El tiempo pasa, y muerte, no te puedo olvidar. Así sea.

A veinte mil metros

Mas que a esos juegos de historias repetidas, es grato dialogar sobre lo que hacemos. Me caí de la nube en que andaba. Suena la radio. Exultante. Necesito saber. Supe de estantes viejos con libros. Y nadie. Una flor en la distancia. Anuncio de sol y más sol. Laberinto de palabras donde la vida sigue en plenitud. Como a veinte mil voces de altura por los discursos.

Suele suceder

Suele suceder que muero cuando vivo. Que beso cuando lloro. Extraño cuando olvido. Recuerdo mientras sueño. Suele suceder que me fui al volver. Gané cuando perdí. Reí cuando lloré. Caí cuando volé. Es dudoso encuentro. La manera literal de acampar en sueños. Para ver si así cambia de ruta la historia. Suele suceder la tarde con canción. La muchacha sin cóndor. La huella sin pulgar. Yo no sé ni qué. pero la música viaja también en los silencios. Y las palabras son requeridas hasta el final. Este u otro violín. Sol, re, la mi. Un dibujo donde ya no estás. Suele suceder que el fin es empezar. Y el odio es amor. Y la noche ya se fue, ahora va el amanecer. Un desierto con lluvia. Un tigre bajo nieve. Ya ves. Serrat nos suele convocar.

Un abrazo

Una palabra, bálsamo. Un abrazo, apenas de color y calor. La ruta fue tan de repente, como un laberinto. Y héme aquí, donde estés. Dos palabras juntas, manera de decir el hoy. Manera de decir que sí, que estoy. Que todo ruiseñor en el destino, solo canto todo para vivir sonriendo y estacionarnos en la última estación. Todo canto más tu voz. Tres palabras a la luna. Cuatro hacia el jardín de los olivos o laurel. Nada en clave con los números va. Solo jugar con las palabras. Bálsamo en el abrazo, recuerdo bien. Una historia personal, por la constancia. Perseverar y alcanzar. Oigo ahora melodías. Tomo un libro, Borges siempre en twitter de por sí. Lo mismo ayer. Aquí estoy. Me define el abrazo. No el medio abrazo, sino uno total. Basta recordar. Un sendero a recorrer para mañana, donde ya no estoy. Hace algunos años recorrí, de norte a sur y coincidir. Hoy te vengo a encontrar, felicidad con soledad. Más reír. Y una máscara aquí, de quien soy. Y otra más. Y el abrazo en este preciso insta

Pierde

Pierde el que respira de a poco, el que desprecia el agua simple, el que cree que el otro es tonto, el que todo busca comprarlo con oro. Pierde el que tragó el anzuelo. Al que le mintieron y creyó. El que compra máscara nueva cada día. El que huyó al inframundo a cambio de encontrar palabras de aliento. El que tomó a Dios por los cabellos. El que desbocó y dijo yo, solo yo, siempre yo. El que tragó toda el agua sucia. Y sapos repletos tenía en la boca. El que no tenía palabras y tampoco las inventaba. El que contó cuentos en los que realmente no creía. El que dijo, sí y qué. El que no miraba a los ojos desde hace años. El que creyó que el esfuerzo leal no tiene valía. El que mira el espejo donde refleja a otros. Pierde el del disfraz adherido como capa propia. El que cita sin leer. Y regala libros sin saber lo que es lectura. El que la piel de otros vio arrancar y guardó silencio. Pierde el indiferente. El que dice no me importa. El que no fue y dijo que venía de regreso. (borrador)

Esperanza

Sí, muere a lo último, la esperanza. Y nunca muere, de por sí. Y aunque se dice que el que espera desespera,. También se sabe que rinde frutos la paciencia de esperar. Aunque ya para qué. Mas, aquí, de mañanita. Martes húmedo por lluvia. Si amanece hay esperanza o si está oscuro espeso por la noche hay esperanza. Cuando todo al parecer está perdido, hay una luz a cuestas del cocuyo, es la esperanza. Cuando el viento derribó la barda, el árbol, el techo de lámina, la esperanza campea ferviente y radiante. Y cuando todo está en silencio ante la injusticia o la indiferencia es mayor, la esperanza se hace presente, a veces engañosa, de por sí, sin embargo está, con fuerza, allí, donde se manifiesta el aliento. Y cuando todos dieron la espalda por la derrota, y uno evoca la sonrisa que se tarda, ella alienta desde muy adentro, y nos grita ¡sigue! Cuando todos señalaron con el índice, y dijeron de frente sí, adelante, marchas bien, y al dar la espalda blandieron el puñal, o lo encajan de man

Tuerto, manco, cojo.

Y ahora cómo verte si me falta un ojo. Si la mirada se perdió en los azules del mar y cielo. Cómo acompañarte si ya no tengo un pie ni tampoco mis muletas. Si me canso rápido sostenido en un solo pie, el izquierdo. Como abrazarte bien si perdí mi brazo en la batalla de la espera, impaciencia por los caminos trillados. Yo no soy otro, a veces, si acaso, el yo que me inspira. Cómo escucharte si se el aire no transmite ruidos sordos, vocales sin comillas. Como saber de plano si  el laberinto es la vida misma con sonrisas o sin ellas. Y ahora cómo construimos el castillo en el aire, o el castillo de arena, belleza formidable. La contienda de vida ha terminado. El último andén es un espejismo para simbolizar la muerte. Nada temo a la espada sobre mi cabeza. Es la imaginación negada. Es la carnada que funcionó precisa en la ruta hacia la caverna cuaternaria. Bisontes y búfalos resoplaron para quedar grabados rupestres en ese grito o gemido de la especie donde apenas resoplamos. Ahora tuerto,

Mañanita de lunes

Desvelo de semanas, meses. Y sin embargo el día amanece con luz. Aquella nube es tan solo un guiño para recordarnos de lo fugaz. Recuerdo otros lunes con dolores de cabeza por falta de luz. Teatro guiñol para educarnos en lo maniquí que somos a expensas del que mueve los hilos. Lunes de palabras sueltas con miel. De caballos desbocados por los caminos del sur. Donde el martes era lejano tiempo indefinido. Y transitamos los días como eternidad puesta a toda prueba. A escena donde nadie nos llamó, porque es importante, la luz del reflector. Y todo iba envuelta en satín, como regalo de no se sabe qué. Y discutimos tiempos precisos. Escudriñamos en el pensamiento para encontrar razones de lo obvio olvido y encaje del mal anidado. Pensamientos vanos, fuegos fatuos, ego como bandera de lo efímero, propaganda de moda. Al fin camino trillado, mosca puesta en el pastel para ver si resucita azúcar. Ahora es lunes. Luz y sombras conforman las veinticuatro horas. Otro día. Como decir. Bienvenido a

Gana

Gana el que tiene disponible aire. Y aún cuando no lo tenga. Y tenga agua. Suficiente para el paladar y la lengua. Gana el que mira la luna y la piedra. Y camina a sabiendas que va a ninguna parte. El que habla alto y bajo, según lo necesario. Gana el que mira con los ojos cerrados. Y el que canta en río con agua corriente. El que saborea un helado, unos labios. Gana el que no odia, no insulta, no calumnia. Gana el que tiene el corazón puesto en los asuntos difíciles_ ge nte con destino de agravio, niños sin pan, viejos en abandono. Gana el que valora el agua simple, el vino tinto. El que brilla la mirada. Captura pescado. Gana el que ama el libro, cuida el árbol. El que tiene un amigo. Cuida con amor una mascota. El que tiene un amor. El que tiene la mirada limpia, las manos limpias. Gana el que enseña el alfabeto. El que mantiene su interior en crecimiento. Gana el que acude al teatro. El que sueña mundos mejores. (borrador)

En la acera

En la acera me detengo a mirarte. Tú no sabes que yo existo. Eres pared altiva. Piedra de cantera. Me abandono en ti cuando me duermo. O despierto y sigo en el mismo lugar, corazón de roca. En la acera pasa en movimiento el mundo. Unas ruedas. Un viento. Hojas secas. Y los gritos trueno de quienes necesitan del volumen. En la acera me siento a mirarte. Y pasas de prisa, árbol primoroso. Flor de anís. Laurel. Ni un adiós. O hasta luego. Pasa el ave con su canto. Y las gotas de lluvia caen en reflejo de crisol. No estás a veces. Y me divierte esperarte. Cuento borregos cimarrones o piernas de modelo o con achaques. Y apenas logro dormitar. Y me despierta el vendedor de cítricos. Toronja rosa. Naranja grey. Y limones criollos. Todo hacia las manos. Ácidos naturales, la vida. La especie reclama indiferencia u olvido. En la acera me encuentro. Y miro el arcoiris a veces a través del crsital en la cámara de Dios. Y miro pasar la luna o nubes. Adiós. Y me sonríen. Queso menonita a la venta. N

Mujeres

Las mujeres sabias endulzaron mi vida con lecciones de esperanza. Sabías del tiempo con humedad de barro a cuestas  construyeron un tiempo de paso. Estrujaron flores a la espera por las tardes. Y escribían poemas o los provocaban, los vivían. Menta en la voz para las palabras me contaron historias al oído. Y sus brazos me rodearon, indulgentes. Sis miradas me construyeron. Sus risas me motivaron. Sus distintas savias me alimentaron. De llanto y risa. De palabras suaves y truenos. Siempre estuvieron presente. Desde aquella voz de arrullo. Hasta las del disco último. Y salmos también. Música de radio en auto por carretera. Fueron maestras en la infancia y adolescencia que me sonreían. Y esa era la mejor lección, para mi diez. Sin adjetivos calificativos. Ni gerundios altisonantes. Otras  me dieron pan de elote, agua de chía y me acercaron su perfume. También me dieron saliva  en palabras. Mis hermanas me daban despensa personal a costa de no comprar maquillaje. Tuve discos por ellas. Y t

Me dijeron

Ayer sanatorio me dijeron, camisa de suerte. Destino de vida. Me dijeron del agua simple y de las palabras. Soñaba  sobre calles, veredas y nubes para lluvia. Me dijeron ríos, ríe, Antonio. La vida va en subasta y sobre afanes lodo oro. Todo circunscrito a la balanza. Un sueño la vida. La crónica de los afanes y las alegrías. Una gota de agua sobre la frente. Un rumor de voces reunidas en asamblea, de quienes ya no están. Y vamos caminando. Porque fijo queda en fotografía, para detener el movimiento. pero es el movimiento la constante. Aquí estamos. Ayer me dijeron hoy. Y el hoy es perpetuo. Aunque un día seamos recuerdo leve en la memoria por un tiempo. Camino sobre hojas secas.

Café de domingo

Domingo, remembranzas y trazos. Lineas a seguir, curvas o directas. Jugo de la niebla y de la luz. Domingo donde la máscara se sobrepone a otra máscara. Ya no somos más que referencia lejana de lo que fuimos. Café, sirve más café y luego un jugo de naranja. Domingo de tiempo presente donde germino ajos para el futuro. Y cebollas cambray para la carne asada. Domingo que enfila norte o sur, o cualquier otro punto cardinal, entonces vamos bien.  Domingo de café de orellana, Coatepec. Vamos bien, porque existimos. Y porque sabemos que todas las fórmulas no sirven si no se les conecta con los pies en la tierra bien puestos. Decir adiós es también trabajar las bienvenidas. Escucho que la chancla que yo tiro. Música de alquiler también es música. Solo que los derechos reservados. Gracias por el disco. Nuevas palabras gastadas para escribir esperanza en domingo. Cierro un ojo para descansar. Y el otro atento. Todo domingo es de resurrección. Al tiempo.

Domingo de sol y tambores

Domingo de sol y tambores como de fiesta. Escucho una estación de radio. Recuerdo ayer, que significa tanto. Ayer un pasado que se extiende como alfombra. Hoy, una reverberación de la constante belleza. El concepto entre tantos sea distinto. Este canto de pájaros. La luz transparente del sol. El verdor de las plantas, las flores. Vamos a cantar como siempre. Vamos a levantar la bandera de la esperanza. Porque todo es posible cuando ponemos el corazón. Cuando la frente tenemos levantada. Cuando la palabra está al servicio del camino, de los buenos deseos. Domingo de sol. Confronta lo que es, lo que será. La palabra sea siempre transparente, transparentada. La palabra sane, acaricie, alimente. Domingo con voces de arena y flor.

Era una voz

Renace polvo en flor. Había una vez un cuento. Unas palabras engarzadas sin sentido. Era una voz sin voz mi risa. Eran cuarenta mil razones para detener el paso o seguir. Y fuimos dialogando hojas secas y burbujas de jabón. Para ver si ahora si. Sin embargo todo quedó suspendió. Nunca más soñar eternidades. Este día tiene su propio afán. Entonces si. Vamos a escribir la propia historia. Agua tibia para el corazón.

Música de la cadenita

En ti las palabras y sonrisas. Música de la cadenita. Y volver el tiempo al futuro cuando nada es, nada fue. Por ejemplo el pan sin ser antes semilla, planta, espiga. Los dioses me distraen. Yo les canto. Por sí acaso existen. Que si no, me anduviera en vuelo constante. Ahora es distinto. El futuro es la luz de la muerte. Historias contadas por cien mil rostros. Aquí ando. Permanece firme mi instinto donde ahora estoy. Persevero en las palabras. Como hormiga y mosca. Donde ando. Donde estés.

Quizás

Siempre que te pregunto, Leonor, tienes todas las respuestas. pero a veces por juego, dictas el quizás. Y sonríes. Yo hago como que no escuché bien o no entiendo. Y vuelvo a preguntarte. Y es para tener pretexto de soñar. Yo sé que me acompañas por todo terreno en caminos áridos y de piedras. Lanzas un salvavidas para que sobreviva en la vorágine. Dolor del corazón. Y me encomiendo a ti. Y eres mi escudo protector. La flor de mi solapa. Y la risa de mi cara. Ah pero a veces no estás atenta al llamado de emergencia. Y dejas que enfrente todo como lanzar dados al destino. Y extiendes tus manos al rescate. Tú sabes lo que digo cuando escribo el hola, o dondequiera que estés. Y saco cuentas de nuestras historias de familia. Duerme mientras tanto. Yo sigo en el camino y espero a que despiertes. te sueño y abrazo. Y es para siempre.

Sí, ese modo de mirar las cosas. Rupestre y piedra. Esa manera de cruzarme en ti, y sentir el artificio de la metáfora que significa rosa. .Yo transito agua, a veces. pero el aire. El aire, Leonor. Tú sabes lo que significa.

Cisnes, garzas

Abro la puerta a las doce de la noche, hora propicia para la risa a raudales, incontenible. Lo hecho ya, a través de la culebra. Sueño, de nuevo con serpientes y no está cerca del amor, ni mucho menos. Un mar es cosa breve, menos que un ojo de hormiga. Brizna de hierba. Withman, el grande. Y me acurruco en unas notas del invierno. Fuiste mi luz. Rubén Darío fue el de la noble patria, suave, sí. Pero es el hecho de trascender. Tengo a las doce de la noche de hoy un recuento. Y la calabaza se transforma en carro. Y la sonrisa en dato para encuesta dentro de la estadística. Preguntan. Preguntas. Es pan de trigo o yougurth. Mas ahora es la violencia contra el verso. Tan sencillo, que aquí estuvieran otros, extraños entre si. Y vibra el corazón mas sin embargo. Y háblame de Antonio. Escribo ahora que escribo. Caminé ayer y aniter, y ahora no. Ya está dicho. Con unos versos se construye un discurso de la carne y el espíritu. Es asunto de otros momentos. Y es que el Joaquín quiso pasar el tem

La esperanza

La esperanza (¡Oh!) de verte de soñarte, de contemplarte, de abrazarte. La esperanza de reflexionar contigo de reir contigo, de platicar, de cantar de jugar contigo. la esperanza del agua en la sequía, de la flor en la distancia, del respirar profundo. Hay momentos en que desespera esperar, y se van de las manos los retos, las metas, y la caída parece inevitable y lo es. A veces la divina garza del orgullo, el cisne presuntuoso manda, dirige y ordena. Y parece real lo que es ficticio. El deshecho es el oro, la virtud es el pisar a los otros, cortar de tajo el árbol. La esperanza no es el anzuelo con carnada puesta una tarde de otoño.  La esperanza es saber de la luz en la oscuridad, de saber que al gesto hosco le espera más temprano que tarde la sonrisa. La esperanza es el nido, es la nota junto a otra, es el banco del parque con viejos o jóvenes en la risa. La esperanza son los nueve meses de abril o diciembre 24 del nuevo ciudadano, de otro ciudadano. Redención del pobre y campesino,

No

No estuve ayer ni mañana. He sido bruma, humo. No estaré tampoco estos días de junio o julio. No sé. Por ejemplo la distancia. La muralla del destino levantada. Los sueños rotos. Mas no olvido ese lugar donde estás desde hace tiempo, entre el polvo y los árboles casi secos. Porque vas en mí conmigo, desde siempre. No estaré hoy en el domicilio aquel donde las risas. Camino y sudor. Y donde sé que me espera ausente la memoria. Ráfagas de luz, con recuerdos aislados, pero certeros. No estuve, no estoy. Y hay canciones en la radio del pasado. Bailo un vals Sabina mientras tanto. Y Dylan. Escribe sobre Dylan, me dice un fantasma en su huida.

Quijotesca

En un lugar del pais piel, de  cuyo nombre no puedo acordarme...