Mujeres

Las mujeres sabias endulzaron mi vida con lecciones de esperanza. Sabías del tiempo con humedad de barro a cuestas  construyeron un tiempo de paso. Estrujaron flores a la espera por las tardes. Y escribían poemas o los provocaban, los vivían. Menta en la voz para las palabras me contaron historias al oído. Y sus brazos me rodearon, indulgentes. Sis miradas me construyeron. Sus risas me motivaron. Sus distintas savias me alimentaron. De llanto y risa. De palabras suaves y truenos. Siempre estuvieron presente. Desde aquella voz de arrullo. Hasta las del disco último. Y salmos también. Música de radio en auto por carretera. Fueron maestras en la infancia y adolescencia que me sonreían. Y esa era la mejor lección, para mi diez. Sin adjetivos calificativos. Ni gerundios altisonantes. Otras  me dieron pan de elote, agua de chía y me acercaron su perfume. También me dieron saliva  en palabras. Mis hermanas me daban despensa personal a costa de no comprar maquillaje. Tuve discos por ellas. Y tienen mi corazón. Mis hijas me consienten. Saben de mí mismo y  tienen al instante mis palabras y silencios, lo que necesiten. Mi madre me miraba y con ese solo hecho me daba calor cuando el frío. Y luego después tuve a la mano frutas de especie. Vegetales y cósmicas. Cada una era galaxia. Y se transformaban en  cometas o planetas. De vez en cuando escribo sobre ellas. Mas no me entienden. Tienes un lenguaje lunático, dicen unas. Otras me dijeron guarda silencio y escribe en la piel el guión. La vida es única. (borrador)

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