Tres flores

Una, porque la esperanza se mantiene viva. Esperanza de acá y por qué, me pregunta la oveja. De ser carne caducada para cuando la necesidad de ingesta por desesperada el hambre. Es un decir. Se sostiene a manera de venganza. Pero es veneno contra el alma, me expone didáctica la oveja. A fin de cuentas todo termina cuando inicia, le respondo sonriendo.

Dos. No está, no estoy. La puerta se cierra y abre. Es la flor de la esperanza, me dice la abeja mientras extrae miel, polen en las patas, para surcar el aire y volveré, me alcanza a decir. Y luego vuelve. Me decías... El viento da un portazo. Y luego llueve y refresca. Eres mosco muerto aunque vivas. Y soltamos la carcajada, ambos. Su miel me ofrece. Y me resigno a que florece la esperanza.

Tres. Cierto. Es cierto. Ante el espejo reafirmo la certeza de que todo es fugaz, todo efímero. Le escuché a la araña decir didáctica, fosforescente, luminosa, "nada es porque todo es, sipocisiones". Iba y venía en sus rutinas. Teje que teje la araña. Estaba dentro de la flor, la esperanza. Y me exponía lecciones de movimiento y de lo fijo. Esta es como filósofa, o se lo cree, dije para sí. Pero polvo, le dije, somos polvo. Y ella empezó a tejar una nueva red para sostener el equilibrio. Yo me dije: esta sí que sabe proteger. Y siguió mientras yo tuve calambres.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam