Mis pies

Mi tren de aterrizaje, mis cómplices para el camino. No digo me acompañan, me llevan hacia donde el destino me empuja. Y vamos de prisa o lento, de acuerdo a la ocasión. Y a veces de carrera. En otras se detiene para decirme que me detenga y vea el crepitar del fuego, la esplendente luna, o para que gocé la sombra del nogal. Una ocasión protestaron. No por el cansancio, luego de una travesía por el bosque. Entre la arboleda y la sombra. Reclamaron las andanzas en el pavimento. Si soy de ciudad, les dije. Nada justifica, me respondieron al unísono. Y expusieron achaques, y protestaron dolores. Y me estuve quieto por días. Dialogando, acariciando, tratando de convencer. Y al fin reconciliamos. No les pido permiso, más cada paso evalúo para ver sí vamos bien. Dialogan bien con la sombra. Y a esta hora sueñan correr. Yo les digo que me esperen. Que tal vez mañana será. Más tercos son y me quieren llevar a donde ya no debo. A dónde quiero mirar. Y en sueños andan libres y me argumentan que están al servicio de La Paz, del amor y la amistad. Y me despierto y sonríen aún sin quejumbres.  Os presento a mis pies. A quien amo. Y me saben querer.

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