Esperanza

Sí, muere a lo último, la esperanza. Y nunca muere, de por sí. Y aunque se dice que el que espera desespera,. También se sabe que rinde frutos la paciencia de esperar. Aunque ya para qué. Mas, aquí, de mañanita. Martes húmedo por lluvia. Si amanece hay esperanza o si está oscuro espeso por la noche hay esperanza. Cuando todo al parecer está perdido, hay una luz a cuestas del cocuyo, es la esperanza. Cuando el viento derribó la barda, el árbol, el techo de lámina, la esperanza campea ferviente y radiante. Y cuando todo está en silencio ante la injusticia o la indiferencia es mayor, la esperanza se hace presente, a veces engañosa, de por sí, sin embargo está, con fuerza, allí, donde se manifiesta el aliento. Y cuando todos dieron la espalda por la derrota, y uno evoca la sonrisa que se tarda, ella alienta desde muy adentro, y nos grita ¡sigue! Cuando todos señalaron con el índice, y dijeron de frente sí, adelante, marchas bien, y al dar la espalda blandieron el puñal, o lo encajan de manera criminal,  la esperanza no nos deja caer. Y cuando todo fue así, como un monumento al quizá, sacando ligera ventaja de algo, de todo, sabiendo que mañana irás por la carnada, bien puesta y alimentada. La esperanza se yergue sana, robusta.
Ahora es martes, amanece. Y el solo hecho de abrir los ojos todo dice bien.  Debussy espera allí, Chopin también. Es entonces que este triunfo no se relaciona con el oro o el cetro. Es una ramita de olivo o laurel que ha llegado a mi. Gana el que respira y el triunfo mayor es el que suspira. Esbozo una sonrisa, para luego abiertamente reír. Y el que ríe a lo último, dicen, es mejor, o no entiende de qué va la vida. De qué se trata, pues. Esperanza, nomás.

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