Los otros

Los otros son los extranjeros, los extraños. Los que no tienen la razón. Los tercos que se aferran a lo que no es, lo que no hay, lo que no está. Los que de niños no entraban a la escuela por mirar las nubes o dibujar. Los que esperaban que el viento levantara faldas, atentos. Son los que a todos dicen que sí, a todo que no. Y sin más, cínicos,  aseguran  lo contrario. Los que aman demasiado y luego se arrepienten. Los que se avergüenzan de sus padres. De un hermano o primo deforme. Los que van caminando y se regresan. Los que olvidan las llaves o anteojos. O los que los pierden y lo tienen puestos o en la mano.  Los que se arrepienten. Los gordos, los flacos. Los que critican las delicias y envidian las alegrías de los otros. Los que lloran amores perdidos por su culpa en las cantinas. Los que lloran cantando con mariachi delante de los otros. Los que dicen que se van y nunca lo hacen. Los que se van y regresen. O pierden el camino. Los que tienen un número a la mano, una revista, un número. Los que saben de canciones insulsas. Los que tienen el teléfono mejor, la mejor computadora, casa o coche. Los que no han leído un libro. Los que han leído muchos. Los que declaman o cantan karaoke en las fiestas.  Los que todo lo merecen. Los que se inflan al menor halago. Los que tienen una madre todavía y nunca la visitan. Los otros, los que no cuentan, son número. Los otros son los que tragan el anzuelo junto a la con el cordel y la carnada. Los otros forman parte de mi raza, porque yo formo parte de los otros.

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