Norte

Tejas rojas, rotas. Cupido con balas alertando corazones. Toronjas de aquel lado del río. Y los mismos sueños de futuro. Escribo sobre paredes sobre el acordeón y el bajo sexto. Y las miradas nubladas llueven por la alegría de la vida. Pecho a tierra susurran en la película de la vida real. Y los policías cambian de vestuario por el cambio de escenario. Muestre sus papeles. Ordenan. Y sin papeles cante el himno glorioso. En las alturas nubes, luego nubarrones. Los autos viejos hacen filas rumbo al cementerio de fierros, láminas oxidadas. Un librero en la basura. Libros en los botes de basura. Y el olor a guayaba permanece. Rojas noticias. Amarillas palabras. Un mundo en technicolor. Polvo. Viento constante. Y en la rockola andante, Ramón Ayala y sus Bravos del Norte. Casas de adobe. Huizaches. Pólvora en el camino como adorno permanente. Y la esperanza vivita y coleando en las calles con gente de sombrero y botas, y faldas anchas o mini. Botas también sus mujeres. Los centros culturales sobreviven. En el Norte la amistad y el  amor florecen siempre,  como muestra de calor y vida. Ajúa, raza.

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