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Mostrando entradas de julio, 2016

¿Quién?

Relámpagos. Truenos. Rayos ¿quién desde lo alto busca aniquilarnos. Domingo. ¿ Qué razón? Nosotros hemos andado con sueños y no rencores. ¿Quién mueve a ritmo el aire? Y huracanado levanta árboles y faldas. Faltas. ¿Acaso el infortunio es el destino? Tracé líneas en la arena. Y  rayas en la caverna las partidas. Y las muertes. A veces tenemos suerte. Sol a medianoche. Y resplandecen de alegría los ojos de todos en la victoria. Nos hemos quedado al fin en nada. Guarecidos al calor en sombra. Y el hielo nos guarda por meses en caverna. Una mortandad de peces. Nada de frutos por ahora. Nos resguardamos en nuestros sueños. Vislumbre de lo que no existe. Fuego a nuestro alrededor. Vamos al tiempo y en su encuentro. Luces a lo lejos. Es la entrada de la caverna. Nuestra permanente casa.

Van Gogh

Me siento todo un Van Gogh. Estoy pintando el interior de mi casa. El tiempo hizo su parte. Musgo en unas áreas. Oxidación de otras. Y las grietas que evidencian lejanía. A la sombra de Mouskoury. Atento a sus encantos. Y de vez en vez un sorbo de café. Ah, y los Relámpagos del Norte, atrapados por los vecinos con Por el amor a mi madre. Mientras, sigo en mi tarea. Pinto.

Perdón

Leer. Leernos. En los pequeños detalles. En el movimiento del  año. En el temblor de los labios cantarinos. En ese recuerdo que a veces llega despacio y otras veces como de rayo. Perdón por la vez ultima. Por esos detalles olvidados. Porque la mejilla no puse en el momento necesario. Los mercaderes del templo orillaron a las compras vía crédito. El logo. Veinte mil veces el logo. Lo sabemos. Leer. Leernos de memoria la novela del pasado. Y repasar el poema único de la flor nenúfar. Perdón porque la lectura fue equivocada o no comprendida. Hechos productos de palabra. Me gustaría ver El Mercader de Venecia. Oh, reitero el timo. Saber la discordia de los tiempos. El pasado es la cruz de la carne. No estaremos mas en el futuro. Perdón por el presente. No hay otros motivos. Sólo que todo está deshabitado. Exactamente no hay, no hubo nadie. Ese tiempo perdido es también tiempo encontrado. Escucha el radio. La misma canción crepuscular repetida:  Perdón, vida de mi vida.

Esparcir polen

Esparcir polen de las buenas obras, las buenas acciones y hábitos. Las buenas palabras. Las que nombran y engrandecen. 

Pokemania

Allí. En el centro de tu universo, radicada la flor nenúfar, hay señales que se encuentra el pokemon. Y en tus ojos al decir de tu mirada. Y alrededor de tu templo. Tu noble polvo. Humedad para que sobreviva el juego de la vida. Como loco buscando el pockemon donde te encuentras. Alba de la dicha.

La muerte chiquita

La muerte chiquita es un poema grande e intenso. Es un olvido de lo externo. Manera de filosofar sobre la existencia. Y valorar el polen y el viento. Esa muerte resplandece en oquedades donde estamos a fuerza de la vida. Es diseminar la alegría por todos los poros. Y la reciben todos los átomos de la tierra. Vislumbro en ese instante crepúsculos y lluvia de estrellas. Fuegos naturales sin incienso. Un vibrar de ternura el corazón. No hay pasado no mañana con la muerte chiquita. Es el instante de la plenitud en el que cabe todo un sueño. La vida misma.

Llueve

Mientras tanto en Villahermosa llueve. Y truena como si se quebrara lo que conocemos como cielo. Nada que ver con el anunciado y apocalíptico fin del mundo para hoy. Bueno, aún no acaba el día. Llueve y refresca la memoria de otras lluvias. De otros relámpagos con sus truenos. Para sabernos lo que somos, exactamente ante la inmensidad del universo. Me asomo a la entrada de la caverna y sigue lloviendo. A mares. Me regreso para guarecerme. Dormiré para soñar después de terminar en la pared el dibujo de la lucha, ayer,  en la cacería del bisonte. Es viernes y llueve.

Cuando la muerte, mientras tanto

Cuando la muerte llegue a mi huerto. Habré de pronunciar para mí mismo las palabras: misión cumplida. Y me acordaré de En Paz, de Nervo. Y A mi manera, de Paul Anka. Y pasaré revista a ese pasado permanente sobre el presente efímero. Y daré vuelta a mi página. Y me encontrare de frente a las estrellas y nubosidades del infinito. Y lo fugaz fue mi vida, la vida, diré, no la estrella a la que llamamos fugaz. Y me adentraré en otros mundos donde la niebla es la circunstancia. Y el no ser es la existencia eterna. Y será una circunstancia fuera de lugar el momento. Una caída. Una emoción no superada. una tristeza baldía. O la bala perdida para esta bala perdida que he sido. Dejaré el café a la mitad. Y el libro abierto. Ya muerto nada importa. Y menos el amor que fue o que hubiera sido. Nada más. La bandera habrá sido una dicción como las fronteras. Las diferencias no debieron darse. Y la biblia debieron ser los besos y las miradas. Lo frustrante debió ser el olvido, no el recuerdo. El pozo

Si la muerte pisa mi huerto

Cada día me visto de domingo el corazón por si las dudas. Por si se ofreciera. La risa siempre viene bien. ¿Que fuera un día sin la posibilidad de estar alegre? ¿Sin elementos para que vibre nuestro corazón? ¿Para que se nos enchine la piel? Es preciso por ello andar para fiesta, porque la vida misma lo es. Acercadme el libro. Cajita de palabras contenidas que salen a la luz con mi mirada. Traedme el telescopio para asomarme a la vida mas allá de las "narices". Traedme el microscopio para admirar la maravilla de lo minúsculo. Nada somos mas que un punto pequeño en el paréntesis de la vida. Minúsculos en el acontecer del universo. Materia por fluir. Por eso me visto cada día de domingo. No con mejor ropa. Sino con disponibilidad para las palabras, las miradas. Sorbo mi café de viernes en mi taza conmemorativa de Serrat, quien desde allí canta Si la muerte pisa mi huerto.

De juegos

No sé si otros días, pero martes y miércoles por la noche, vi a cientos de jóvenes con celular en la mano frente al parque Museo la Venta. El primer día no se me hizo tan raro. Dos días seguidos sí. Alguien que me explique ¿qué sucede? Tú no, Diana L

En ese tren

En ese tren recorrimos muchas vías. No la láctea aún, pero un día. Un día. Mientras eso llega, pienso en todo lo que hemos recorrido. Desde la cordillera, pueblos pesqueros, hasta la sierra y planicie. Vendedores elocuentes en las terminales de estación. Compre, nos arengaban. De todo vendían allí. Y por hambre y gusto compramos. Una tortilla de coco. Una avenita caliente. Y piezas de coral o ámbar y café. Y en cada vagón la vida pasando, sin saber, que todo es un viaje. Y cada viaje es un sueño. Viejo viaje a veces que de cierto ha de terminar. Una galleta o pan. Un calientito café. La abuela me pasa la tortilla con sal. Mi madre queso en pan. Mi tío con su guitarra se pone a cantar. Y seguimos de viaje en el tren. Hay un vagón especial, al que llaman del amor. Entran y salen personas sonrientes. Y de pronto se ponen a discutir en la disputa filosofal por el concepto eternidad. Hay un vagón hospital. Y otro iglesia con altar. Hay un vagón escuelita. Y en ella entramos a pintar y soñar

En eso estaba

Estaba respirando, claro. Y de vez en vez un hondo suspiro. Andaba en lo de los libros viejos o nuevos, raros. Coleccionando y también lecturas con los libros al revés. De cualquier tema. Incluyendo jardinería, por Juan. Y de carpintería, por mí. Además de cóno disimular ojeras. Y siempre con la sonrisa por si las dudas. Un Dios barbado, dice. Un viejo dios laico, barbado, desde una portada me guiña. Título: La historia me absolverá. Me llama mi amigo Joel. Y recordamos algo del pasado mas la luminosidad de este presente solariego. Risas a través de la linea. Andaba en lo de las frutas o rama. Lo de la granada como geometría. En fin que en eso estaba. Y me encontré con Kozer. Un poema en una antología. Y me pareció -podría decir fabuloso- haber encontrado en sus poemas la aguja del pajar para surcir mis textos. Yo buscaba tonos distintos y tonalidades sin par. Brillo buscaba. Yo buscaba enmendar los versos a manera de piedra lanzada a nube o mar. Y lograba algunos aciertos. Mas encontr

Plan del día

La luna, si, aparece también de día. Y en la tarde entre la claridad. Preciso entonces el plan para el día. Respirar por ejemplo profundo. De vez en vez. Para mejor proveer a este ánimo pleno del vivir. Y no precisamente nublado. Y atiborrar de sonrisa y buen augurio cualquier lugar por donde pase. Con el saludo primero. El cómo estás y pronunciar el nombre si lo se, por supuesto. Y Caminar entre los ángeles, como puede suceder, de toda condición. Un libro, no olvidar el libro, en este día de Kozer, ese poeta genial, que se desborda en palabras e imágenes al por mayor. Para mi no hay páginas en blanco, eso es de flojos. Asegura. Así que a trabajar. Los árboles por todas partes, frondosos y con verde saturado. Y el plan del día comprende el café y las palabras en ruta de la Misión astral. Ser en comunicar.  Y sorber cada segundo del tiempo. La vida no precisa conflicto. Se ha fijado esta palabra. Vamos a dejarla allí, como si no existiera. Decreto no al conflicto. Entonces escribo palab

En este cumpleaños del asalto al Moncada

Una tarde me hizo señas un Dios laico de barba larga. Era un julio 26, como hoy. Pasábamos revista por esos días a  las preguntas básicas de filosofía. Y buscábamos respuestas en ensoñaciones de la tarde con visiones de futuro. Leímos que un 26 de julio de 1953, un movimiento telúrico de la juventud cubana dio inicio, con el asalto al Curtel Moncada, para arribar a la Sierra Maestra años después. Y entraron a La Habana,¡chico!  a finales de 1958. Y el cuartel Moncada quedó en nuestra memoria. Como un hecho de delirio. Un paso de la juventud por la historia. Un puñado de jóvenes fueron. Y fuimos otro puñado de jóvenes en las generaciones. Y fue entonces que compramos nuestras botas y sacos militares. Y compramos cuanto libro pudiera contarnos más de la gesta heroica. Una estampa de el Ché. Y afiches personales. Y ese Dios laico de barba larga nos dio lecciones de retórica. En esa defensa lógica  y bárbara del asalto al cuartel ante el jurado:"Condenadme, no importa, la historia me

Miro la tarde

Miro la tarde. Azul el horizonte. Algunas nubes blancas. Sol en despedida para volver. Pájaro solitario en vuelo ondulante. Árboles y caserío donde domina el pavimento. Caos circular de autos. Y prisas de los caminantes. Algunas imágenes vuelven, muy vivas y frescas, como de ayer apenas. Miro la tarde y parece una alegoría de la vida, de mi vida, en este atardecer rotundo. Antier llovió y dejó reverdecidas las hojas. Se fue la luz en casa y anduvimos de día trastabillando y moviendo los encendedores de manera automática. A lo lejos cantan esta tarde de julio. Platicaba temprano sobre la poesía y la pose. De algunos viajes. De los anhelos. De lo que somos y no somos. De cómo empezar un texto cuando no hay tema (este es un ejemplo). De la disciplina. De encender fuegos con miradas. De el tiempo no vuelve. Hacemos recuento de nuestros muertos recientes. De los que están lejos. De las enfermedades. Y platicamos sobre nuestra amiga la muerte. Quizá por ser de tarde es que aparece el tema. C

Rubáiyàt (De Omar Khàyyàm) Edward Fitzgerald

Llenad la copa, que la vida alegra El tiempo en fuga hacia la Nada va Ayer ha muerto, por venir Mañana Con Hoy tan solo es lìcito contar. El mundo es un tablero cuyos cuadros Son noches y son días al azar A su antojo nos mueve como a piezas Luego las piezas a la caja van. Y cuando tú, como la luna vuelvas Con pies de plata y no me encuentres ya Derrama el vaso que mi boca seca Nunca en noche volverá a gustar. Traducción de Jorge Luis Borges (ni màs ni menos)

Hotel

Desesperante. El tiempo pasa. Hay un cruce de carreteras. Algo así como Saltillo, Monterrey, México. Luego de una larga jornada de manejo llego a este lugar. Puentes a desnivel. Un Hotel. Un Motel. Entre la estructura de los puentes. Y no precisamente el California. Ya dentro. En recepción. El trámite y pago para una habitación y descansar. Escaleras, para subir o bajar en cada nivel del hotel. Semioscuridad. ¿El número de habitación? Desaparece el administrador recepcionista. Lo busco entre las escaleras. De uno a otro nivel. En acenso o descenso. Personas como fantasmas cruzan frente a mi. Trato de hablar con ellos. Para saber si llegan o se van. Ninguno me responde. No es sueño. Necesito el número de habitación. Necesito descansar, me digo. En ruta a Saltillo o México. Ahora escucho el solo de requinto de Felder y Walsh. No hubo hotel. Solo sueño.

Era

Era leña verde o seca. Humo o fuego. Eternidad y fugacidad. Era palabras de aliento y mirada puñal. Leyó a Tolstoi y emulaba guerra y paz. Era delirio y agua. Piedra pómez y cristal. Era  vorágine y tranquilidad. Era colibrí en su vuelo a punto de acometer la flor. Y bello búho tenaz. Era oscuridad y claridad. Subida y bajada. Escalera para montaña y para bajar a profundidad. Era suave brisa y viento de huracán. Subimos a la nube. Bajamos a la mar. La luna nos alumbró. Y en la cueva nunca más pudimos estar. Eso era la vida. Lo que queda así también será.

¿Para qué sirve la poesía?

No pregunte usted. Si lo hace significa que no necesita respuestas. La poesía  sirve para poco. Igual que un gol. Si de precio e intereses se trata. O bien para nada. Ociosa es la pregunta. Bien lo sé. Lo sabes. Una vez pronosticaron el tiempo a Somoza:  nevará en Nicaragua. Y el presidente Somoza se compró en NY un caro abrigo. Y esperó en el balcón de palacio ante el radiante sol. Y nevó en la sierra. No en Managua. Enojo y furia. Y la calle principal de mi colonia Zapata se llamaba Cesar Augusto Sandino. General de los hombres libres. Y le cambiaron de nombre. Oh tristeza y distinta furia. Yo soñé muchas veces en Nicaragua por los poemas del padre Ernesto Cardenal. Y me ayudaron sus versos para alcanzar las nubes de los besos. No sé. Por si alguna explicación requiere. Es absurdo pensar que te den comida a cambio de versos. O besos. Sin embargo se mira distinto el paisaje y las faldas que mueve el viento con guiño señorial. Un joven y tímido estudiante, ojeroso y flaco pregunta: ¿s

A Don Jesús Martínez Velázquez, en su cumpleaños

Mire usted, Don Jesús, que me entero apenas ayer que usted cumpleaños. Caminante por distintos rumbos y oficios, hasta llegar a esa voz de oro, que fue forjando con alegría, y ahí sigue ahora desde internet, ilustrando y alegrando. Contagia usted con esa sonrisa festiva, el deseo y anhelo de vivir con emoción. Yo de usted sabía por su nombre, y por el tono de su voz en algunos programas, y lo identificaba ya. Mas tuve el honor de conocerlo, en una charla más que entrevista, a donde coincidimos por el rumbo y espacios del cablecom, gracias a Eduardo y Claudia, que generosos me invitan. Y fue tal empatía que la charla no terminaba, en remembranzas de coincidir también de venir de otras tierras, y disfrutar nuestra estancia aquí en el trópico como en la vida misma. Ahora que veo y escucho su Azul plus, por este medio de la internet, gozo y disfruto, como si estuviera usted frente a mí, y yo callado frente a un Capitán que me cuenta sobre sus andanzas allende los mares. Reciba un abrazo, y

Yo no entiendo

Yo no entiendo. Cartas al azar. A la mar. Azul. Y los silencios. No entiendo idiomas con las palabras odio e indiferencia. Un gato blanco se cruza de nuevo frente a mi. Y el gallo no canta más. Ahora son posibles los cantos. Ven. A mi manera. El destino señala una cruz final. Y las palabras de bienvenida. Oro a cambio. Aprende de marcas. Y al ganado marcaron. Logos definieron esas rutas. Hubo tango en bohemias de ocasión. Y lectura de poemas.El capitán recibió al fin una carta. Luego de años a la espera. Palabras con letra garigoleada. Somos otros ahora. Miro Paradiso, la cinta. Ezra Pound, y yo que quise construir un paradiso terrestre. Yo no entiendo. Saint Elizabeth. ¿Tiene familiares? No entiendo, dijo. Es amable, pacífico, escribió el doctor. Habla de poesía y del esperanto. El girasol estuvo en penumbras. No entendía. Y se sentaba en el parque frente al hospital con libro que acariciaba. Y una pluma Mont blanc a la mano con cuaderno de apuntes.

Yo me entiendo

A veces con una rima como rama. O la palabra que salta como rana. Cuando escribo, yo me entiendo. Y con imágenes tales que miro volando al colibrí cuando ya no está. Si escribo suspiro, sé a lo que me refiero. Y el lector tendrá sus propias imágenes al leer tal palabra. Yo las mías. A veces no tengo ganas de escribir. Y repercuten en mi pensamiento dos o tres palabras. Hasta que no me dejan otro camino que escribirlas. Encienden un momento. O lo obnubilan. Y así pasan los días. Ahora es viernes. Y se escucha unavieja canción, que me la sé de memoria, y la empiezo a cantar. Yo me entiendo si digo patria, Silvio. O si escribo soliloquio, como la otra vez.

Cuando yo muera

Cuando yo muera habrá cesado todo. Al fin. Como otro principio. Las infamias ya han sido olvidadas en vida. Más por si acaso, nada queda de eso. Lo mismo desterradas envidia e ira desde antes, ya. En paz. En completa paz el tiempo de vida que aún queda. Así que cuando muera no importarán ya los conceptos de guerra o paz. Hubo pesadumbres. Nada queda ya. Habrán de quedar, si acaso, un poco de recuerdos en algunas memorias. Un tiempo. Luego vendrá de a poquito el olvido. En unas fotos viejas, preguntarán unos niños: ¿y estos viejos quienes eran? Yo por ejemplo tengo olvidados ya a otros que estuvieron antes. Fueron acaso parte de un sueño, del plan de la nada visible. Otros comerán de los nuevos frutos. De esa flor silvestre y de caverna que representa el todo. Otros elevarán los cometas. Otros serán los sonrientes. Los callados. Los ciegos que usan a mar sus manos. La dicha morará en otros. Así ha sido. Así será otro tiempo. El juego ha terminado. Mi vida personal, como la flor que exis

Cuando te mueras

Y ya que andamos por los rumbos de la muerte. Celebrando la vida. Lanzando cohetones por la alegaría de estar aquí en el tiempo coincidente. Cuando tú mueras, digo. Adelantando que lo leas. De otro modo racional ni es posible. Inerte ya no habría lectura. Y entonces escribir antes en vida sobre el tema. Cuando tú mueras. Recordaré al igual los momentos gratos, como los momentos de los platos rotos. Nada quiero yo. Más que juntar los pensamientos. Con ellos las palabras. Y llegaré hasta tu funeral para lanzar al mar una lágrima salada. Y transitaré entre la memoria y el olvido. Para guardar el tesoro acumulado en las coincidencias del tiempo. Llorarán tantos cuando tu mueras. Y la imponderable muerte. Cobijará el recuerdo. Para dar cabida a la reflexión del pozo y gozo. Y a leer otro libro. Nada que ver la insistencia. A Nuestra muerte. No estarás más en la fiesta de la vida.

Elementos

Todo lo conocido en la vida tiene que ver con los elementos químicos. Tuve un maestro de química en la secundaria. Nos acomodaba en los pupitres de acuerdo a las calificaciones obtenidas por puntos ganados. Avanzábamos o retrocedíamos según las respuestas acertadas o los desatinos. Pero los elementos, decía. Aprenderlos como cantaditos. Así llegué al número 20 de la tabla periódica. Mis amigos llegaron hasta el 50, algunos. Vaya, que memoria. Hidrógeno, Helio, Litio, Berilio, Boro, Carbono, Nitrógeno, Oxígeno, Flúor, Neón. Etcétera. Ahora le doy otro uso a la lista. La repito cantadito a ver si logro quedarme en las nubes o estrellas. Luego caigo a la cama, por el sueño. Como aquella vez del cóndor pasa, Los Andes. Yo no sé.

In memoriam, Lenín

Anoche estuve en tu velorio. Oh, la muerte te arrebata. Y miro nublado alrededor. Afuera del recinto llueve lento. Moja el pasto a donde vas a germinar. A partir de hoy en la tarde. Oh, la muerte te acompaña. Y nos fortalece el canto de tu gente. Las palabras que te dirigen los hermanos. "Cuando allá se pase lista.Cuando allá se pase lista. Cuando allá se pase lista. A mi nombre yo feliz responderé". Y miro absorto el féretro y las flores. Muchas flores como ofrenda. Muestras de cariño forjado con el tiempo. Y los rostros tristes por tu partida, camarada. Tu voz de trueno a partir de ahora retumbará en otro confín del universo. Tu latir de corazón presto a los afectos queda para seguir moviendo parte de nuestro mundo. "Ah, ese pantalón de mezclilla, profesor, signo de que esté viernes usted se echa a perder".  Decías. Apenas antier. Y sonora la sonrisa. Afectuosa. Y precisamente en tres días más será también viernes. Y no estarás. Anoche estuve en tu velorio. Y hoy

Mi agosto

Dame mi agosto, le dije al destino, aunque estemos en otro mes. Hubo viento que nos despeinaba. caso omiso hicimos. Y nos aferramos a los libros, como decir a las palabras y a las cartas. El camino era angosto u ancho, mas siempre nos tocaba lo que nunca más quisimos. Esto es muy raro, comentabas, nos están haciendo trampa. Y nos subimos a los árboles, donde estaban los frutos. Y nos tiraban piedras. Ustedes no son de aquí, de este mundo. Y acobardados seguimos el camino por rutas diferentes. Nuestros padres nos dieron consejos. Y ahora los damos a los hijos. Y así la historia sigue entre tantas consideraciones mas las generaciones correspondientes. Fuimos todo lo posible en nuestras circunstancias. Albatros. Guardadme un poco de tu vino, Bukowski. Olvidemos las palabras que van surcando la memoria. Un agosto como cualquier mes. Dámelo, destino. No pido mucho. Solo que el tiempo que me quede libro, he dedicarlo a la libre manifestación de la palabra río. A lo mejor, a lo mejor.

¿Y qué te deja el día?

¿Qué te deja el día? Leí un poema de Donne ( Deja que imagine mía la misiva de cualquier rival,   y nueve horas después cumpla la promesa   de la media noche.  )  . Unas páginas de Cicerón, sobre el bien y el mal. El placer del cuerpo, etc. Escribí un texto sobre teatro. Tenía sed, me preparé una limonada. Hubo, claro, nostalgia por mis muertos. Regué unas plantas casi secas. Levanté un poco de basura interna. Limpié unos platos, como yo mismo. Comí una nieve de zapote. Platiqué buena parte de la tarde. Vivir, me deja el día, respuesta a la pregunta de qué me deja. Y espero tener la oportunidad como savia, beberme un día más. Y la sonrisa como pasaporte, sin olvidar las palabras.

Este domingo

Este domingo, cabalgando los días a contrapelo de la memoria. Un poco de nostalgia, solo como tema. No hay más. O un poco sí. Se fue el capitán Juan. Los días se suceden uno a otro. El tiempo es un pasadizo. Un lento crematorio. Y aquí seguimos trenzando los hilos del sueño. Como propios momentos mezcla de algarabía con notas de bajo. Y Debussy se asoma resplandeciente en los acordes menores. Una lección de música. Ese cien mil veces repetido Claro de Luna. 1976, escrito en el libro de la memoria. Ni añil y menos luces del unicornio o luciérnaga. Un poco de sed de las hermanas plantas. Tengan su agua. Basura incrustada en la vista. Humo Y se fueron las horas como mula lenta en el camino con su carga. Este domingo se fue. Y vendrá otro día circular con otros nombres. Y poco a poco, lento pero seguro. La despedida de los libros y las palabras. Y a otro sueño mariposa.

Para las Carmen

Para las Carmen ayer, el mejor regalo fue una cadenita, y que puedan restituirla a quien la perdió.

Prefiero el té

Me han dicho de siempre que el café es la  mejor bebida para despertar, para enfrentar la somnolienta tarde. Para enfrentar las primeras horas de la noche. Y para el diálogo chispeante. Yo quiero tomar té. Yo prefiero tomar té. Respeto a quienes afirman que prefieren el café. Y de hecho a veces lo comparto con ellos. Y es efectivo. Me consta. Pero yo prefiero tomar té.

Nada sobra, nada falta

Para vivir, nos sobran los motivos. Para leer nos sobran los pretextos. Soñar no necesita justificaciones. Para amar nada nos sobra, nada nos falta.

La euforia

La euforia de todos los días. Por los grandes y pequeños detalles. La savia. El aire. La posibilidad de todo. Miro cuando el cóndor pasa en las notas. Cruzo los Andes. Y caigo en mi cama, donde siempre. El otro tiempo paralelo. El de los sueños. A bocacalle la ilusión. El encuentro cien mil veces soñados. Tú tienes lo que me falta, me dice la muerte. Y el afán de la suerte en sueños. De las tantas hisorias que también se viven, paralelas. Cada día, hora, instante. La posibilidad de la sonrisa, los buenos actos. Cada instante la posibilidad de desterrar el odio, no hacer caso al qué dirán, la intriga, el enseñoreo de la mentira. Cada instante la posibilidad del suspiro, de barrer el frente de la casa. De reconstruir la ilusión, de reparar los sueños.

Y a otra hoja

Y a otro hoja, que el ojo alegre se fija en otra parte. ¿O preferís mi ojo triste? Y he atendido el signo de mis tiempos. La señal del retiro de ahorro en la cuenta de los sueños. Legal ya, con numeración idéntica a la referencia de años. El tiempo ido. El por venir. Y a toda prisa asomarse a lo que dice el texto. Y corregir una palabra, letra o signo. Mi vida no quiere decir lo que se anheló desde el principio. Corre la tinta. Las historias conocidas de la biología. Apuntes. Una hoja dibujada. Un corazón roto y luego reconstruido. Afanes por ser lo que no se fue. O vivir la vida de manera diferente. El gato ríe con sus vidas a cuenta del futuro. Las siete. Y esta breve, única. Para un sábado que se repite en la rutina del pensamiento. Sírvame la otra. Perdón. Otro café negro. Sin azúcar. Y con un pan, por favor.

Te perdono todo

Te perdono todo lo perdonable. Lo que nunca más vivimos. Esas anunciadas maravillas de la mañana al amanecer. La ausencia de la sirena festiva. Las lineas dibujadas en mi espalda para el juego del gato. La quema de piel. Te perdono esas tardes en que caímos mirada triste. Anunciamos la esperanza de esperar, aún sin un motivo definido. Nos estuvimos viendo anoche en sueños. la luna reflejaba tu nombre y seña. Te perdono esas maneras de caminar ola a la deriva. Ese movimiento de ondulación de barco. Los gratos momentos que se fueron como voluta de humo. Es temprano aún. Tocan en retirada las aves del agüero. Hay más sonrisas por venir. esas palabras miel a mi oído. Te perdono la lengua, el olfato, la manera de quebrar platos lanzados a la pared. Olvidar es fácil. Lo dificil es el tanto recuerdo. El qué hacer con todo ello.

Otra noche más

Otra noche más. Otra noche. Otra. Y otro día más. Otro día. Otro. Y el tiempo nada tiene que ver silente en la memoria. Aliado en cuestiones de abandono parcial o total, sus fauces van por sobre lo bello y joven. Paulatino y lento. Implacable. Yo escucho ese rutinario discurso. Y escribo cartas por la vez última. Esta sucesión, como de olas permanentes. Y el martirio de saberse lejos. O cerca pero distantes. Otra noche más, como otro el día de mañana. Con sus propias historias entre las generaciones.

Aliado

En asuntos de abandono, el tiempo es el mejor aliado.

El sino del escorpión

Aquí Revueltas. Hablar por ejemplo de la toda teoría gris del árbol con manzanas. Un sunami o tifón. En la noticia cientos  de muertos , saldo. Echamos agua con jabón al hormiguero. O plaguicida a las anémonas no amemonos del jardín. O el oda al cielo. O el anzuelo para el pez. O el queso para la ratonera. Los distintos niveles en el juego del profundo ajedrez. La satisfacción por lo obvio. O el chalet en Miami. Aquí el disco de Aranjuez. Y el rumor de olas. Peces muertos sobre la laguna verde o azul. No es por hablar. La indiferencia motivada por la razón el lucro. El sólo yo en el sino del Escorpio. Perdón a la flor.

Debussy, de nuevo

Aquí Debussy, transmitiendo desde Radio Red. estas sonoras notas, como nubes aladas. La nostalgia como nadando de a muertito, en el discurrir del día. Aquí transmitiendo que no hay hojas sueltas, ni llanto inútil. Que todo tiene una razón de ser, y para esta un tiempo definido. Las notas del adiós y bienvenida. Las precisas del olvido. Esa tristeza que recala en lo profundo de lo vivo, de lo consciente. Transmitiendo Debussy estas notas vestidas de gris y negro. No importa. La música sublima. Y calma al canalla interno, a la bestia en su inútil destino. Nada hay mejor que una buena filosofía. No importa si esta nos lleva a caminos donde no hay punto de cruce. Paralelas rumiantes de rieles abandonadas en el fragor de tiempo, batalla del no ser. Aquí Debussy. Recordando a Neruda. Para vivir he nacido. Puedo escribir los versos más tristes. Precisamente sus libros. Escudos de las cien mil amorosas batallas.

La tarde

La sensación de la tarde. De cualquier tarde. Como un rumor que se va acallando. De todo el día iniciando por la mañana. Y quedan solo las imágenes del sosiego. De la quietud. De la calma. Sin más por el momento. Y un café viene bien para más silencio. Sin contradicciones. Un tibio pan. Unas palabras. Música de fondo. Lo no dicho. Las palabras que fueron savia. Y que el tiempo fue mordisqueando. lento. Suave. Imperceptible. La tarde muestra la belleza del crepúsculo. Anticipo de una oscuridad que se reconoce y entiende. Y que es un auxilio para el amor a oscuras. Luminosidad discreta y suave. A ciegas. Para llegar en viaje al último tren, hacia el último andén. Sin más por el momento. Mientras otros rostros precisos. Una despedida. Y entrar a otro mar sin la nostalgia. Entre nubes. Todo ello, ritmo de la tarde.

Esta mañana

Esta mañana de nuevo el sol. Y el movimiento. Un café para soñar. Fue precisamente en ese café segundo piso. La canción. Esta mañana la sonrisa. Y un libro. Es tan grande el día y tan pequeño a la vez. Referencia al plan o sin plan. La palabra obtusa. En el jardín la rana que compite a saltos. El viento viene bien. Y quita las hojas secas. Remueve el polvo que se desliza de lado a lado. Entra en los ojos. Para la nostalgia. Las lágrimas. Humo. Y hace el recorrido. desde aquel inicio. Madre, por dónde andamos. Habitamos el cuadro de novela. Unas cuantas palabras. ¿Dónde estuvo ayer, hoy y mañana? Prever futuro. Miro esa fotografía de un amigo en su cumpleaños. La misma sonrisa junto a sus hermanos. Ya en parte de la noche. Y la satisfacción de mirarse juntos. Esta mañana otra oportunidad para la luz. Y el viento. has de acordarte del poeta del viento. León Felipe. No me contéis más cuentos. Mas esta mañana de nuevo día. No importa si hoy fue domingo. Ya estaremos en cualquier día de la

Instructivo

No se preocupe. Encontrará instructivos para todo. Lo mismo manuales de usuario. Y tutoriales. En fin que basta saber leer de corrido para resolver el cómo hacerlo. Instrucciones para comer tacos. Por ejemplo. Y cómo montar caballo. Y a más de simplificar el manejo de metáforas. ¿Cómo se construyen estas? Y el decálogo de las buenas intenciones. Quite las espinas y construya su propia corona. Tiempos modernos. Escriba una canción en rap. Toque el piano mientras escucha música. Anunciaban clases en un diario sobre la forma de escribir poemas en un taller de tres horas. Pintamos a domicilio. Y refería, obvio, a  retratos. Hay tanta gente importante. Los rostros de la posteridad. Allí estaba usted Mona Lisa. Se mira muy bien su rostro en ese cuadro.  Bienvenido, decía en la entrada de un hotel de diamantes. Y en el siquiátrico. Y en la funeraria. Tarde que temprano. Y me fui a ver una película sobre el futuro. Instrucciones para aprender a leer. Se ha comido el queso este pez. Ha de escri

Me invitan

Me invitan a mirar el sol de frente. A recorrer caminos sin salida. A decir un discurso de flores sobre osario. La lápida es fría. Y sobre ella observo el movimiento pendular de las rosas. El viento da a mi frente. Me invitan a ser osado. Y a la fiesta sin música. A imitar estilos donde las palabras se callan. A usar corbatín para la imagen. Y vestir de negro, café o gris. Un traje gris oxford, sin falta. No olvides la rasuradora. Y las tijeritas. Las tarjetas. Me invitan a subir y me bajan. A viajar por rutas conocidas. A entrar a la caverna donde está la precisa vida. Hay un hospital de sanidad mental. La lógica matemática. ¿Sabe otro idioma? Me invitan a misa. Al teatro. Si la vida misma es el teatro. Me invitan a sonreír. A dar el pésame. ¿Usted ha estado allí? Hable seguro. Camine erguido. Sonría para la foto. Me invitan. Me convocan al juego de la vida. Con mentiras de la muerte.

Me visitó mi padre

Anoche me visitó mi padre. Que alegría. Su mirada tibia estuvo en mi rostro. Sereno y su sonrisa en él parecía de fotografía. Era de tarde. Caían las hojas. Una música de comparsa se escuchaba cerca. Yo estaba entretenido dando  mis palabras de aliento con guiño, sin prisas, en una tienda. Y me dijeron: atrás está tu padre. Y al voltear lo vi sonriente. Iba ufano, como siempre, para su casa. A dónde también yo iba. Y caminamos juntos para llegar al auto rojo que tenía lavando cerca de allí. El tendría 56 años. Alto, fuerte.  La edad justa que ahora yo tengo. Anoche en sueños me visitó, Juan, mi padre. Ya he yo de visitarlo pronto también una tarde.

Leído por allí

*El Buitre*: si pones a un buitre en un cajón que mida 2x2m y que esté completamente abierto por la parte superior,  está ave a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que el buitre siempre comienza el vuelo desde el suelo con una carrera de tres a cuatro metros. Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo... *El Murciélago* : el murciélago ordinario que vuela por todos lados durante la noche es una criatura sumamente hábil en el aire, pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo. Si se le coloca en el suelo en un lugar plano todo lo que puede hacer es arrastrarse indefenso y sin dudas dolorosamente hasta alcanzar algún sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar hacia el aire, entonces, inmediatamente despega a volar... *La Abeja*: la abeja al ser depositada en un recipiente abierto, permanecerá allí hasta que muera, a menos que s

Escuchad las palabras

Escuchad las palabras. Cada una tiene un discurso distinto: de pesimismo, carga o esperanza. Cada una es especial. Única. Tiene su historia. Escucha las palabras:  esclavo, siervo, obrero. Y esclavista, señor feudal y propietarios. Campesino y hacendado. Cada palabra lleva en sí una enciclopedia de vidas personales con sus triunfos, fracasos, sufrimientos. Escucha las palabras. Afina tu oído. Respirar. Hambre. Suspiro. Golf. Gol. Con las palabras se escriben discursos, oraciones, pedimentos. Con las palabras se construyen imágenes. Letras de cambio. Cárcel. Laberinto. Ley. Beso. Favor. Ánimo. Flor. Cada palabra. Cada enunciado tiene su razón de ser. Y su emoción de estar. Poema. Agua. Consumidor. Ganancia. No os preocupéis. En todo caso. Somos las palabras que decimos y pensamos previo. Somos los sueños que construimos. No olvidéis el libro de poemas. Aún no. Más que vigente.

Las tantas rutas

Las tantas rutas caminadas. Al aire libre. Y descansar bajo techo. Soñar el nuevo día. Con nuevas palabras. No dudé luego del descanso en respirar profundo. Y seguir. No me esperes si no vuelvo. Ni estés a donde voy. No es eso. Sólo que voy con una dirección definida de antemano. De mucho antes de mi. Nos acompañamos en el camino. En ese coincidir de días o años. Y sonreímos. Cruzamos palabras. Y seguimos. Pasos largos. Pasos cortos. Y la huella está allí. Con forja en tierra. Con sueños en aire y nubes. Estamos al tanto de crónicas personales. De libros olvidados en andenes. De cartas no enviadas. Y seguimos en el camino con la seguridad del respiro aún. Con el suspiro natural por el amor a la vida. Aún borrador. De lo que seremos por siempre. Polvo.

La pluma

Ni de ganso o divina garza. Acaso de gallina de campo. Mi sencilla pluma para escribir. He tenido varias en mi historia personal. Compradas o por regalo. Mas siempre se me quedan en algún camino. Cuarto de hotel. O pozo de agua al asomarme para ver el destino. Siempre tengo una. De la que brotan palabras, así como sin querer. Me la acomodo en la bolsa de la camisa. O a veces en el pantalón. Y en varias ocasiones se me regó la tinta. Manchándome la ropa. Me hace un guiño desde la mesa. O desde el escritorio. O desde la esquina, como abandonada. Para empuñarla de nuevo. Y someterme al dictado que me pareciera recibir. He tenido de varios colores. Y hasta una o dos de madera. Recuerdo mucho una roja. A veces le falta papel, de complemento. Entonces ¿dónde escribir? Y tú eres el papel, y yo la pluma. Dice la canción. Y aquí podría iniciarse una carta para nadie, o carta al mar. Según.

Vaticinio

La cábala tiene sus razones. Los oráculos develaron ya parte del destino. Mas queda saber lo de a partir de mañana que empieza ya en el instante siguiente. Vaticino para todos dicha fundada en esperanza. Alegría para fin de la tanta tristeza. Luz luego de la eterna noche. Vaticino mejor presente a comparación del pasado. Porque aquí estamos aún para sembrar la tierra.  Para cantar a todo pulmón. Y elevar la copa por la vida. Cerremos hoy las puertas a la envidia, la ira, la indiferencia, al desamor y el odio. Porque mañana es un preludio del pasado mañana. Y hacemos hoy lo imposible para quedar satisfechos. Instantes plenos. La flor, no olvides la flor. Tampoco el libro, donde van nuestras historias.

Sucede

Sucede que ha llegado un nuevo día. El sol está asomado por las ventanas y rendijas de la casa como anuncio de respiros y suspiros. De la tanta algarabía por saberse vigente. Aún. El nuevo día no es marca registrada, ni tesis para cumplir un requisito. Ni tampoco pago por evento o franja de tiempo para el consumo. Ni barrera o frontera. Es una ligera brizna que nos eleva por momentos. Es la sensación del vibrar en serenata. Es agua fresca para el que tiene sed de vida. Es partir de puntos imposibles para seguir la ruta de la dicha. Es conmemorar que hay savia de la vida, flor de la vida, perfume de la vida. El nuevo día a veces llega irreverente. Y otras veces afín a los ideales del momento. Huele el pez la fruta fuera de pecera. La bestia se revela contra su destino de nada por el paso y, humilde, se asoma al poema. El vacío y lo vacuo encuentran razones para llenar sus corazones de gozo. Aquel saludo de las luces en auto por carretera es casi olvido. La sonrisa, anuncio de dentífrico

¿Y mañana?

¿Qué vas hacer mañana? Me preguntó. Yo de pronto no supe que decir. Mañana no lo tengo a la mano. Más que en bosquejos difuminados. Imagino una araña tejiendo su red sin pensar en el mañana. No hay tiempo que perder. ¿Y mañana? Estaba a ras de piso la pregunta. Yo esperaba sentado alguna idea. Algo para justificar. La espera del tiempo. No tenía nada. A no ser que cuente lo de los libros. Los pendientes por leer. Mas no se refería a eso. Yo tenía prisa por encontrar una lógica respuesta. Hay hechos naturales que suceden. Un árbol no cae de pronto. Y el poema no se escribe solo. Ni aún pensándolo mucho. Yo rogaba trágame tierra. La vida no es muy seria en sus cosas. Y yo quería responder sobre mañana algo interesante. Como de personaje de una filosófica novela. Y fue allí donde agarré valor. A riesgo claro está de hacer el ridículo. Y le respondí ufano: mañana no sé lo que voy hacer. Pero ayer seguro que sí lo sé. No sé si rió de burla. O acaso comprendía estos lances de locura. Yo soña

A lo lejos

A lo lejos rayos en el cielo. Y un suspiro que se siente y presiente. No decir nada es lo propio. Y propicio para guardar las apariencias. Llamadas perdidas. Y reportarse en la otra galaxia. A lo lejos un aroma conocido. Los perros tienen olfato desde lejos. Reconocen rutas y destinos. Y su lealtad es a prueba de los celos. Lanzamos en fin de semana dardos al árbol que nos queda cerca. No es razón de más. Solo un juego que hiere o mata. El amor o la bolsa. Y a lo lejos se alcanzan a ver las señales de humo. No dejamos huellas a la vista. Solo entre vista la nostalgia. Lo que fue y ha sido. A lo lejos una bufanda. Un beso. El libro cien mil veces nombrado en el recuerdo, con rayas en algunos versos. A lo lejos pensamientos y sueños. Un mercado antiguo. Muebles viejos. Un reloj de cabecera. Un cuervo Poe disecado. Un afiche Walt Whitman para la solapa. Postales en sepia. A lo lejos un discurso por la vida. Un guiño a la muerte. Y vale más pájaro canto en las manos. Que cientos de cometas

Me preguntan por el lunes

Me preguntan por el lunes reciente. Que lejos se encuentra ya. Exactamente en el pasado. Se llevó parte de mis pensamientos y palabras. Y algunas dudas. Cero certezas. Yo quise detenerlo. Como un Hércules difuso. Y se me fue escapando entre las miradas y los dedos. Me dejó una sábana vieja. Una revista antigua para coleccionistas. Un carrito de juguete. Y un poema leído al azar que habla de desdichas. Se fue el lunes altanero. Seguro de que vuelve. Y que nos derrota poco a poco en ese giro parecido a lo eterno. Sabio tiempo hecho de luz y polvo de estrellas. Conjunto de emociones contenidas en los conceptos. Margaritas deshojadas. Polen que conduce el aire por vericuetos del camino. Se ha ido el lunes. Y ha de venir otro lunes de hoy en ocho. Lo esperaré por si se decide a quedarse en lo tibio de mis manos. Donde a veces cobijo paloma errante cuando queda junto al campanario.

Reto

El reto es vivir de veras pensando que la vida se esfuma gota a gota. Que el tiempo no vuelve. Que el ayer cercano ha quedado demasiado lejos. El reto es subir al árbol y gritar: ¡guiño a la vista! Como la primera o segunda vez. Y recorrer como ciegos con las manos las frutas en su punto. El reto es desbocar el corazón sin que se queme el velero. Y surcar aire y nubes con mirada de lince. Y montar en el cometa como Ícaro en el relinchar del tiempo. ¿Acaso la ola se detiene? ¿Acaso la nube deja humedad obligada por donde pasa? Las curvas pronunciadas de la carretera recorrerlas con adrenalina en el límite del desboque. El auto sostiene con canciones de Aute. El reto es mirar la roja o rosa flor y acariciarla sin daño. Y seguir la ruta sin reclamos. El reto es caminar altivo aún en la derrota. Y en el triunfo asomarse al destino y dar gracias. He vivido. Y caminar silbando canciones de la infancia y juventud. Y llevar tu mano aún en la imaginación.

Algunos viejos profesores

Libertad, un grito recurrente. Igualdad, otro grito con el mismo peso. Y el tiempo para los pueblos es distinto al de los individuos. Algunos viejos profesores de historia con histeria. Trataron, encendidos, que muchachos ofrendaran su destino personal.  Sangre en sacrificios. Carne de cañón quienes quedan fuera de la vida. Sangre libertaria. Y vuelta a la pagina. Que orgullo y satisfacción, para ellos, jubilados que impartieron cátedra desde sus púlpitos. Al final, con pensiones para su vejez, satisfechos y ufanos, firmaron manifiestos virtuales desde su confort, quincena asegurada. Y los muchachos donde germinaron las ideas, son ahora rostros en ruta del olvido. Son dibujos en los manifiestos que firman los mismos profesores.

Comunicado

Es domingo y la vida sigue. Tan corto el día para los planes a plazo largo. Tan largo el día para el que se habita mismo en el vacío. Preciso a eso, entonces equilibrar el juego con las dudas. De futuro. Dejad en reposo el pasado. Dejadlo abrevar en las aguas mansas del olvido. Y pensemos habitar cada segundo nuevo. Con polen de la vida y savia del destino. Abrid de tajo las ventanas. Y que entre aire libre a todos los rincones del alma. Que la luz de las ideas sea el distintivo en las noches que sigan. Y los rayos de bondad abran metafóricos los corazones del impío. No hay más tiempo que el hoy. El libro, el globo y el beso, sean parte del plan. No olvidar el pan ni el verso.

Nota de domingo

Paz de los domingos. Con la ausencia de un amigo más, muerto Agustín. Un café de réquiem se prepara, mientras tanto. Por las palabras que van con él y quedan con nosotros. Resistencia a la tristeza que es especialista en velocidad contra la alegría. Y la alegría en la meta, sigue la prueba, esos instantes. De plenitud y dicha que se esfuman, como el cigarro encendido. Redundad tema vía láctea. Donde estuvimos cinco mil veces en el antes y después. No dispares balas de odio. Yo no estoy más en el blanco. Ahora es domingo de reflexión y descanso. Y quienes piensan en mí, pocos además, saben del fondo de las cosas. Ese pozo. Esa agua de estanque. Ese mirar a ninguna parte. Ese canto dorado de sirenas. Ese sabor insípido de la vacuo. Ese desapego a lo que no somos. Por más que el hueso a polvo sea  la referencia. Ese punto de arribo al futuro. Donde la nada ha desaparecido. Porque otros rostros ya están vigentes. Quedan apenas puntos ígneos en la memoria. Unas fotos sepias. "son los b

Anuncios de sábado

Es buen día. Cruza un gato blanco. Cantan de verdad los pajaritos. El viento mueve los árboles. Hace calor y apenas es temprano. Asoman las ideas. Dónde cantarán los niños. He abierto la caja del recuerdo. Inevitable al fin. La nota de un amigo muerto. Y escribo sobre el polvo de ceniza. Es temprano de sábado. Y anuncian humedad como de lluvia. Y vamos al encuentro de las horas. Tiempo que en verdad se va. Aunque no se siente. Se presiente aroma del amor y olvido. Mas el tiempo calla, nada dice. Aquí vamos. desfilando entre las rendijas del tiempo.

Réquiem para Agustin Prats Bueno

Me acabo de enterar de tu muerte, Agustín   Y aunque sabemos que no nos vamos del todo duele tu desaparición física, de mil modos No te vas del todo, nunca nos fuimos Porque dejamos huellas de esperanza y canto en las palabras sin más afán que amar tanto lo humano, la amistad, lo fraterno, la dicha Te doy mi mano a donde no estás más. Y entonces acudo a tus libros, y te encuentro pleno de gozo en las palabras. Y voy entendiendo al fin lo que es la vida, un puño, una palabra, un polvo de ceniza un sueño, una bienvenida y adiós, esa sonrisa de tu luz que queda entre nosotros. Un pájaro, Agustín te lleva en su canto y alas. Y te adelantas, Agustín, (no lo creía cuando hoy lo supe,  no lo quería creer) mostrándonos camino, dejando para seguirte sin perdernos, las migas de pan, como dulces y amorosas palabras.

Porque

Porque siempre tendremos más razones para la vida que para la muerte. Para la risa más que para la tristeza. Porque aprendimos a unir y no a dividir. Porque para pensar en los demás tengo que pensar en mí mismo. La escalera no se sube de dos en dos. Porque hemos recorrido un camino. Y respiramos aún. El suspiro es el plus. Porque no hay duda al final: no hay un quizás. Explicaciones al margen. Me detengo a pensar. Redacto una opinión. Doy marcha atrás. Y el horizonte sigue estando algo más allá. Porque estamos donde debemos estar. Las palabras vienen bien. ¿Y el espejo dónde está? Porque solo al preguntar el pensamiento busca respuestas. Porque no hay que conformarnos nunca. Porque la vida es esta. banderas e himnos. Versos y besos. Saludos y guiños. A la cocina voy de manera regular. Los colores disfruto. La tarde trae nostalgias de noviembre. La noche se alumbra como antecedente del final. El día es un recordatorio permanente del ritmo del lejano tambor. Aquí estamos ya. Para el quiz