En eso estaba

Estaba respirando, claro. Y de vez en vez un hondo suspiro. Andaba en lo de los libros viejos o nuevos, raros. Coleccionando y también lecturas con los libros al revés. De cualquier tema. Incluyendo jardinería, por Juan. Y de carpintería, por mí. Además de cóno disimular ojeras. Y siempre con la sonrisa por si las dudas. Un Dios barbado, dice. Un viejo dios laico, barbado, desde una portada me guiña. Título: La historia me absolverá. Me llama mi amigo Joel. Y recordamos algo del pasado mas la luminosidad de este presente solariego. Risas a través de la linea. Andaba en lo de las frutas o rama. Lo de la granada como geometría. En fin que en eso estaba. Y me encontré con Kozer. Un poema en una antología. Y me pareció -podría decir fabuloso- haber encontrado en sus poemas la aguja del pajar para surcir mis textos. Yo buscaba tonos distintos y tonalidades sin par. Brillo buscaba. Yo buscaba enmendar los versos a manera de piedra lanzada a nube o mar. Y lograba algunos aciertos. Mas encontrarme a Kozer, ¡oh! Fue encontrar la manera de cantar en mi propio ritmo. A mi propio movimiento y a mi propio alcance en la voz.   Yo andaba en esas pendencias de escribir. Y me encontré con mi maestro. Para ustedes: José Kozer. Bajo este cien de llovizna.

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