En ese tren

En ese tren recorrimos muchas vías. No la láctea aún, pero un día. Un día. Mientras eso llega, pienso en todo lo que hemos recorrido. Desde la cordillera, pueblos pesqueros, hasta la sierra y planicie. Vendedores elocuentes en las terminales de estación. Compre, nos arengaban. De todo vendían allí. Y por hambre y gusto compramos. Una tortilla de coco. Una avenita caliente. Y piezas de coral o ámbar y café. Y en cada vagón la vida pasando, sin saber, que todo es un viaje. Y cada viaje es un sueño. Viejo viaje a veces que de cierto ha de terminar. Una galleta o pan. Un calientito café. La abuela me pasa la tortilla con sal. Mi madre queso en pan. Mi tío con su guitarra se pone a cantar. Y seguimos de viaje en el tren. Hay un vagón especial, al que llaman del amor. Entran y salen personas sonrientes. Y de pronto se ponen a discutir en la disputa filosofal por el concepto eternidad. Hay un vagón hospital. Y otro iglesia con altar. Hay un vagón escuelita. Y en ella entramos a pintar y soñar. En el vagón iglesia a rezar. Válgame Dios, qué memoria. Ni el padre nuestro pude memorizar. Hay un vagón de la alegría. Y un vagón de la tristeza. Hay uno de la mentira. Otro del odio rapaz. Hay un vagón museo, donde tienen bustos de héroes. Y miles de fotografías. Allí está tu pintura. Y un busto de Palas. En ese tren vamos cantando. Por si se quieren subir.  Hay un vagón de la infancia. Al que quisiera volver. Y hay un tren de los viejos. Y allí me quieren llevar. Yo entro al vagón del circo. Porque quiero reír con payasos, malabaristas y faquires. Buenas tardes. Buenas noches. Ahora me voy a dormir. (Para mi madre, que nos decía que la vida es como un viaje en tren)

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