Miro la tarde

Miro la tarde. Azul el horizonte. Algunas nubes blancas. Sol en despedida para volver. Pájaro solitario en vuelo ondulante. Árboles y caserío donde domina el pavimento. Caos circular de autos. Y prisas de los caminantes. Algunas imágenes vuelven, muy vivas y frescas, como de ayer apenas. Miro la tarde y parece una alegoría de la vida, de mi vida, en este atardecer rotundo. Antier llovió y dejó reverdecidas las hojas. Se fue la luz en casa y anduvimos de día trastabillando y moviendo los encendedores de manera automática. A lo lejos cantan esta tarde de julio. Platicaba temprano sobre la poesía y la pose. De algunos viajes. De los anhelos. De lo que somos y no somos. De cómo empezar un texto cuando no hay tema (este es un ejemplo). De la disciplina. De encender fuegos con miradas. De el tiempo no vuelve. Hacemos recuento de nuestros muertos recientes. De los que están lejos. De las enfermedades. Y platicamos sobre nuestra amiga la muerte. Quizá por ser de tarde es que aparece el tema. Como ese del último andén. De a poco la despedida. De los pasos en cámara lenta. De tarde el día y en mes de julio. Ayer me sumergí en este presente con túnel del pasado. Para coincidir en charla amena y soñada en aprecio y en las rutas distintas seguidas. Has sido un tonto, me dice el espejo. No tanto, le respondo sonriente. Reímos ambos en la distancia del sueño. Mientras tanto, miro la tarde. Y la noche tendrá la recompensa de un sueño reparador. El amor a la vida se asoma y nos hace guiños. Y de las imágenes que llegan con humedales de pantano. Y que bella la flor de pantano. Si tú la vieras. Si la vieras.

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