La pluma

Ni de ganso o divina garza. Acaso de gallina de campo. Mi sencilla pluma para escribir. He tenido varias en mi historia personal. Compradas o por regalo. Mas siempre se me quedan en algún camino. Cuarto de hotel. O pozo de agua al asomarme para ver el destino. Siempre tengo una. De la que brotan palabras, así como sin querer. Me la acomodo en la bolsa de la camisa. O a veces en el pantalón. Y en varias ocasiones se me regó la tinta. Manchándome la ropa. Me hace un guiño desde la mesa. O desde el escritorio. O desde la esquina, como abandonada. Para empuñarla de nuevo. Y someterme al dictado que me pareciera recibir. He tenido de varios colores. Y hasta una o dos de madera. Recuerdo mucho una roja. A veces le falta papel, de complemento. Entonces ¿dónde escribir? Y tú eres el papel, y yo la pluma. Dice la canción. Y aquí podría iniciarse una carta para nadie, o carta al mar. Según.

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