En este cumpleaños del asalto al Moncada

Una tarde me hizo señas un Dios laico de barba larga. Era un julio 26, como hoy. Pasábamos revista por esos días a  las preguntas básicas de filosofía. Y buscábamos respuestas en ensoñaciones de la tarde con visiones de futuro. Leímos que un 26 de julio de 1953, un movimiento telúrico de la juventud cubana dio inicio, con el asalto al Curtel Moncada, para arribar a la Sierra Maestra años después. Y entraron a La Habana,¡chico!  a finales de 1958. Y el cuartel Moncada quedó en nuestra memoria. Como un hecho de delirio. Un paso de la juventud por la historia. Un puñado de jóvenes fueron. Y fuimos otro puñado de jóvenes en las generaciones. Y fue entonces que compramos nuestras botas y sacos militares. Y compramos cuanto libro pudiera contarnos más de la gesta heroica. Una estampa de el Ché. Y afiches personales. Y ese Dios laico de barba larga nos dio lecciones de retórica. En esa defensa lógica  y bárbara del asalto al cuartel ante el jurado:"Condenadme, no importa, la historia me absolverá", a como terminaba rotundo el alegato de Fidel. Mis amigos hicieron su parte en la vida. Siguen sonrientes enseñando la lengua y las palabras. Escuchan canciones de Pablo y Silvio. Cuidan sus libros con amor como el pastor a las ovejas, y declaman poemas de León Felipe, Neruda y Cardenal. Y siguen usando blue jeans cuando los dejan. Y con una cerveza a la mano brindan por la bella vida. Un vinito, pide uno. Y el arte de sentirse bien aún en las penumbras. Y ese Dios del que hablamos, barbado, sigue vivo. Y lúcido. Con una obra de arte de su vida. A sabiendas que la vida se va. Y quedan las obras y recuerdos. Y si obras son amores, en eso andamos, nosotros felices y contentos. Habrá que ver el resultado, escriben los finos críticos.

(Para Caro, Bogar, Joel y Eligio)

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