¿Para qué sirve la poesía?
No pregunte usted. Si lo hace significa que no necesita respuestas. La poesía sirve para poco. Igual que un gol. Si de precio e intereses se trata. O bien para nada. Ociosa es la pregunta. Bien lo sé. Lo sabes. Una vez pronosticaron el tiempo a Somoza: nevará en Nicaragua. Y el presidente Somoza se compró en NY un caro abrigo. Y esperó en el balcón de palacio ante el radiante sol. Y nevó en la sierra. No en Managua. Enojo y furia. Y la calle principal de mi colonia Zapata se llamaba Cesar Augusto Sandino. General de los hombres libres. Y le cambiaron de nombre. Oh tristeza y distinta furia. Yo soñé muchas veces en Nicaragua por los poemas del padre Ernesto Cardenal. Y me ayudaron sus versos para alcanzar las nubes de los besos. No sé. Por si alguna explicación requiere. Es absurdo pensar que te den comida a cambio de versos. O besos. Sin embargo se mira distinto el paisaje y las faldas que mueve el viento con guiño señorial. Un joven y tímido estudiante, ojeroso y flaco pregunta: ¿sirve acaso la poesía para enamorar mujeres? Solitario, no supe qué responderle. Todos rieron cuando dije sin estar seguro que sí. Poema 15. A más de pensar en oro a cambio de versos. O banco de poemas. O no sutura poemas la usura. Yo me entiendo. Vamos a ver. La poesía no sirve para nada. Sólo sé que en el honor de lo humano radica el amor. Para todos ustedes y nosotros. Entre un gran amor que se ha ido y otro que llegará, hay un espacio. Mientras tanto juguemos al amor, diría Fonollosa. Tiempo ganado. Bendita poesía.
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