¿Y mañana?

¿Qué vas hacer mañana? Me preguntó. Yo de pronto no supe que decir. Mañana no lo tengo a la mano. Más que en bosquejos difuminados. Imagino una araña tejiendo su red sin pensar en el mañana. No hay tiempo que perder. ¿Y mañana? Estaba a ras de piso la pregunta. Yo esperaba sentado alguna idea. Algo para justificar. La espera del tiempo. No tenía nada. A no ser que cuente lo de los libros. Los pendientes por leer. Mas no se refería a eso. Yo tenía prisa por encontrar una lógica respuesta. Hay hechos naturales que suceden. Un árbol no cae de pronto. Y el poema no se escribe solo. Ni aún pensándolo mucho. Yo rogaba trágame tierra. La vida no es muy seria en sus cosas. Y yo quería responder sobre mañana algo interesante. Como de personaje de una filosófica novela. Y fue allí donde agarré valor. A riesgo claro está de hacer el ridículo. Y le respondí ufano: mañana no sé lo que voy hacer. Pero ayer seguro que sí lo sé. No sé si rió de burla. O acaso comprendía estos lances de locura. Yo soñaba. Eso sí es más que cierto.

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