Cuando la muerte, mientras tanto

Cuando la muerte llegue a mi huerto. Habré de pronunciar para mí mismo las palabras: misión cumplida. Y me acordaré de En Paz, de Nervo. Y A mi manera, de Paul Anka. Y pasaré revista a ese pasado permanente sobre el presente efímero. Y daré vuelta a mi página. Y me encontrare de frente a las estrellas y nubosidades del infinito. Y lo fugaz fue mi vida, la vida, diré, no la estrella a la que llamamos fugaz. Y me adentraré en otros mundos donde la niebla es la circunstancia. Y el no ser es la existencia eterna. Y será una circunstancia fuera de lugar el momento. Una caída. Una emoción no superada. una tristeza baldía. O la bala perdida para esta bala perdida que he sido. Dejaré el café a la mitad. Y el libro abierto. Ya muerto nada importa. Y menos el amor que fue o que hubiera sido. Nada más. La bandera habrá sido una dicción como las fronteras. Las diferencias no debieron darse. Y la biblia debieron ser los besos y las miradas. Lo frustrante debió ser el olvido, no el recuerdo. El pozo, por ejemplo. Y la cabida al resentimiento. Hice mi parte en lo biológico. Me consumí en el fuego de la poesía. Como lector, por supuesto. E hice mis intentos como instinto de sobrevivencia. Asì que adiòs en el instante que aún no llega, Mientras tanto seguir sorbiendo la sabia de la vida.

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