Te voy hacer una hamaca grande para que sueñes en el aire

1

Sábado. Ojalá me permitas acomodo en tu lapso, para el sosiego. 

 

2. 

Les cuento de las hamacas. En mi vida había visto una. Claro, hasta que llegué a Tabasco, yo originario de Matamoros. Era octubre de 1979. Para eso ya les he comentado que llegué como maestro de primaria. Y estaba laborando en Benito Juárez segunda. En la habitación que nos daban en la comunidad, cada quien buscamos la manera de acomodar nuestra nada cosas, y quizá doña Carmela Suárez nos dio prestado (acá se dice le prestamos) unas cobijas de las de feria. Y nosotros emocionados por estar en otro lugar. Con paisajes y formas de hablar distintos.

Por las noches nos quedábamos platicando afuera de la casa hasta las 10 u 11 de la noche. Para eso preparábamos café y pan. Y admirábamos el celeste cosmos tachonado de estrellas -luna brillante y rutilantes estrellas. Y de vez en vez una estrella fugaz o pasajera. O algo que pasaba y decíamos parece que es un ovni. Luego a soñar y dormir. La mañana siguiente a la escuela.

 

3.

Pero decía de las hamacas. No sé si a los dos o tres fines de semana Jorge castillo, compañero maestro, tabasqueño de Jalpa, cabecera del municipio, nos invitó a quedarnos en su casa. Aún está la casa, frente a donde era la antigua gasolinera, a la salida a Comalcalco y Cunduacán. Ese viernes iba a ser distinto. Porque en lugar de quedarnos sábado y domingo en la ranchería, nos quedaríamos en la ciudad.

De tarde los acompañé a jugar fútbol (yo le daba vueltas al campo trotando y caminando). Y regresábamos a su casa (de Jorge) ya casi a las 6, nos bañábamos y nos sentábamos fuera de su casa. Él sacaba de la tienda de su señor padre, Don Chico, unas botellitas de leche con vainilla, frías. Y la disfrutábamos.

 

4

Ah, sí, las hamacas. En la noche una cena ligera (siempre en mi memoria el recuerdo con el respectivo agradecimiento a Doña Carmita, mamá de Jorge, Ángela y Manolo), y deallí a dormir. Ya teníamos la experiencia de dormir en hotel en nuestra llegada a Tabasco, a dormir en el curato de la iglesia, y en la casa de la ranchería. Ahora era el dormir en una casa de la ciudad (en Jalpa). La recámara de Jorge y Manolo tenía una cama con su buró y una hamaca. No necesitaba más, puesto que eran dos. Jorge hizo una evaluación y dijo con su risa y voz grave: “ahora vamos a ver cómo nos vamos a acomodar”. “Nosotros en el suelo”, respondí acomedido y rápido. Dijo Manolo: “No, yo en el suelo”. Y finalmente yo quedé en la hamaca, Lupe en la cama. Y ellos, generosos y hospitalarios, salieron a dormir en la sala. Es una de mis noches más difíciles. No porque acostarse en las tardes de descanso sea difícil en hamaca. No. Sino porque sabías que ibas a quedar en el aire durante el sueño.

 

5.

Para dormir fue fácil, porque estábamos cansados por hacer deporte en la tarde. Ya habíamos cenado, pero yo iba a dormir en hamaca por primera vez en la vida.  Por la madrugada me desperté como dos o tres veces, todo oscuro, con la conciencia de saber dónde estaba, los recuerdos de todo tipo se agolpan, conciliar el sueño de nuevo, y despertar con sueños de nostalgia. “Dónde andará, la prenda más querida, dónde andará, aquel , aquel, amor”.

5.

Este final de párrafo anterior lo terminé con un fragmento de canción, para comentarles que en mi mente deambulan un montón de versos de distintas canciones. Si estoy callado, pienso en canciones. Si en el baño, ni se diga, lo mismo. Si estoy escuchando a alguien, de pronto una palabra que dicen, me remite en mi disco antiguo y duro a una canción. Esto es así, como de locos. Pero he sabido convivir con ese tipo de pensamiento. 

Una vez leí a Jorge Ibargüengoitia, escritor guanajuatense que murió en un avionazo,  decir que todo escritor cuando está en silencio está redactando en su pensamiento, se le ocurre una idea, busca el inicio de un texto, y lo guarda en su memoria para después pasarlo en hoja. Así yo, con la canciones (más de 200 en la cabeza, de todas las épocas). Imagino que en el pensamiento de los pintores circulan colores y sus mezclas; en los fotógrafos cuando caminan van tomando fotos sin cámara, etcétera.

Al fin desperté de dormir por primera vez en la hamaca. Y me dije que en lo posible dormiría en la hamaca las veces que pudiera.

6. La hamaca es un tejido medianamente cerrado que en sus extremos tiene dos asas, que se utilizan para amarrarla en ganchos previamente fijos en pared a los que llaman hamaqueros. Además como trabajo artesanal son productos muy bellos. Seguro que AMLO en la casa presidencial tiene un lugar donde acomoda su hamaca. Y cuando Gabriel García Márquez recibió el premio Nobel de literatura (¿de qué más podría ser?, de la paz, de la amistad), la revista Proceso de Don Julio Sherrer sacó su fotografía en portada, semiacostado García Márquez, y con una botella al parecer de whisky. 

 

6.

Hay hamacas de muchos tipos, pero el concepto es el mismo junto con su finalidad y uso, que es el descanso. También hay individuales y matrimoniales. Y hay unas más grandes que dicen que duermen dosy amanecen tres.

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