Oso caballeroso

Es de la calle, pero tiene casa. Con suerte y libre. Oso como todo animal en celo, andaba en grupo, tras de una perra del mismo barrio. De un lado a otro, juntos. A ver quién era el elegido. En esos trotes andaban, cuando Oso escuchó un grito conocido. Le ponían comida, como siempre sobra en las casas. Y él se acercó, olió la comida. Pensó, digo yo, oportunidad de quedar bien. Y volteó a mirar con ojos de borrego a la perra que tenía metida ya en sus ojos. Y le llamó a que fuera ella la que comiera del platillo, lleno de huesos de pollo. Ella captó el mensaje del instinto y se acercó y comió. Al rato estaban muy unidos. Fin.

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