Llueve

 Llueve

 

Colas de tormentas tropicales en lluvia han llegado a Tabasco estos últimos días. Abundante, de tal manera que sube, con mucho peligro, el nivel de los ríos con amenaza de desborde. Porque acá sucede un fenómeno natural por la orografía. Varios ríos se originan en las montañas del estado vecino, Chiapas, entonces cuando bajan en su tránsito, se suman a las que caen en esta húmeda y calurosa entidad. Algunas áreas bajas se inundan al desbordarse el río cercano. Y luego se forman vados en varias partes de las carreteras. En uno de ellos, carretera Villahermosa-Teapa,  he visto que tienen reglas de medida, con colores tipo semáforo. Mediante ellas el conductor puede saber que tan profundo es el vado. Si llega al amarillo es riesgo. En rojo, ni cruzarlo. Un amigo maestro hace como cuatro años lo cruzó en rojo. Traía camioneta, con llantas anchas. Y se lo llevó la corriente junto con su pesada camioneta. Y lamentablemente falleció 

Estamos en el trópico. 

La lluvia es maravillosa. El vital líquido que en otros lugares del planeta escasea, y en otros más genera conflictos, aquí abunda. Somos ricos en agua. Y si es líquido “vital”, entonces somos doblemente ricos, porque de ello depende la vida.

Sin entrar en polémicas, es paradójico que algunas colonias, pocas,  de varios municipios tabasqueños no tengan agua entubada. O que teniendo los tubos no llegue agua. Probablemente se ha dejado de invertir en equipos, en instalaciones. No sé. Ni tengo hipótesis al respecto. Y en muchos lugares el agua llega chocolatosa. Pero ese es otro asunto.

El caso es que estos días ha llovido mucho. Y es hasta poético. Y para la reflexión. Te puedes mojar con ella, como cuando niños y cantar a todo pulmón: “que llueva, que llueva, la virgen de la cueva”. O tomando café con pan, te puedes sentar protegido por techo y mirar el caer la lluvia. Y entonces escribes: “llueve”. O si estás mirando llover a través de la ventana de vidrio, puedes escribir: “llueve, detrás de los cristales llueve y llueve” (Serrat). O como Paz para diferenciarlo de que depende quién lo dice o escribe: “llueve. ¡Cómo llueve!” O como la canción: “ojalá que llueva café en el campo”. En referencia al campo pobre, al semidesierto o desierto. Sí. Ojalá que llueva la abundancia para todos.

Ya he dicho en otras ocasiones que de cuando niño mi casa era piso de tierra y abajo del nivel de los vecinos. Y que cuando llovía entraba el agua como Pedro por su casa. A los niños no nos molestaba, porque jugábamos con ella. Y luego ayudábamos a Madre a sacar el agua con cubetas. Hasta que la lográbamos sacar. Y nunca escuché una queja de mi madre. Al contrario, nobleza y bondad en el alma, decía: “es bueno que llueva, para que se den los frutos del campo y crezca la cosecha”. Así lo decía entre convencida y resignada.  

En vida logró ella ver que el agua ya no se metía a su casa. Pero se sentaba en la puerta y miraba llover. Se quedaba por minutos entre el descanso del llover. Y la algarabía que sentía en su interior, por haber sido niña y muchacha del campo, donde se necesita la lluvia. Y más, como la mayoría de la tierra propiedad del campesino pobre, que son tierras de temporal, donde si llueve hay buena cosecha; si no, a rezar y esperar el siguiente año. 

Cuando llegué a Tabasco en octubre de 1979, conocí exactamente lo que era llover. No como las lluvias del norte. Allá en Matamoros, y en todas las regiones parecidas por su ubicación, era aguacero por minutos u horas. Y se acaba. O en tiempos de invierno algo que se le llama llovizna y en Tabasco pringa. Está pringando, se dice acá, o se dice que hay chipi chipi.

Ese año de 1979 y varios de los años siguientes conocí la verdadera lluvia. La torrencial, la del trópico, la lluvia de la selva. Todo un mes lloviendo de día y de noche. Sin tregua, mesura  ni descanso. Inundando barrios, ranchos, escuelas. Todo o en partes. Para llegar a la escuela, esos días teníamos que caminar siete kilómetros.etros entre el lodo.

Y Luego las grandes inundaciones que nos han tocado vivir a esta generación y las anteriores. La más cruenta la del 2007, que el agua entró a Villahermosa por todos sus puntos cardinales. El centro de la ciudad quedó bajo metro y medio. Algunos lugares bajo dos metros y algo más.  Familias enteras fueron a vivir a casas de familias que viven en lugares altos. Plan DN III del ejército. Suspendidas las actividades. Y a los días siguientes ver todas las banquetas con muebles deshechos, ropa, y en general todo tipo de enseres podridos. Parecía una ciudad devastada por la guerra. En este caso la guerra de la naturaleza, por decirlo de algún modo. Tanto la hemos dañado. Que, claro, hay respuestas de ella.

En Tabasco hay y antes mucho más, lugares bajos que se les llama “vasos reguladores”. Y ese nombre se les da porque son recipientes naturales a donde llega el agua de manera normal, son como pequeñas lagunas provisionales. Pero todo ese sistema creado por la naturaleza evita que se inundan lugares habitados.  El caso es que muchos de esos vasos reguladores fueron regalados o vendidos a bajo precio a empresas nacionales y trasnacionales para que allí construyeran sus hipermercados o centros comerciales. Vimos con rabia (coraje) cómo rellenaban durante semanas con filas de camiones de volteo con tierra para rellenarlos. Y se veía un futuro de lluvias, que el agua buscaría otros lugares para acomodarse, ya sin sus vasos naturales, reguladores del equilibrio de convivencia entre el hombre y la tierra. Y de allí las inundaciones de colonias. De casas. De familias que pierden sus muebles comprados con esfuerzo. Una maestra amiga, de mi edad, había comprado por fin los muebles de sus sueños. Sala, comedor, libreros, refrigerador y estufa. Más de cien mil pesos de la cmpra de esos muebles apenas dos meses antes. Y salió apenas con la ropa puesta. Lo perdió todo. Lamentablemente. Así la mayoría de familias perdieron todo.  Y a vivir en refugios por varias semanas.

Claro, sin desconocer que muchas personas tiran basura sin consideración en calles y terrenos baldíos.

El caso es que estos días ha llovido. Y que ha entrado el otoño. Caen las hojas amarillas. Y se va formando la hojarasca. Los pájaros siguen cantando. Y se anuncian lluvias para este fin de semana.

Pd. También me ha tocado ver en estos 40 años por acá que hay periodos de tiempo en los que la lluvia es puntual. Un mes lloviendo de las 6 de la tarde a las 11 de la noche. Sí. Por tal motivo esos días los juegos del equipo local de béisbol (antes Plataneros) los programan para la mañana.   

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