Patria altiva y generosa
Llegaron en ristre lápiz los niños de ayer, sonrientes, como si nada. "La tarea continúa, -dijeron- con esas preguntas de conceptos que no entendemos, pero que nombran mucho en las escuelas y en discursos por la tele. ¿Qué es la patria -dispararon a boca de jarro-, responda la pregunta, es tarea de la escuela”.
Ya imagino a su maestra, inquieta cual si más, con una tierna mirada, pensando en el futuro de estos niños, que juegan al mismo tiempo que se construyen, en seriedad seguir las reglas del juego y las sonrisas. Yo me quedé estupefacto con los conceptos, como ayer, con las palabras belleza y poesía. Con lo de patria no sé ni que decir, y al vuelo pensé en los poemas de Velarde y Pacheco, en eso de "veneros de petróleo el diablo", y "tres o cuatro ríos", y con los corridos cantados en los pueblos, y en Moncayo, y en las escuelas normales, en las que se forman educadores; en los olores y sabores de las cocinas rurales. "Hable o calle para siempre", dijeron juguetones. Balbuceé tres o cuatro cosas. "Lo mismo nos dijeron los abuelos", respondieron. Y se fueron saltarines, tomados de la mano.
Qué cosas me digo. Este septiembre se va. Y la patria sigue dolorida. Patria es belleza en toda su gente, en las sonrisas de todos, y la patria universal, con su Quijote, Canto a mi mismo y el Ulises. Y con los extremos excluyentes de riqueza y de pobreza.
Mientras la esperanza, de honda raíz, florece permanente. En lo humana y generosa, a quien entregamos nuestra existencia.
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