La carpintería

  1.- Ayer me entretuve, y no escribí. Si bien no se pierde nada, para mí sí, porque no hice mi ejercicio diario de redacción. Me entretuve en dos asuntos importantes. Uno: plática con el maestro Arana de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH) , con el tema de una titulación pendiente que tengo. La otra porque fui de compras de algunas herramientas y material de carpintería.

Cuento que en la secundaria 2 de Matamoros cuando ingresé nos dijeron sobre taller y nos dieron a elegir. Entre mecánica y carpintería elegí esta última. Nunca me he arrepentido, aunque el uso de vehículo requiere que uno sepa lo elemental de ellos. Ya no diré el cambio de llanta, que eso lo aprende uno. Sino el funcionamiento, el mantenimiento periódico, esencialmente. Todo lo que tiene que ver con limpieza de frenos y mantenimiento de clutch. Pero yo opté por la carpintería.

 

2.- No recuerdo el nombre de mis dos maestros de carpintería. No porque no fueran buenos educadores, sino el problema es mío, por lo del Alzheimer. El primer año no teníamos acceso al taller, o más bien no había el taller en físico. Así que bajo un árbol, o dentro del camión escolar en tiempos de frío, nos daban la clase; pura teoría.  Se aprende mucho, claro. Pero uno quiere ya estar en el taller.  Ya en segundo y tercero hicimos varios trabajos de madera sencillos: silla, toallero, cajón de boleo, mesa de centro, burro para planchar, perchero. No recuerdo otro mayor. 

El taller que teníamos era completo. Tenía su maquinaria: sierras, tornos, rebajadora. Y la herramienta completa: serruchos de todo tipo, martillos, desarmadores, escuadras, formones, prensas, escofinas, cepillos, y otros que no recuerdo.

 

3.- La reunión con el maestro Arana de la UACH era a las 10:00 horas. Y puntual ya estaba listo ante la pantalla, esperando el código de conexión. Y las 10:20 y nada. Luego revisé el mensaje de la hora y textualmente dice: 10:00 horas de “Chihuahua”. Como estaba sin comillas y por lo rápido de la lectura, no reparé de hora de “Chihuahua”. Y ellos van una hora atrás, a causa de los husos horarios. Así que en horario de Tabasco era a las 11:00. Y esperar otro rato más.  

El caso es que ayer luego de la reunión virtual con el maestro Arana, de la UACH, me fui a comprar algo de herramienta de carpintería y material: escofina, formón, lijas, cerrojos y aldabas y unas tablas. Tengo sierra caladora, de corte, taladro, lijadora. Me faltan muchas más, sobretodo la sierra de mesa. Pero lo que hago es sencillo que no requiero más, por lo pronto. Con los tutoriales de Youtube he elaborado una puerta de bodega, y una mesa de patio plegable. No es fácil para los que no tenemos práctica, pero no es difícil para los que queremos aprender (o recordar de nuestras clases). A veces son cosas sencillas. Por ejemplo clavar un clavo. ¡Uy, de lo más fácil! Sí, pero en la secundaria aprendimos a tomar el martillo del mango en su parte más lejana a los impactos. Y tener cuidado para no martillar el dedo.

4.- Son muy útiles todos los conocimientos de reparaciones caseras. Y no se diga el orgullo de hacer algunos muebles, sobretodo los fáciles. Pero es necesario saber algo de jardinería, de plomería para reparar algunas fugas, el mismo cambio del tanque de gas (este sobretodo por el peligro de las pequeñas fugas), el poner vidrios. O el caso de hacer una hortaliza en los pequeños o medianos espacios que tengamos a la mano.  

Es lindo tener tomates, chiles, cebollas, rábanos, cilantro, melones, sandías, calabaza. Y pare de contar. Digo y corrijo: ha de ser lindo.

5.- Por eso no escribí ayer. Hoy lo hago. Es una mañana nublada. Se asoma tímido el sol. Hoy abro mi taller de carpintería. A detallar algo, corregir algo. Y a asomarme a los videos donde explican cómo se hacen unos barandales de escalera. Anoche llovió mucho por esta área. Y están anunciadas lluvias torrenciales por protección civil. Lo dicen con boletines preventivos. A mi me gustaba más ver los pronósticos del tiempo en la televisión.  Los esperaba jubiloso. Como que era un juego para constatar si se cumplían o fallaban.

6.- Ayer cuando fui a la ferretería temía que al pedir escofina y formón, se fueran a reír de mí (temor que fueran herramientas en desuso). Y no. Alli estaban frente a mí. La escofina sirve para hacer rebajes a la madera, más toscos que la lima. Y el formón es como el cincel de albañilería. Sirve para realizar cortes, muescas y rebajes artesanales en la madera. Su parte de arriba es resistente por si se necesita golpear con el martillo. Y su parte de abajo tiene mucho filo.  Siempre hay que tener mucho cuidado de no lastimarnos. Ni lastimar.

8.- Pero. Como todo taller, el de carpintería es peligroso. Y además se hace mucho ruido y basura. El martillo golpea. El serrucho corta. La lija es áspera. El clavo lastima. Y nadie quiere recoger el aserrín y la viruta. Ha de ser feo para la familia y sobretodo los vecinos.

7.- Y si llegaste hasta aquí, te regalo este texto que circula anónimo en internet, y que ayuda mucho a reflexionar sobre los trabajos en equipo: todos tenemos defectos y cualidades. Se llama la asamblea en la carpintería:

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. 
Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. 
El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. 
¿La causa? Hacía demasiado ruido!.
Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. 
Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija.
Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. 

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