De regreso, acompañado de Chava Flores

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"Aquí se hornean, nos los traen crudos, ya hechos, joven", me responde seria y cortés la guapa cajera donde venden los "pastes", local cerca de la caseta de peaje en La Antigua, Veracruz. A como nombramos las cosas nosotros, serían empanadas. Solo que muy sabrosas, demasiado sabrosas, diría yo. Hay de sal y de dulce. Entre estas de piña, zarzamora y guayaba. Acompañadas con un cafecito, sentí  que me elevaba al cielo. Es una delicia de la gastronomía. Son de origen inglés, y las trajeron como tradición culinaria los mineros ingleses hace ya más de 300 años. 

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Yo las probé por primera vez en Pachuca, Hidalgo. Era 2015 y hacía mucho frío, de ese que te paraliza y quieres seguir en la cama tibia, condiciones para el amor y la pereza. Pero tenía la curiosidad de probarlos y hambre, por supuesto. Así que de comer algo común, salí a la intemperie para buscar un lugar de venta de los famosos pastes pachuqueños. Y efectivamente, luego de caminar para cruzar la plaza central, con su reloj milenario, llegué a un establecimiento que decía "los mejores pastes de Pachuca". Pedí dos para probar. Los comí allí mismo y pedía cuatro más. Y luego otros más para llevar. Los pedía de los recién salidos del horno. Además el olor a pan que sale cuando se están horneando, es una delicia para el olfato que pocas cosas superan.

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En este último tramo de carretera rumbo a Villahermosa, me hice acompañar, entre mordida y mordida al paste, de la voz inconfundible y letras de Chava Flores. Cronista a detalle, crítico sabio, flósofo de lo cotidiano, fotógrafo sonoro. Así es Don Chava en sus canciones. Hay un disco que fue grabado en vivo. Allí, antes de entrarle sonoro con la canción, hace una introducción, muy a su estilo, y hace reír a los presentes. Y yo las venía cantando junto con él, y contento de su muy agradable compañía. Un viejo que canta con un viejo que sueña. De aquella voz que él tenía en chorros, solo le quedó el chisguete, así lo dice. De mi voz, ¿qué pedo decir? Solo que siempre me piden cante "En silencio" y "Lejos de aquí".

Entres su canciones encontramos "Sábado Distrito federal", que es una panorámica del DF, hoy ciudad de México, en su cotidianidad con sus hormigueros como gente, ruleteros que quieren destinos cercanos, autos sin espacio para estacionarse, cantinas repletas de obreros y oficinistas, hasta llegar en la madrugada a comer caldos para el anticipar preventivo de la cruda. Asimismo la de "A qué le tiras cuando sueñas, mexicano", una reflexión crítica a un modo de ser con el que muchos nos identificamos, cultura del "ahi se va", a "mañana sí te pago", "mañana sí que voy". No que no deba ser en el vivir el instante, sino que nos va llevando a desentendernos de algunas responsabilidades.

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Con las canciones de Chava Flores es más entretenido el viaje, entre la ironía, el sarcasmo, el puntillismo del gran dibujo que somos los mexicanos, arraigados en costumbres, sonrisas, burlas a nosotros mismos y el inmenso amor a nuestro destino final, la muerte. Desfilan muertos, bailadores, jugadores de naipes. Asistimos a fiestas de quinceaños, bautizos y bodas como gorrones. Las organizamos a crédito. Consumimos el "alipus", que nos mueve a pleitos. Y nos asomamos a ver la luna "regrandota, como una pelotota que alumbra el callejón". 

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Hay una canción de él que no había escuchado. se llama La esquina de mi barrio. Y, ciertamente, todos tuvimos y tenemos un barrio, donde crecimos y hemos aprendido. Solo que el cronista Chava tiene una mirada que las graba en la memoria, para luego detallar los comercios pequeños, los personajes, y los sucesos generales que todos recuerdan por alguna u otra particularidad. Hagamos memoria. En mi barrio, por ejemplo, estaba la tienda de Chano, en la que mirábamos las peleas de box; el estaquillo de Don Chema, que luego cerró para abrir una taquería; la panadería de Don Lucio, a donde llegábamos por el pan dulce y los bolillos; el peluquero veracruzano, con su lenguaje de Alvarado, entro muchos otros.

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En todo eso más pensaba mientras escuchaba las crónicas musicalizadas de Salvador Chava Flores, a quien nuestro Chico Ché le cantó "La tertulia". esa que dice en su parte final: "...Yo me hice fuerte y les canté "La carta a Ufemia"/ Que me echo un gallo y un changuito me vacila/ Que me le arranco, pero me detuvo Ugenia/ Si no en el limbo ya estuviera haciendo fila/ Pero ya estaba digerida la jalea/ Pos la mujer del general me hacía la bola/ Fue con el chisme la metiche de Carola/ Y vino el viejo y que comienza la pelea/ Se armó el relajo, sacó la pistola/ Yo, precavido, me escondí tras la pianola/ Llego la julia, pues la llamó Lola/ Y pa la cárcel nos llevaron hechos bola."

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Pero bueno, uno sigue manejando en la carretera. Muy buenas, de peaje en Veracruz. Dos casi de 400. Otras dos de algo más de 300. Y las demás entre 50 y 100 pesos. Y poco a poco nos vamos acercando a Tabasco. Tamaulipas semidesierto. Veracruz con cerros a la distancia y verde. Destacan los plantíos de naranja. Y de pronto está ya el puente monumental Antonio Dovalí Jaime, de Coatzacoalcos. Y dignamente el letrero que nos avisa que hemos terminado la parte de Veracruz y empieza la parte de Tabasco. Viajero, has llegado a tierra de personas de buen corazón, alegres y bailadoras.

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Yo llegué  a Tabasco en 1979, como muchos maestros para la educación y petroleros para Pemex. Los que siempre eran bien vistos por las muchachas cazadoras y sus madres, eran los petroleros qué se sabía ganan muy bien. En segundo lugar los maestros, no pornel sueldo, sino por su forma noble de ser.(digo yo). Reafirmó qué nunca me he topado con personas de mal corazón. Quizá por eso y muchas cosas más acá sigo.

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Les recomiendo probar los pastes calientitos. En La Antigua no hay en los dos lados de la carretera. Solo en la caseta salida al Norte. Si llegas a la caseta rumbo al Sur, entonces habrás de estacionarte y cruzar caminando, con mucho o exagerado cuidado, para comprar y probar los pastes, y una paleta de las que allí venden, que igual, están deliciosas. O bien hacer el retorno antes de la caseta y luego de comprar esta delicia, retornar para seguir tu ruta.









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