Personal de limpieza

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Me gusta ver las calles limpias y los parques limpios. Al verlos siento que respiro mejor.  Con la mirada recorro todos los espacios a mi alcance. Camino por esos lugares y me siento reconfortado. Cuando he ido a alguna playa me gusta verla limpia. Camino entre la arena y siento paz dentro de mi corazón. Y todo ello tiene que ver asimismo con el frente de mi casa, que depende de mí.

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Ayer precisamente miraba a unos barrenderos realizar su trabajo por tramos en un parque cercano a mi casa. Diligentes, unos recogían plásticos y bolsas que el viento había arrastrado a los jardines. Y otros barrían las banquetas. Realizaban su trabajo sonriendo. Y de una distancia entre uno y otros se decían algunas cosas. Y más risas aparecían en sus rostros. Así por varios minutos. Luego terminaron y en un vehículo se trasladaron a otro lugar. Iban cantando.

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Hay un viejo cuento de enseñanza. Dice que cuando iba pasando un camión de basura con los trabajadores, un niño los señala y le dice a su papá: "mira papá, allí van los señores de la basura". Este didáctico le responde: "no, hijo. Ellos son los de la limpieza. Los de la basura somos todos los que la tiramos". Me gusta referir esta lección como si fuera real. Digo, la plática entre padre e hijo. Ayuda a reflexionar.

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Y es conocido el letrero que dice: "la ciudad limpia no es porque la limpien a diario, sino donde menos basura se tira". Es una expresión para hacer reflexionar. No tiro basura y los espacios por donde ando se mantienen limpios. Y sé que hay lugares públicos donde no hay botes de basura cercanos para depositarla allí. Y nos va quedando en las manos. Hasta que una de dos: nos la guardamos en una bolsa del pantalón o mochila, o la dejamos por allí escondida. Nada justifica que la basura quede regada.

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Hay otro tipo de basura. Lo sé. El de la basura mental. Tantas personas enfermas en mayor o menor grado (yo entre ellas). Su mente anda desquiciada por las prisas y presiones sociales. Se nos impone un modo de vida inhumano. Se valora el que avanza aún con tranza. Nos reímos de quien impulsa valores, tachamos de tonto a quien no roba en el puesto. Se les restriega en la cara a los jóvenes el fracaso, la derrota. Se sobrevalora el triunfo, más que participar en los deportes por salud y divertirse. Y así vamos atropellándonos unos a otros. Se dice que alguien es "listo". Y este se lo cree. Y más aún, cree que está por sobre los demás. Y no. La basura mental se genera por todo este tipo de situaciones.

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Nos pasa y nos cansa. Hay quienes se quejan de todo. Los que le echan la culpa a los demás. Su basura mental tratan de dejarla en otras cabezas. Y no se dan cuenta que la suya no desaparece. Sino que se multiplica. Cansan. Cierto que hay quienes estudiaron para escuchar. Y guiarlos en ese laberinto de ideas encontradas y difusas. Solo que ni van con el profesionista, quizá porque no saben de su mal, o porque no tienen dinero. Y así siguen quejándose de todo. Quejumbres son.

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Se dice que cuando sientas tu ego volar. Cuando sientas que estás por encima de todos los demás, te autoexamines y hagas cosas sencillas en tu casa. Lava los platos. Riega las plantas. Barre el frente de tu casa. Y verás cómo te transformas en mejor persona. Y bueno, no es necesario que sientas tu ego volar para realizar esas actividades. Forman parte de los quehaceres cotidianos de tu casa. ¿Que tienes dinero para pagar a personas que lo hagan? Es cierto. Solo que realizar esas actividades te hacen crecer por dentro, ser mejor humano.

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La gran novelista del género policiaco, Agatha Christie (Reino Unido, 1890 1976) decía que los mejores argumentos para sus crímenes se le ocurrían cuando estaba lavando los trastes. Sea realidad o ficción (más que verdad o mentira), muy a su estilo esa expresión refleja dos cosas: una que sugiere horror a realizar esa actividad, y por otra parte que es terapéutica para la creatividad. Claro, cuando se es creativa. No me quiero imaginar que ella no fuera novelista y efectivamente se le ocurriera matar en la realidad, porque entonces fuera ella personaje de nota roja o de novela-realidad.

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Siéntese usted en un parque y mire a las personas. Observe sus actitudes y movimientos. Mire sus manos. Pueden ser vacías, limpias. O manos que llevan basura generada por ellos mismos. ¡Qué distintos son!, y es realidad a veces las imágenes engañan. Puede ser que el de las manos vacías haya encontrado un bote de basura y puso esta en su lugar. O que la haya tirado por allí, detrás de un árbol. Y si lleva la basura en su mano, es porque no hay bote cerca y la guarda para llevarla hasta su casa. Lo mismo hay una diferencia abismal entre quienes sacan a pasear su perro. Los que van muy orondos, muy quitados de la pena. Los que llevan en su mano una bolsa vacía o con heces.

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Cuando yo visitaba escuelas miraba limpieza o basura. Miraba jardines o espacios áridos. Miraba baños limpios o sucios. Y de allí me formaba una idea del personal. Sí, ya sé que alguien dirá que sabiendo de la visita, limpian un día antes para que el visitante se lleve una imagen de limpieza que en lo cotidiano no es. Solo que también es notorio cuando una escuela está limpia para la visita o lo está porque es ya una actitud de la comunidad educativa.

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Siempre mi admiración por el personal de limpieza y para ellos mi reconocimiento a su labor. Sueño conque algún día el hábito de la limpieza sea algo que se inculque desde a casa y se refuerce en la escuela. La limpieza es también algo mental. Y dicen que la limpieza en las escuelas de Finlandia y Japón está a cargo no de conserjes y de intendentes, sino de todos los integrantes de la comunidad.






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