Lecturas en café Parissi

 

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De esta lectura de café de la que les hablo, no me refiero al asiento del fondo que le inventan mensajes tipo oráculos para adivinar pasado o determinar futuro. Me refiero a la que soñadores y utopistas realizan en público para deleite del ego de los autores-escritores y de cinco o hasta diez curiosos que se asoman y se quedan un rato para ver si pescan algo de la sonora, rítmica y bella palabra unida a otra. De esta les hablo hoy, bohemios.

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Cada viernes último del mes se realiza en Café Parissi, ubicado en Martinez de Escobar y Juárez, de Villahermosa, estas lecturas organizadas por el buen Mario Ávila, artista plástico, y la generosa escritora Rosy Pérez. Lo hacen por amor al arte. E invitan a propios y extraños para llevar un texto y leerlo en voz alta, frente a los comensales de dicho establecimiento cafetero y al público que va pasando y se detiene, rodea, pasa enfrente. Sonríe. Pasa indiferente. Curiosos, se detienen como ver un ovni. Reconoce que sí lo es, algo extraño. O se da cuenta que no. Somos una especie de transformer, somos público, somos escritores, lectores. Y estamos allí, sonrientes, platicadores. Es la amistad que nos une, y como pegamento la literatura.

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En este mes de abril ya robado, el tema motivo, fueron las celebraciones del mes: del arte, del libro, del idioma inglés y español y de la niña y niño. Y nosotros, que tenemos el corazón de niño, celebramos igual, con lecturas de poemas, narrativa y declamación. Nutridos los participantes. Atentos los parroquianos en su mayoría. De pronto se escucha una música. El sonido de anuncios. Y la licuadora. Forman parte del ambiente del Parissi, lugar para el diálogo, la charla vivaz y efusiva, donde se compone el mundo, y se platica de todo un poco. Allí en la acera de Juárez, en el café, está instalada la librería de viejo del amigo Jesús. Por cierto, otro Jesús, le compró "Los cachorros y el jefe", de Mario Vargas Llosa. "Fue de usted", me dijo, alegre. Me lo mostró y vi mi nombre y el año en que lo compré 1986. Abracé el libro y me despedí de él. Me dije "va a buenas manos".

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Jesús es conocido como el Profe Custodio. Músico de vocación y profesión, pianista, promotor de lectura y escritor. Leyó, de manera excelente, un cuento del maestro Miguel López Cervera, donde cuenta en ficción del niño Jesús retando con su madre Doña Deifilia. Jesús leyó en la mesa junto con la poeta y maestra, Mari Carmen Luna. Ella leyó, de sus poemas, unos relacionados al amor con las vicisitudes propias de ese sentimiento mezcla de nostalgia y alegría, reminiscencias de un pasado cada vez más lejano. Antes le había comentado que tenemos el plan de hacerle un homenaje al poeta Max. Me dio los datos para localizarlo.

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Vente. Vamos a Parissi. Buen café, en todas sus variedades para los diferentes gustos. Yo prefiero el americano, y tiene buen sabor. Y tiene sus mesas al interior y principalmente al aire libre. Desde allí se puede filosofar sobre el tiempo, las últimas noticias, las chacras, los extraterrestres, el diálogo nacional, los dimes y diretes de los partidos de futbol y los políticos, sobre libros, política internacional, la guerra Rusia-Ucrania, cultura, la inmortalidad del cangrejo, la existencia De Dios, el canto de los pájaros, amores y desamores, etc. Y con el café puedes disfrutar asimismo bocadillos y pan. No te vas arrepentir. El domicilio es la esquina de Martinez de Escobar y Juárez, a una cuadra de 27 de febrero. Los meses allí llegan puntuales. Y el tiempo vuela como si tu estancia fuera un solo instante. Y el tiempo asimismo prueba a detenerse. Ah, y las atenciones, ni se diga, de lo mejor: "Caballero, ¿qué va a pedir?" Y en menos de lo que canta un gallo está allí en tu mesa el caliente café, bebida de los dioses en la tierra.

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En la mesa de lectura me tocó coincidir con la jovencísima Cinthia Guzmán. Yo no sabía que escribía. Declamar, sí. Porque la había visto en un concurso hace como dos años en la biblioteca Pino Suárez, donde ella participó y, no solo eso, sino también ganó. Memoria y estilo sin igual. Y escribe poesía. Y es grato escucharla porque la lee con emoción y énfasis. Yo leí el texto "Si yo fuera profesor", donde planteo con imágenes la diferencia entre profesor y el maestro. Y leí haikús, poemas de tres versos, de 5, 7 y 5 versos. 1. Miro la luna/ sentado en una piedra/ Reina el silencio. 2 Un perro ladra/ A cientos de ratones/ Hamelin sonríe./ 3.Viene un pájaro/ Como la felicidad/ Raudo se aleja.

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Siguió en turno, la polifacética poeta y declamadora Erika Rodríguez Padrón. Por el tema los niños declamó magistralmente "La Guaja". Y leyó con sentimiento los poemas "Espero curarme de ti" y "Los amorosos", del chiapaneco Jaime Sabines. María Reyes, poeta, editora y cantante, líder del grupo cultural Arando Letras, leyó el cuento: "El pájaro que no quería volar" y otro. Suceden cosas. La tecnología no tiene palabra. "Ya lo rompió", de vacile me dijo Cinthia. Porque yo había sido el último en usar el micrófono, y se negaba rotundo a seguirnos la corriente. Fueron por pilas y nada. Al fin cedió y siguió extendiendo el volumen de la voz. 

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A las 7: 30 estaba contemplado terminar el evento, por el sonido facilitado por el restaurant de mariscos de la esquina. Pero era tal la participación, que nos seguimos de frente. Regresó emcionada y festiva Mari Carmen Luna y contó sobre sus inicios en la lectura, y leyó el cuento sobre el caballo que no tuvo y comentó que tiene varios textos para libro sobre ese tema. María Reyes trajo al recuerdo algunos poemas para niños, declamándolos excelente. Luego cerró con broche de oro nuestra amiga Martha Esquinca, maestra de bachilleres y poeta de muy buena pluma.

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Hubo reparto de bolsa de dulces, a como marca la tradición y el canon, por el Día del niño. No vi adultos por allí. Todos recibimos una, y disfrutamos de las golosinas. Alguno y alguna la guardó por el problema de salud a causa del azúcar. Rosy Perez al inicio explicó el motivo de esta lectura de fin de mes. Y leyó poemas propios y de Miguel Hernández. El incansable Mario hizo referencia a la importancia de mantenernos agrupados, y agradeció la disponibilidad de los escritores, de los escuchas, y de los patrocinadores. Y anunció la próxima correspondiente al caluroso mayo.

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Échese una vuelta al café Parissi. No se va arrepentir. Sea para charlar con amigos o amigas, familiares. O solo, para mirar el mundo desde esa perspectiva de la tranquilidad, de una cafetería agradable, la compañía en otras mesas de asiduos u ocasionales clientes. Pruebe del mejor café. Un pan. Compre un libro con Jesús, que los tiene allí, como un universo de letras, a la venta. Y será otro luego de estar allí. 

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Unos niños jugaban entre ser profesor o bombero, malos, buenos, ladrones o policías, que en esa edad no es un reto, saber la diferencia. Dijo uno, el más calladito: si yo fuera profesor, digo, trataría de ser maestro. Que parece como sinónimo, pero hay una gran diferencia. Enseñaría de las nubes, con las nubes mismas. Y el huevo y su yema conocerían con lo mismo. Y haríamos brotar las semillas. Y mariposas estudiaríamos en dibujo, no disecando. Lo mismo con las ranitas, conocerlas en su salt. Y saludaría con gusto, a los alumnos, como si fuera por fiesta… Y si fuera profesor, trataría de ser maestro. En eso llega el profesor, y me jala la patilla, por jugar en la hora de clase. Digo, si lo fuera.”






 

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