De viaje 8 (La amistad)
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"Yo no creo en la amistad", me dijo C, una amiga teportera en 1995. Hablábamos de varios temas. Yo hice referencia a la amistad. Y ella aseguró rotunda sobre la inexistencia de ese sentir de unión entre las personas. "Yo sí creo. Aunque tenga pocos. Y si tuviera un solo amigo, seguiría creyendo. Y si ese amigo dejará de serlo por alguna razón, Yo seguiría creyendo en la amistad con la esperanza de volver a tener una amiga o amigo". Esa fue mi respuesta.
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La vida me dio la fortuna de la amistad. Y del amor. Y siempre ando asegurando a la menor provocación que son esos sentimientos los que le dan sentido a lo "humano". Los que mueven a la humanidad. El odio también nos mueve, pero en sentido contrario a eso que consideramos humano. Borges plantea la diferencia entre uno y otro: el amor requiere presencia y frecuencia. La amistad, no.
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Claro. Es un sentimiento que hay que cultivar. Y sí, se cultiva de casa, en la camaradería familiar. Es construcción social. Por eso se dice que los amigos son los hermanos que uno elije. La raza lo dice de manera guapachosa: "Dios los cría y el diablo los junta.
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"¡Ya, dí lo que quieres decir!" Mi amigo Zamora y yo fuimos al Restaurant Ricardo. Antes, "Mi ubicación" de maps le dio brújula y pasó por mí. Al instante nos saludamos con entusiasmo. Y empezó una charla amplia, de confianza, como si nos reuniéramos cada semana. Y no, ya han pasado algo así como más de 4 décadas. Estábamos chicos cuando dejamos de vernos. Yo me fui a Tabasco a trabajar de maestro de básico. Un año después él se fue a Villa Azueta, Veracruz. Cinco años por allá y regresó al estado.
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Yo lo admiro a él por su tenacidad, por sus logros y por el humor que tiene, el cual prodiga y alegra a su alrededor. Hace ameno el ambiente. Las primeras enseñanzas de notas musicales aplicadas en la trompeta, las recibió de su abuelo. Y posteriormente fue el maestro Juan Pablo Puente, en la secundaria, quien lo impulsó y motivó. Desde hace años dirige el mariachi Gala, el cual fundó. Y trabajó asimismo de maestro y dentro de un programa de apoyo a niñas y niños que sufren algún tipo de violencia. Fue en la secundaria donde nos conocimos. Coincidimos no en generación, sino en el amor a la música. Formamos parte del mariachi y la estudiantina. Y en la Normal en la rondalla tipo Saltillo. Y en la edad de la secundaria nos reuníamos para ensayar ariel con las percusiones, para lo cual utilizaba sartenes en desuso y bote grande vacío de pintura. Un muchacho moreno, delgado, copete tipo época del rock, de nombre Tolín era el vocalista, con timbre de voz parecido a Javier Passos.
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Se nos fueron rápido las dos horas y minutos más. Guayines norteños el desayuno. Ambiente cálido del restaurant. Y la memoria activada sin filtros para contarnos en un resumen breve por la que hemos pasado de sabores principalmente y de algún sinsabor de la vida personal. Cada quien platicamos lo propio de nuestras familias, hijos, hermanos y padres. Tengo amistad con su hermano Víctor, quien de muchachos ambos fuimos guardias juveniles del parque El Laguito los domingos y nos ganábamos algún diberito por pedirle se bajaran los adultos de los juegos de niños y las parejas no se besaran y acariciaras delante de todos. Usábamos chacos, arma de origen oriental, que por cierto nunca usamos, más que en las prácticas.
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A muchos temas pasamos revista. Sobretodo a los que tienen que ver con nuestros gustos y aficiones. Cada uno con la historia propia. Los caminos como líneas paralelas que en algún punto se cruzan. El deber ser que significa nuestra misión en la vida. Y el fin inexorable de esta. Y la pamba que nos da la vida para bajar los humos. Y están b8en losnsueños y anhelos, solo que hay que aterrizarlos siempre. Y las circunstancias determinan la manera y magnitud con las que se materializan estos. Es destino. Es el dedo de dios. Es la toma de decisiones si tomamos por el camino a o el b. Y a esto le sumamos la desidia. El tiempo pasa veloz. La estación se mira al fondo del camino.
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En Matamoros tengo los amigos necesarios. Ni pocos ni muchos. Nací, crecí y a los 20 años me fui al sur que también existe. Hice amistades. Y en Tabasco vivo desde kos 19 años 11 meses. Tengo amigos y amigas, igual. Ni pocos ni muchos. En ese transitar amistoso la vida no me debe. Ni le debo. Mas allá de decir que malos entendidos me quitaron a unos y la muerte me arrebató a otros. Y cada quien ha recorrido tramos distintos, mira panoramas distintos. Nunca he tratado de adoctrinar a nadie ni de convencerlos de que lo rojo es verde o viceversa. Guardo silencio en discusiones estériles. Y no externo opinión si no me la piden.
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