Dos

Entre los 17 y 19 años se me trababa el pensamiento al decir alguna palabra. Mas bien se bloqueaba. El pensamiento claro se negaba a exteriorizar algunas palabras. Por ejemplo el dos, entre otras. A la salida de la Normal me iba caminando con mi novia P. por la calle Sexta un buen tramo, que da entrada a Matamoros y llega al puente internacional. Platicábamos de todo. Yo leía en voz alta los anuncios. Ella reía y me apretaba la mano. Yo iba muchas veces sudado porque la hora previa a la salida me la pasaba jugando basquetbol. O en invierno íbamos super envueltos con chamarras y suéteres para que el frío casi nos fuera indiferente. Pero a veces esto no era posible, entonces decidíamos abordar el camión. Lo esperábamos acurrucados. Los ojos brillantes y deseosos de vida. Jóvenes. Sonrientes. Plenos. Conscientes que nuestro futuro era de maestros de escuela. Por lo tanto dichosos. Y ya luego en minutos aparecía el Chocolate de la Mariano (el autobús) y lo abordábamos. Ella subía primero. Yo atrás. Al instante de decir la cantidad de boletos a pagar no podía pronunciar dos. Y daba mi billete y le enseñaba al chofer los dedos en forma de V de la victoria.

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