Vayan, mis palabras
Vayan, mis palabras. Y vuelvan. Abracen al polvo y acaricien el musgo. Encuéntrense con la lluvia. Y el quemante sol. La vida es contemplación y movimiento, viaje interior y exterior. Para la ruta sigan el olfato propio. El de la inspiración. El de las circunstancias. Dialoguen con los animales. Con las plantas. Con la nada. Vayan. Con los locos. Los desquiciados. Con los poetas. Sin soberbia ni ira. Sin egoísmo placentero. Sin enojo. Vayan desprovistas de bisutería. Aléjense de las palabras huecas, de la mentira. Vayan a encontrarse con la vida. Con los sueños. Con los anhelos. Divertirse en esta oportunidad de aventura. Briosos corceles monten. Empuñen fríos metales. Remonten las alturas. Y vayan también por los caminos trillados. Por los mercados. Por los pequeños y malolientes casas de huéspedes. La vida nos ha asignado turno. Y ustedes son mis compañeras. Mi destino.
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