Leonor y Juan, mis padres, de quienes tengo su mirada, y su forma de hablar. Ernesto, mi cuñado mayor, hermano, quien me contó y escuchó, y escuchamos juntos a los Alegres de Terán. Don Guillermo Morelos, doctor, que fue de mi familia en Tabasco, con quien acudí cuando mis cuitas, a su consultorio y su casa. Miguel López Cervera, que recién se fue, lagarto mayor. No olvido Miguel, tu manera directa de ser, y cuando en mi cumpleaños 45, en Casa de la Cultura de Cunduacán, me cantaron el Himno a la alegría en alemán. El Gordo Jacinto Villela, con quien canté corridos en la escuela Normal, y en los camiones también. Maldita diabetes, lo atracó. Ciprián Cabrera Jasso, poeta tabasqueño, quien me distinguió con su amistad, y cuyo nombre lleva mi andador, en su honor. Lupe Morín y los hermanos Jorge y Manolo Castillo, mis amigos y hermanos de antes de los veinte años, con quienes pasé compañía tantos momentos. He sabido de los golpes de la vida. Donde te quedas sin hablar, ni aliento. Solo pe...