Mi barca no tiene timón ni velas. Por tanto el viento la arrastra aquí o allá. Sin consideración. Al proceloso mar o al calmo río. Sin importar calor o frío. Y entre tanto pasa el paisaje. El cantar de las sirenas. Y el guiño. De las escurridizas palabras.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam