Internet y redes sociales para pescar incautos

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Miro al niño. Tiene unos diez años y vende dulces. Y su estrategia es que le compren si adivina el resultado de una multiplicación que le planteé el potencial comprador. Y entonces empieza el juego: "¿5 por 6?" "¡Uy, ese es de niños. ¡No, de cifras más compleaso! 30". Y el cliente le lanza una que parece imposible en cálculo mental: "¿12 por 125?" Y el niño, apenas en una fracción de segundo, como si ya los tuviera en la mente, responde: "1500". Y el cliente sigue con otras dos más. La última, con precisión hasta de diezmilésimas: "¿150 entre 29?". Y el niño responde: 5.1. Y para sorpresa de quienes lo estamos viendo, desgrana: 5.1724137931. Y yo, que soy testigo, me maravillo de su cerebro que tiene esa capacidad sobresaliente al común de los niños, no solo de esa edad, sino de cualquiera.

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El vídeo por internet se hizo viral. Y más porque se ve a un niño pobre, sin padre, que por necesidad no llega a la escuela, para ayudar con los gastos en su casa, que nos imaginamos, como tema de tango argentino. El papá murió. La mamá con sus fatigas trabaja en lo que sea. Y el niño, el pobre niño, lanzado a la calle por la necesidad, pero deslumbra con su inteligencia matemática. Y sin poder estudiar. Pero oh, es una actuación. Buena actuación. Y no está mal que lo sea. Aunque creo que por ética al final debería tener un letrero que aclarara: "Esto es una actuación, y se hizo con el noble fin de visibilizar a los niños en situación de calle, etcétera". Pero no. Hasta que varios periodistas lo descubrieron y denunciaron públicamente. Allí quede el caso.

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El internet tiene eso. Hace circular verdades, medias verdades, mentiras, medias mentiras, y todas las combinaciones que puedan darse en esas afirmaciones, las cuales van conformando la deformación del pensamiento público.  Y las redes andan en busca de peces, para la gran pesca. ¿Pescadores de buena fé? ¿Pescadores que abusan de la buena fé de los peces? ¿el pez grande se come al chico? ¿Este anda buscando a otro pez más chico? ¿Nos han convertido en peces, a quienes nos ponen anzuelos con carnada apetecible? ¿O nos ponen señuelos para que los sigamos? El caso es que las redes allí están a la espera de que caigamos dentro para dejarles algo nuestro, entre dinero, ideas, o tomemos como verdad lo que es engañifa.

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Miras en internet un anuncio. Y de inmediato quieres comprar no un paquete, sino dos o más. Hasta para vender. Cincuenta herramientas, cuyo valor comercial de ¡cada una! sé bien que anda en los 1500 pesos. Pero digamos que en mayoreo cada una sea de 1000. Pero todas ellas "porque están saturadas las bodegas, y ya está la nueva producción", por esta vez ¡todo el paquete a 999 pesos! O un kit de cámara fotográfica demarca conocida con lentes y demás, con valor de 30 mil pesos, a solo 999. Y muchos caen. Porque es publicidad mundial. Hasta un amigo reacio en todo, hace días publicó una queja donde externa su malestar de manera vidente con enojo e impotencia por este tipo de anuncios. "¡Ya cayó! el angelito!", dije dentro de mí.

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No creas todo lo que dice internet. Porque hay veces que lo hace evidente, para recapacitar. He visto, por ejemplo, esos memes donde viene una frase, y el agregado en letras chiquitas de "Frases que José José nunca dijo". O luis Miguel. O quien sea. O ese título de "No crea todo lo que dice internet", con foto de John Lennon y nombre en letras "Rigo Tovar". Esto, por supuesto, a manera de juego. Pero cuando se trata de enganchar para pagar algo, allí sí está la verdadera estafa.

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En las redes pescan niñas para la pedofilia. En las redes pescan mujeres jóvenes para la explotación sexual. En las redes, pescadores son atrapados por tiburones, sea hacia un fin u otro. En las redes pescan trabajadores para llevarlos a otros países y son tratados como esclavos.  Y en las redes hay libros pdf y música para localizar material que uno quiere leer o escuchar. EN las redes hay invitaciones para asistir a obras de teatro o toquines de música. En las redes se anuncia objetos para compra. Y allí en las redes se atraen a compradores incautos que buscan carros económicos y acuden para encontrar el asalto cuando les va bien y la muerte en el peor de los casos.

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José era mi alumno en primer grado de telesecundaria en el 2019. Listo el niño, de los que miran cáales culturales en su casa. Él y otro de sus compañeros competían en búsqueda de temas. Al día siguiente acudían a donde yo estaba en el recreo para platicarme de los temas que habían visto la tarde anterior: significado de años luz, hoyos negros y hoyos de gusano (Einsten Rosen), estrella muertas, lugares de la tierra donde no se transmite el sonido, la vida de los osos polares, etcétera. Antes de la Semana Santa encargué a todo e grupo una crónica (o relato) de cómo habían pasado las vacaciones. Les di sugerencias e ideas. Les platiqué de las semanas santas de cuando mi infancia. José me adelantó que él iba a Cancún e Isla Mujeres en avión. Que su hermano mayor ya había pagado a una agencia de viajes.

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Pasaron los quince días. Y volvimos a clases. Y en la clase de español pedí que empezaran de uno en uno a leer sus crónicas o relatos. Uno de ellos fue José, quien contó por escrito que les habían cometido fraude. Emocionados llegaron al aeropuerto. Su hermano hizo fila hasta que llegó al mostrador. Y al mostrar su boleto, le comentaron que le habían cometido estafa, que el boleto era falso. Y no tuvieron más que pasar la Semana Santa en casa, porque les habían timado con sus ahorros, que ni para ir a Playa Bruja de Paraíso les habían dejado.

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No dudo que haya páginas reales y serias de agencias de viaje que te llevan al fin del mundo por unos cuantos miles de pesos todo incluido. Pero debe haber una capacitación nacional de cómo identificar las páginas reales de las falsas. O una Ley que impida las publicaciones de páginas y portales fraudulentos. Hay inclusive páginas igualitas a las oficiales de la Secretaría de Relaciones Exteriores (y no dudo que de otras dependencias), con sus mismos logos de identificación y esquemas para trámites muy parecidos. Solo que hay quienes hicieron cita, imprimieron el comprobante y al presentarse puntuales en el lugar donde les correspondía según "su trámite" resulta que la página de internet era falsa.

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Me llegan a mi muro de Facebook muchas solicitudes para amistad de mujeres de la Army de Estados Unidos, destacamentadas en Siria. Y miro sus fotografías. Y me digo a mí mismo: "las benditas redes sociales ayudan tanto para difundir lo que uno hace, entre textos y memes que mi fama ha llegado hasta las zonas de conflicto, y les ha motivado a ellas a solicitarme amistad. A aceptarlas raudo y veloz voy. 


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