El que sabe leer, puede escribir cartas de amor

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Otros tendrán habilidades verbales. Pero yo tuve mi primer novia gracias al lenguaje escrito. Al principio con recados. Luego con transcripción de poemas o versos aislados. Y más luego, con cartas perfumadas de dos o tres hojas escritas de lado a lado. 
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Don Juan, mi padre, llegaba todas las tardes con el periódico vespertino. Quizá era El gráfico (de Matamoros). Y en él por lo regular era una nota roja que destacaban para atraer clientela. Y mi padre era uno de ellos. Llegaba a casa, y se sentaba en el patio a leer con la lentitud del que va aprendiendo. Y lo hacía en voz alta con deletreo mientras iba imaginando en cámara lenta los sucesos. Y nosotros con su lectura nos enterábamos de un atropellado, un choque, un asesinado. Yo estaba ya en sexto grado, así que mi lectura era en silencio y con rapidez. Yo leía a veces la misma nota, para imaginar en cámara rápida, las notas deportivas y el horóscopo para saber cómo me iba ir en el amor y en el dinero. Al terminar lo dejaba en cualquier lugar, con las hojas revueltas. Mi padre se daba cuenta y me daba una regañada: "Así no fue como lo tomaste", me decía. 
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Cuando empecé a leer, a los 5 años, en casa, con mi hermano mayor, iba descubriendo un montón de cosas, porque era en los libros  escolares donde aprendí a saber lo que decían esos signos que solos no dicen nada, y juntos van representando lo que existe, lo que sucede, lo que pasa. Pero empecé a leer y leía todos los anuncios que encontraba a mi paso, tanto los nombres de las calles, los anuncios de próximos bailes, como los nombres de los comercios y la propaganda de los partidos políticos.
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Parte importante del uso de lo escrito era que podíamos mandar mensajes. Lo veía en mi padre cuando dictaba sus cartas a mis hermanos mayores. Me llamaba mucho la atención que mi padre dictaba "aquí", para referirse a donde estaba su hermana quien leería la carta, no al "aquí", lugar donde se estaba escribiendo. Y empezaba la discutidera con mis hermanos. Mi padre terco de que era así como él decía, y mi hermano a que era a como él. Finalmente no recuerdo quién ganaba. Me llamaba mucho el final al despedirse y se me quedó muy grabado:"hermana querida, más quiero verte que escribirte". Expresión de mi padre que yo utilizo en mis cartas para mís amigos lejanos.
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Y todo lo escrito estaba en los libros en los grados consecutivos. Los temas me embelezaban. El saber de los romanos y griegos antiguos, lo de los inventos, lo de las máquinas simples, lo de los heroismos en las luchas armadas, lo del Pípila, lo fe Miguel Hidalgo en el romper las cadenas de la esclavitud, la vida infantil de Benito Juárez con su flauta de carrizo, y todo lo que iba apareciendo. Si bien a la comprensión ayudaba el dibujo, lo escrito era lo que nos iba contando los temas. Yo llegaba al mediodía a mi casa a platicarle a mi madre lo que había aprendido.
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A veces me imagino sobre qué hubiera pasado si no se hubiera inventado algo, y en este caso la escritura. Pero asimismo si no se hubiera inventado la imprenta, o la telefonía móvil, la televisión o el inetrnet. Y puede parecer ocioso este tipo de pensar, pero puede ser que valoremos más lo que tenemos. Siguiendo esa ruta de imaginar ¿cómo viviríamos sin la escritura? Sin libros, ni periódicos, sin anuncios, sin documentos de acta de nacimiento y matrimonio, sin biblias, sin enciclopedias, sin Quijote de la Mancha ni Cien años de soledad, sin nada de historias escritas. Tendríamos solamente el lenguaje oral. Pero podríamos imaginar igualmente: ¿Y si no hubiéramos inventado el lenguaje? Seríamos solo animales en la naturaleza. Y es probable que la naturaleza estuviera mejor sin deterioro, sin contaminación, sin concreto.
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Donde se escribe, donde se imprime es el soporte. En el inicio fue en piedra grabada, en tablillas de madera y cera, en piel para pergaminos, hasta que finalmente se descubrió el papel a como lo conocemos. Y el soporte durante mucho tiempo fue el papel. Hasta que vino el soporte digital. Cada uno tiene sus pros y sus contras. Y deberíamos reflexionar sobre eso.  

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El periodismo en su soporte impreso se va adecuando a los avances tecnológicos. Y lo grave sería que dicho avance significara su desaparición, como parece si no nos detenemos. Se va adecuando porque las transmisiones de notas recibidas de lugares remotos eran por teletipo, las fotografías salían de cuartos oscuros. Luego vino el fax. El sonido de las máquinas en las salas de redacción era lo común. Llegaron las computadoras. Con ellas la formación en pantalla con el Page Maker y redacción silenciosas en pantallas negras, y guardados en esos discos flexibles. Hasta el caso ahora de la dificultad de sacar el impreso, porque todo gira en lo digital. Muy pocos periódicos impresos, como una especie de resistencia. Sostener esos medios es un acto de amor a la humanidad. Y para escribirle una carta de amor a la humanidad hay que saber leer y escribir.

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José Vasconcelos -a nivel de estadista y visionario-, Secretario de Educación cuando Álvaro Obregón, de los que se hablan como giales con el presidente, de tú a tú, de los que respeta y admira el jefe del ejecutivo, vislumbró un destino lector o no lector, y propuso y ejecutó una política educativa social mediante la qué impulsó la impresión de libros y su distribución por todo el territorio nacional, a la par de una amplia campaña de alfabetismo. El desarrollo individual y social tiene como base la alfabetización. Y este a veces parece rebasarnos ahora en el nuevo concepto de analfabetismo funcional, ese que sabiendo leer no lee, ni de chiripa.
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El lector lo es en cualquier soporte. Y lo contrario. Renegar del adelanto que llega es por demás, hasta esfuerzo inútil. Y si por ejemplo imagino cómo seríamos sin los inventos señalados, habría que hacer un ejercicio de imaginación de cómo seremos con la normalización de la inteligencia artificial (IA). Yo por ejemplo tengo temor que se de cuenta dicha IA que no lo somos tanto. O apenas tenemos la mínima para comer y trabajar.



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