El triste y doloroso caso de Lucito Dupoy

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Qué pasará en el cerebro, del que a matar se decide. Sin importar la condena qué le den por merecida. ¿Qué sentimientos abriga?, ¿Qué lo lleva hacia el delito? Hay morbo, hay saña, hay heridas de la infancia. Y si acaso queda impune. Mas corresponde una celda, y el encierro por vida. Ahora le cuento otro caso, que sucedió en la Argentina.

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Lucio tenía cinco años. Y vivió crueles tormentos. Sus padres se separaron. Padre y madre se entiende. Había desavenencias, normales en tales casos. Uno por un lado, la otro por el otro, como tantos otros casos. ¿Y el niño, hemos de preguntarnos? 

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Vericuetos del destino, laberintos de la vida. El padre tenía otros planes. la madre también los tenía. Quedó con sus tíos paternos. En acuerdos con un año. Y firmado ante la Ley. Y podían visitarlo. Ambos padres por derecho. Y se va cumpliendo el destino. No eran lugares cerquita, las residencias de ambos. Y llegó lo del covid. En sus casas cada uno. Las restricciones del caso. Lucio quedó con su madre, mientras pasa la pandemia. Y allí empezó su calvario.

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Como el de muchos infantes, el poeta señalaba: "carne de yugo, ha nacido/ Más humillado que bello,/ con el cuello perseguido/ por el yugo para el cuello/... Contar sus años no sabe/ y ya sabe que el sudor/ es una corona grave/ de sal para elaborador.../ Trabaja, y mientras trabaja/ masculinamente serio,/ se unge de lluvia y se alhaja/ de carne de cementerio..."

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Del destino nadie escapa, ya lo decían los helenos. Ejemplo en lo de Edipo, de la tragedia famosa. Al nacer este niñito, el augurio fue muy cruel: cohabitará con su madre y asesinará a su padre. Y rehuyendo al destino, Estos de él se deshicieron, mandándolo a la montaña, para que allá se muriera.  El encargado del caso, no cumplió bien su misión, siendo de buen corazón, lo regaló a campesinos, claro, pareja sin hijos. Y con el paso del tiempo,  se cumplieron los augurios: Edipo mató a su padre, en pelea entre dos extraños. Y la costumbre mandaba, que se gana pleito y viuda. No hay ni para dónde hacerse, El destino bien se cumple, por más que busquemos vueltas. Eso decían los griegos.

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Volvemos con lo de Lucio, una tragedia tan cruel. La madre con su pareja, lo torturaban a diario, de diferentes maneras: gritos y golpes siempre. Y lo más criminal: se les pasaba la mano. Al hospital lo llevaron, como en tres ocasiones. "Se cayó", justificaban. Y las torturas seguían, hasta en abusos sexuales. Los vecinos escuchaban que a la radio le subían, para ocultar los lamentos, los gritos desaforados, y el llanto de Lucito.

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El caso estaba en los jueces, en el pleito por custodia; la decisión ya tomada, que con la madre quedaba.  ¿Y los estudios del caso? ¿Y las historias de ambos? ¿Y la visita a la casa, donde el infante estaría? Todos esos son datos, para tomar decisiones, que aseguren un ambiente, de sanidad para el niño. mas todo quedó en el aire. La decisión se tomó, sin análisis del caso. Y sabemos los sucesos: hasta la muerte de Lucio, un angelito divino.

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Duele pensar el infierno, en que Lucito moría. Duele que nadie intervino. Todos se evitan problemas. Todos son indiferentes: ¿dónde estaba el policía?, ¿dónde la jueza del caso? ¿El padre hasta dónde hizo? Pero yendo más allá: los medios que malinforman, la educación fracasada, "tanto tienes tanto vales", "a ti te falta malicia". Y la molicie de todos, la sutil indiferencia, mas los afanes de lucro. Y así vamos decayendo, en sociedades suicidas. Duele pensar todo eso. Hasta que pasan sucesos, como el de que ahora hablo. Hasta que pasa a nosotros, es que alzamos nuestra voz, y ya demasiado tarde.

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En la ciudad Santa Rosa, conocida de La Pampa, en el país Argentina, el hospital Santa Evita, 2021 es el año, en el que Lucio falleció. Las causas fueron los golpes, propinados con gran saña. La maldad no es privativa, de ninguno de las partes. Hay que mirar con pericia, lo que alrededor sucede, y prevenir si es posible. Magda, el nombre de la madre, de apellido Espósito. 24 años de edad. Su pareja Abigaíl Paz, de 27 cumplidos. Culpables ya declaradas, prisión perpetua su sino. 

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No esperemos estos casos, para tomar las medidas, preventivas necesarias. Eduquemos en valores y procuremos espacios, para que jueguen los niños, y aprendan cosas de arte. Se nos va haciendo tarde, si no tomamos conciencia, de lo que ello significa, en la formación del futuro. Son conductas criminales, quienes roban presupuesto, de escuelas, arte y deportes. Y el presupuesto en general. Eduquemos en valores. No hay ni habrá otro camino.  Mientras tanto recomiendo, veamos a nuestro alrededor, a los potenciales Lucios. Torturado es el extremo. Hay muchos Lucios con hambre. Muchos Lucios sin escuela. 

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Del vate Miguel Hernández: "...¿Quién salvará a este chiquillo/ menor que un grano de avena?/ ¿De dónde saldrá el martillo/ verdugo de esa cadena?/ Que salga del corazón/ de los hombres jornaleros,/ que antes de ser hombres son /y han sido niños yunteros."   




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