Apuntes sobre el libro Polvo erguido y otras ausencias


Permítanme una cita sobre la poesía y lo que representa para el ser humano. La dice en la película “La Sociedad de los poetas muertos”, el maestro de Lengua en un grupo: “no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión.  La medicina, el derecho, el comercio y la ingeniería son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo y el amor son cosas que nos mantienen vivos”.

Agradezco a Óscar Enrique la invitación para presentar este libro, el cual en su título lleva dos palabras con dos imágenes poderosas, se llama, como bien saben, “Polvo Erguido”. En la primera palabra (polvo) se reitera el destino de todo ser vivo, nada somos más de lo que seremos, polvo. Y la otra (erguido) nos recuerda el distintivo esencialmente humano de caminar bípedos, la diferencia entre los homínidos, que caminaban a cuatro patas, y solo en muy raras ocasiones en dos,  y el sapiens, que esencialmente camina en dos, y además tiene un cerebro más grande. Aunque muchos lo olvidemos regularmente, y andemos encorvados. Y andar encorvados es una imagen que utilizo para referirme a la indiferencia no tan solo hacia el sufrimiento, que ya es decir bastante, sino indiferentes a las artes, a la belleza.

Bienaventurados entonces los que tienen amigos poetas. Porque de ellos es el reino de la plática. En la plática con ellos, siempre animada, se nota que dichas palabras tienen vida propia, porque sueñan y vuelan. Como si alrededor volaran fantasmas, mariposas, duendes, ángeles y diablos, palomas y águilas. Porque con esas mismas  palabras cuentan de sus anhelos, nos motivan e impulsan a que nuestra pláticas sea con sustancia e imágenes. Porque nos hablan de libros y de futuros proyectos editoriales. Siempre es una plática enriquecida. Solo que como a ellos les es tan natural, no se dan cuenta del prodigio que realizan donde quiera que platican, sea en clase, en reuniones sindicales, en charlas de café con amigos o amigas, y en otros sitios donde es menester el silencio tibio.

Y sucede a veces en ocasiones que nos dicen nuestras esposas, una, la respectiva: “Y cómo es que tardaste tanto platicando con ese tu amigo?”. Pues sencillamente porque es poeta.

Son los poetas como si fueran magos, como si fueran el flautista de Hamelin. A ese riesgo de caer y elevarnos. Y si eso lo hacen con las palabras, ahora imaginémonos que dichas palabras las tenemos en los textos escritos. En el caso que nos ocupa hoy, en quince poemas de nostalgia y una prosa desesperada.

El poema más antiguo que viene en el libro está fechado 2005, y en 2021 el más reciente. 

Pero la poesía deviene en palabras por escrito, originados sin pasar por la razón, sostenidos por el sentimiento, por las sensaciones que percibimos a nuestro alrededor. Alguien dicta desde quién sabe donde. Y el poeta, humilde o soberbio, se somete y da cuenta como una crónica versificada, donde queda registrado lo que le duele, lo que le marca, lo que bien sabe él que no vuelve y  añora. Pero es tan necesario el poema, porque lo mismo que siente él, lo sienten todos los integrantes de la tribu, la sociedad, el generoso pueblo. Es en ese sentido que están conformados los poemas de Óscar Enrique.

 

El libro “Polvo erguido”, del que hablamos hoy, contiene 15 poemas y al final, con el que cierra el ejemplar, un bello relato en primera persona, que es muy cercano a la inmensa mayoría de quienes se dedican a escribir. Este texto, al final del libro, hace referencia a un hecho común y ordinario de los fines de semana de muchos escritores -al fin de cuentas hombres ordinarios- por más que tratan de rebelarse y revelarse. 

Los poemas están agrupados en un conjunto total, siendo los primeros ocho relacionados con ausencias, titulados “polvo” con su numeración correspondiente. El poema 9  es sobre la desconocida bisabuela Fidencia, cuya ausencia para el bisnieto es común a muchos, como a mí mismo, que me pasó no solo con los y las bisabuelas, sino a mí fue el conjunto de los abuelos tanto paternos y paternos, nos fueron desconocidos). La tiene muy presente a través de su genética descendente. Otro poema es el nombrado epílogo,breve, con el número 10. Los otros, el poema 11 se llama Acusados y acosados, y cuenta del terreno que van ganando, con la justificación de la “modernidad”, las nuevas carreteras, los patios pavimentados, nuevas plazas como vulgares planchas de concreto, a la arboleda en declive (y esto sucedió en un espacio específico del que habla el poema), pero nos sucede en todas las ciudades y la periferia, como si nos cercenáramos bárbaramente los pulmones. El poema 12, “Mi calle”, pletórico de nostalgia. Luego los poemas Frida 2 y Frida 3. En la línea de los poemas por último un soneto bien medido. Casi todos ellos dedicados, como un abrazo fuerte a las personas, como una apuesta por la amistad; menos el Polvo del medievo, Mi calle y Frida 3. Y finalmente la prosa, donde el personaje describe una mañana de domingo en que se dispone a escribir; pero hay otros planes del destino, personificado por los amorosos muy cercanos, quienes quieren asistir a un pasadía en casa de un familiar, donde habrá pescado y carne asada, y finalmente el destino se cumple. Y hay que ir, buscando la conciliación entre lo que se quiere y lo que se  requiere alrededor, y la manera en que se concilia. Una manera de guiñarle un ojo a Josefina Vicens, nuestra peque poco leída, la de El libro vacío y Los años falsos. 

Todo lo anterior es la parte formal, un formato del libro casi cuadrado, poco convencional en las ediciones. Y breve, que siendo bueno es doblemente bueno; el libro “Polvo erguido” es de apenas cincuenta páginas, que dicen que se lee en una sentada. Y está muy bien cuidado en sus interiores, tanto en el tamaño como en el buen tipo de  letra, que nos permite leerlo con comodidad. Cincuenta páginas. Excelente papel. Un buen libro. Y en concordancia con su contenido. Apenas recientemente me estaba quejando de manera juguetona de los tantos libros que se publican por todos lados, pero sin duda hay algunos que agradecemos salgan a la luz. “Polvo erguido” es uno de ellos.

Pero dejemos el ojo puesto al libro físico, que ustedes tendrán y podrán maravillarse, y vamos a echar algo de vuelo, para hablar de los poemas.

Empecemos por los polvos, que son los primeros, pero no como el conjunto de ellos, sino la individualización de cada uno. Se evoca a los muertos, a los que más no están sino en recuerdos poderosos, que poco a poco se iran desdibujando en pálidos recuerdos,  estos poco a poco se irán difuminando.

Yo creía que esas ausencias referidas como “polvo”, eran las acaecidas del 2020 al 2022, como resultado de la pandemia Covid. Y veo las fechas y refiere a ausencias anteriores. Pero el hecho poético lo registra independientemente, si fue antes o después el desgarrador dolor es exactamente el mismo. 

Todos los poemas son muy buenos. Solo que me permití escoger cuatro para hablar de ellos. Y los escogí, por la imposibilidad de hablar de cada uno de ellos. 

Polvo nocturno IV

Para Edgar, el sobrino primero en partir:

Entre otras cosas:

“…Tu gente va y viene por los rincones

buscando no sé qué,

pero en el fondo

buscan encontrarse contigo en algún momento de sus vidas

y colgarlo en la memoria para justificar sus afectos…”

 

En socorrido verso libre Óscar hace sentir la sencillez de estar platicando para uno mismo. Esa es la grandeza de los poemas intimistas. Que al leerlos sentimos que es uno mismo quien habla. Querer rebelarse ante el dolor, rebelarse ante el destino, querer regresar la película y evitar la partida, no importa cómo hubo de presentarse. El poeta escribe con sangre, con dolor, con misericordia a sí mismo y los más cercanos, sabiendo que no hay vuelta atrás ante el misterio de la vida y en la muerte.

 

El verso libre es el distintivo del poemario, a excepción, como dijimos del soneto. Y acudo al segundo poema de mis afectos

 

Hay en todos ellos una reflexión, de ser apenas partícula de vida, y ser eslabones de cadena. Esa reflexión viene desde lejos, transita entre algunos de nosotros, sobretodo en el poeta y el filósofo, escudriñar sin llegar a conclusiones sobre el andar aquí, de conocer a pocos, de los tantos que sucedieron antes de nosotros, y los que estarán después de que nosotros habitemos el ancho campo del olvido:

“… Pienso entonces

en todos aquellos que nunca conocí

o que jamás sabré si estuvieron en el mundo

¿cómo eran sus rostros?

¿Cómo habrían sido sus vidas?

¿Dejaron alguna linea escrita, esbozo de un dibujo,

frase que aún repitan sus ancestros

o una piedrecita robada en la infancia del río de su pueblo?...

 

Temas que nos invaden más temprano que tarde, que nos asaltan en cualquier hora del día, no porque algo podamos resolver ante los delirios del tiempo y lo fugaz y efímero de la vida, sino porque estamos para irnos, cconciencia de que ya nos estamos despidiendo, y escribir, y escribir poesía es una manera de aferrarnos a las paredes del pozo donde caemos en ese irnos, en ese irnos cada instante.

 

Y del otro:

“… y aquí estamos otra vez, vueltos al medioevo,

Amurallados en castillos pero al mismo tiempo prisioneros

Cercándonos cada vez más el temor que se cuela por als puertas

Invocando la séptima trompeta

Con la sonrisa clandestina

Y puntual inquisición para saludo, caricia, beso, abrazo…

Proscrita la reunión a no más de uno.

Y la ausencia es cada vez más puntual entre nosotros…”

 

Deja constancia el poeta de esos años fatídicos, de temor y miedo, de huidas y lavado de manos, sin lavarnos las ideas, de mirar como mortal siempre a los otros, al que se descuidó, o escuhar de que eso no existe, es el plan universal para el control de la población, quitarle tres ceros a la cifra tota de habitantes del planeta. Y toda plática empezaba de que murió fulano, está internado zutano, y el remedio mejor este o este otro. Y empezamos a llamarnos sobrevivientes, sin tener idea de por qué o para qué, si tarde que termanos soltaremos anclas, depegaremos velas, e iniciaremos la transformación en el polvo anunciado por trompetas, y la palabra erguido ya no nos representará absolutamente nada.

 

 

Con mi agradecimiento reiterado, Óscar, por esta invitación para hablar de tu libro, hasta aquí le dejo. Regocijado con la publicación del libro, abrazo 

tus poemas y me impongo de tarea escribiré mi texto sobre la imposibilidad de escribir dentro de casa. 

Polvos erguidos somos aún; seamos siempre polvo amistoso, enamorado, apasionado.

 

Antonio Solís Calvillo

 

Cunduacán, tabasco; a 4 de feberero de 2023

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