Chicos, ¿pero qué han hecho?

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En Villa Gesell pasó, en la Argentina del tango, lo que ahora aquí les cuento: ocho muchachos mataron a otro de su misma edad, de nombre Fernando Báez. Estaban en un bailongo, celebrando vacaciones. El local lleno a reventar, no cabía ni un alfiler, lo que es propio de empujones, a cada paso que daban, por lo que inició la gresca. Los guardias intervinieron, y a los rijosos sacaron.  Hasta allí todo iba bien, aunque el presagio es tormenta. 

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Y atención a lo que cuento: hace tiempo yo miré, hace como cuarenta años, en una tienda de juegos, donde el padre en la máquina, alentaba mucho al hijo, para atropellar personas, y ganarse puntos en el juego. El niño era de ocho años, y su mirada brillaba, por cada persona muerta. El padre muy jubiloso, de todo ello se alegraba, y mucho más lo alentaba. El niño ganó el juego al fin. Y el padre le dio su premio, con un abrazo muy fuerte. El juego había terminado y se fueron a festejar, orondos y complacidos. 

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La ficción y la realidad, en ocasiones confunden. El "game over" significa, que el juego ha terminado. Y te regresas a lo real, a asumir obligaciones. La norma a todos nos rige, si somos mayores de edad. Y a responder como adultos, la ley nos marca fronteras entre lo bueno y lo malo. Y eso en la escuela se aprende, pero primero en la casa, esto nunca usted lo dude. O lo aprendes a los golpes, aunque eso ya no nos guste.

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Ya casi al amanecer, emboscaron a Fernando, ya lo tenían en la mira. Cuando lo localizaron, se le fueron en jauría. Como si fuera pelota, pateaban en la cabeza. Le dieron duro y tupido, sin pensar las consecuencias. Los amigos de Fernando, trataron de defenderlo, pero entre todos que eran, hicieron una muralla. Primero cayó hincado, y él les pedía clemencia. Luego cayó de bruces, y lo siguieron pateando. Y en menos de un minuto, ya lo habían asesinado, y para colmo, lo siguieron pateando. Era desigual batalla, ellos ocho y él solito. ¡Vaya ni batalla era! sino criminal abuso. Sus amigos intentaron, romper la barrera hecha, pero con gran resistencia, los rugbies lo impidieron, con la fuerza y con el odio. Y allí quedó ya bien muerto. Lo que sigue aquí lo cuento. 

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Los asesinos se fueron, a cenar sus hamburguesas. El triunfo celebrarían, como si fuera proeza. Fernando quedó inerte, todo muy ensangrentado. Y es que hay deportes como armas: los puños del boxeador, las patas para patadas, de jugadores de futbol. Y el rugby y el americano, es conjunto de todo ello: el cuerpo para tecleada, las patas para patadas, y puños como si balas. Armas ya son contra uno, mucho más si echan montón, como en el caso que hablamos: ocho contra uno solo. La ley marca que es crimen, doblemente agravado, por la alevosía y ventaja. Y la ley marca en castigo, que queden bien recluidos, pero por toda la vida. 

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Tres años duró el juicio y acaba de terminar. Hubo videos como prueba y más de treinta testigos. Hubo saña y perversidad, clemencia ni por asomo. Hubo bajeza y ruindad, hubo aplomo y seguridad, en lo que estaban haciendo. Patadas y más patadas, golpes sin consideración. Reitero ocho contra uno. Y más con el poder de ser, los jugadores de rugby, con estrategia y certeza. Seguros estaban ellos que ocupar la fuerza es bueno, para ganar la partida. Solo que no era en juego, sino un pleito desigual. Y  metidos ya en el juicio clemencia ellos pidieron, para que no los juzgaran, como tenían merecido. Cinco a cadena perpetua. Tres a prisión por quince años; esta ha sido la condena

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¿Puede evitarse el destino? ¿Puede evitarse lo escrito? ¿Prevenirse puede lo malo? ¿O todo ha de suceder, como si fuera planeado?  Cierto es que al hijo se quiere. Se quiere evitarles males. Solo que no se sabe, de qué manera tratarles. Se educa en el revés: de que a fuerza hay qué ganar, de que importa más tener, que hacer crecer nuestro ser. El alcohol deja ganancias; el que no tranza no avanza. Es real filosofía para imponer la maldad. "Te falta malicia", dicen.  Y le agregan remachando: "ser bondadoso es de tontos", "ser honrado no importa". Y así están las consecuencias en toda la sociedad  Y nos estamos quejando del egoísmo fatal, causa de todos los males. Al viejo se le deshecha, se cosifica a mujeres, el niño que crezca si puede, y la vida no vale nada, bien dijera José Alfredo. 

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Miren si no hay razón: cierran centros culturales, o les quitan presupuesto. La educación poco importa. Arréglense como puedan, parece ser la divisa. Indiferente a la norma, despreciando a las leyes el avestruz se ha  escondido. El ejemplo que se pone, a los niños y muchachos, es ganar a toda costa. No importa su educación, ni el manejo de emociones.  

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En el juicio de los hechos, pedían perdón y clemencia. Uno de ellos se desmayó, al escuchar la condena. Y no era para menos, pasar la vida en la cárcel a nadie se le desea. Por eso se recomienda, tener presente el consejo, de reprender a los niños, y corregirlos de chicos. No se puede ya de adultos. Ya vimos lo que sucede, por dejarlos a la libre. Una madre sin su hijo. Las otras muy compungidas, con sus hijos en prisión. Y para todos la vida. A excepción de los tres, que su condena es de quince.  Pongámonos en su lugar, aunque se nos haga difícil.

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Mientras tanto me despido, tengo cosas por hacer. Mas no dejaré de insistir, y lo dejo por escrito, que estamos en el revés, de lo que deberíamos hacer: los campos abandonados, las calles y parque sucios, sin juguetes para el juego, el alcohol en toda fiesta,  Aprender un oficio es necesario, sin olvidar que robar es fatal, pues nos vamos degradando. Mas también tenemos culpa, como en la Fuenteovejuna: si el funcionario no roba, decimos que es tonto.  Mas para terminar, aquí una cita les dejo: "El niño que no haya sido abrazado por su tribu, cuando sea adulto quemará la aldea para sentir su calor".

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"-¿Quién mató al Comendador?

-Fuente Ovejuna, Señor." (Todo el puebo)

Es decir, todos a una. Esto hay que recapacitar. Unos por callar. Otros por no interesarse. Otros más por consentir. Otros por pensar "a mí no me pasa". Mas cuando el.mal llega a casa, quisiéramos culpar a todos los demás, sin recapacitar, que hemos sido indiferentes a lo que a otros les sucede. Pero es tarde ya. Buenos días, hasta mañana






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