Los tantos libros

Los tantos libros
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Vamos rápido hacia el estadio humano en que se publique un libro per cápita. Digo, al paso que vamos. Espero que dichas publicaciones sean de papel reciclado, o de otro material, para no acelerar la tala inmoderada e incivilizada de los árboles. Y esto lo afirmo ahora que precisamente ando ilusionado y acelerado en publicar precisamente un libro más.
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De hace algunos años para acá abundan los libros. Sea de editoriales grandes, medianas o chicas. Y de todos los temas para satisfacer todos los gustos. Y de hace pocos años abundan aún más. Como si fuera una explosión de delirio o la única manera de vivir, que publicando un libro, uno cuando menos. Y todo empezó con aquel visionario Gutemberg en 1450, culpable de que los libros se hagan en mayoreo. Y claro, con el impulso de la conseja popular de: tener un hijo, plantar un árbol y publicar un libro, aunque sea insulso.
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Antes de tal suceso (invención de la imprenta, que consiste en placas con tipos de plomo móviles, que forman la página) pasaban años para duplicar tan solo un libro. Lo hacían los copistas, en monasterios, quienes encerrados en una pequeña habitación, donde no salían en catorce horas, a mano copiaban fielmente las palabras del libro original. Lo hacían muy lentos y concentrados, con el fin de evitar un error, porque en todo caso había que repetir la hoja entera.
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Ahora veo anuncios de editoriales independientes que ofrecen publicar, desde veinte ejemplares, tu gran obra por tan solo 80 pesos cada ejemplar. Y te ofrecen seriedad y responsabilidad. Yo a veces me animo a pincharles en su dirección de internet. Y de allí en adelante me llegan insistentes correos y mensajes watsap, muy cariñosos y amables, donde me recuerdan terminar el trámite iniciado, y tan solo esperan mi maravilloso texto que miles de lectores, tal vez -me aseguran- ya lo están esperando. Además de mis datos de tarjeta bancaria, claro.
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Además me ofrecen por módicas cantidades más, la corrección de estilo y ortográfica, y hasta presentaciones públicas en París, Londres, Moscú y Mérida; por supuesto con pagos vía crédito de traslados en avión, hoteles del nivel que yo seleccione y traductores. Todo a mi cargo, por supuesto. Y como plus, asimismo me ofrecen publicarlos en otro idioma, mínimo cinco ejemplares, en chino mandarín, turco (que están de modas las telenovelas) y ruso.
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A un amigo poeta tabasqueño le pasó, que se equivocaron de idioma -ya había pagado-, y su libro, cuyo nombre escogieron ellos "Grandes poemas", fue publicado en chino mandarín. Y allí anda este mi amigo, por las calles de Villahermosa, como alma en pena, ofreciendo sus libros a precio de costo, aunque ni él tiene seguridad de que realmente digan lo que un productivo día escribió. Pero ya en su curriculum le ha agregado: Y su libro "Grandes poemas" ha sido traducido a varios idiomas, como el chino mandarín. Aunque yo sé de cierto que en una anterior edición sus inconexos poemas fueron traducidos al español legible. Quizá por eso fue la confusión de la empresa editorial independiente. Ah, y en la portada, que también se la diseñaron, es una fotografía de un solo grano de arroz sinaloense,
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Se publican tantos libros en estos tiempos que circulan ejemplares infestados con errores ortográficos. Yo entiendo que al publicar el libro, la empresa editorial es culpable de tal desaguisado en lo ortográfico, y ni se diga en lo sintáctico ( y mucho más si lo cobró). Pero el dícese escritor, asimismo tiene parte de culpa, porque al final de cuentas el posible comprador (que no siempre es lector) se fija en el nombre del autor, y no en el de la editorial "Soletón", o algo parecido.
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Todo esto lo reflexiono ahora que ando interesado para publicar un nuevo libro. Y ando entretenido buscándole título. Ya he encontrado títulos como estos: "El cura que vendió su BMW", "La fruta que vendió su dignidad", "Crimen sin castigo", "Bailarina de porcelana", y algunos otros parecidos. Otros más: "Yo robaré poquito (no como los otros)", "Mi primera novia". Tengo dos amigos especialistas en poner títulos a sus libros, Jaime y Dios. A ellos acudiré para que me ayuden a ponerle a este, que ya casi tengo listo. Ya voy en su tercera revisada para corrección, y le sigo encontrando más errores con categoría de horrores.
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Se publican muchos libros aquí y no creo que en China sea igual. En descargo del tema tratado, diré que los de todos mis amigos y amigas son libros muy necesarios e imprescindibles para el desarrollo humano. Muchos libros de quienes soy su enemigo (ellos míos no) son muy buenos y algunos excelentes. Y de desconocidos no sé mucho, porque trato de releer, más que leer novedades. Ya anda cada vez uno con menos tiempo, para perderlo en los veinte libros anuales publicadosde un escritor español, los treinta libros de uno sudamericano, y los doscientos de un autor mexicano.
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De tantos, hay que seleccionar. Al respeto lo dice Marco Valerio Marcial en uno de sus epigramas más conocidos: "¿Por qué no te mando , Pontiliano , mis libritos? Para que tú no me mandes, Pontiliano, los tuyos."
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Hay mucha oferta de libros, se publican muchos. Hay menos demanda, se lee poco. Y así vamos. Ahora también se imprimen por demanda. Hay editoriales que venden libros, pero solo lo imprimen cuando alguien hace el pago de compra. Lo cual no está mal. Porque hay menos libros en bodega. Y menos libros cuyo destino como papel es el reciclaje. Llegará el día en que cada mexicano haya publicado un libro. Y no haya leído ninguno. Y esto último es lo realmente grave. Qué digo grave, catastrófico.



 



  

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