Maravilla, las plantas

1. Hace como cuatro años fui a un vivero de los tantos que hay en los alrededores de la ciudad."Deme un arbolito de mandarina y otro de toronja de la rosada". La guapa señora me llevó a una esquina y me mostró y vendió dos plantitas. Y a los dos días, gustoso y esperanzado, fui al terreno a plantarlas. Ya me imaginaba yo en unos dos años cuando mucho emocionado con el floreo de ambas y gracias a Dios por la maravilla de la vida y la reproducción, cosechando mandarinas y toronjas que me encantan. 

2. Y cada vez que iba los miraba creciendo. A veces entraba de contrabando una vaca de la vecina y le mordisqueaba las hojillas, y quizá las incipientes espinas le hacía detenerse. Así, contra viento y marea las dos plantitas iban creciendo, a pesar de esas dificultades. Yo esperaba el momento de la maravilla del floreo, que suelta un olor agradable, el azahar, y que alegra los alrededores. Y más me imaginaba regalando frutas a mis vecinos y vecinas en bolsitas de plástico transparentes. "Sí, de mi terrenito", les decía alegre y satisfecho en el dar.

3. Y no, las plantas crecieron. De eso ya como cuatro años. Y nada de frutos. No las he regañado ni he intentado nada. Los y las amigas me sugieren doctos que le eche mucha agua. Y no le eches mucha agua. Otras que les alimente con fertilizantes. Y otros, no que la tierra ya los tiene. ¿Las sembraste en luna llena, cuarto, creciente o menguante?. ¿les rezaste? Hay que encargársela al santo niño de Atocha o San Juditas, que ese sí resuelve cosas difíciles.  ¿Ya las regañaste y amenazaste con cortarlas y hacerlas leña? Me dicen, me sugieren, me preguntan.

4. En cambio cerca de ellas, como a unos 15 metros fue creciendo una plantita de cítricos solita, a la que la vaca de la vecina -ni yo- no le hizo caso. Es más, nació y creció pegada a la cerca del camino entre mala hierba. Y yo la iba viendo, pero como no fue comprada en vivero, realmente como que no le hice caso, porque ni sé si sería limón, lima, toronja o mandarina. El caso es que nació y creció sola y siéndome indiferente. Y hace como dos meses le vi florear. Luego dos limoncitos pequeños. Es realmente limón mandarina. Y ayer llena completamente, como para mostrar el desafío de la indiferencia, el reto de que se le ignorara, como decir, "yo sí, y esas de tu vivero, nomás no".

5. Y como está a la orilla del camino, la mitad de frutos los tiene para ese lado, con sus ramas frondosas y llenas de frutos, y la otra mitad hacia adentro del terreno. No dudo que por allí se estacionen a tomar cerveza los sedientos del camino y corten unos limones para ponerle a su bebida. O los que asan carne pasen a cortar sus seis u ocho limones de ese bello árbol de limón-mandarina. Yo mientras tanto ayer corté unos 30 y llegando a la casa me preparé una jarra de refresco.

6. Y las otras dos ¿qué hacer con ellas? Salvo los amigos que sepan qué se les hace, me puse a buscar videos en Youtube. Y hay un youtuber especializado que propone soluciones demasiado fáciles. Una de ellas es cortarle las ramas nuevas. Y explica que esas plantas requieren mucho sol, entre el 90 y 100%. Entonces el follaje intenso de hojas, solo le permite la entrada a pocos rayos. Y la planta no distingue si quieres hojas o frutos y se especializa en un bello follaje. Pero nosotros queremos sus frutos, los pájaros y las ardillas también.

7. Lo de regañarlas tengo experiencia en ello. Tuve una mata de papaya en mi pequeño patio. Allí tirábamos las semillas. Y una plantita sobresalió entre todas y fue creciendo hasta llegar sorprendentemente a los 5 metros. Altiva, bella, frondosa. pero no daba flor y por lo tanto no había fruto. Una vez dije fuerte a una de mis hijas: "El próximo sábado voy a cortar esa mata que solo ocupa espacio y nada de fruto". "Sí, papá, yo te ayudo". Y ese sábado no tuve tiempo, y lo dejé para el siguiente. Solo que oh, sorpresa. Para ese sábado ya tenía las flores para fruto. Y a los dos meses bellas papayas panadol de casi cuatro kilos cada una. Y así por unos cinco años, hasta que un viento fuerte la tronchó.

8. El otro remedio que dio el youtuber -se ve que sí sabe- para mi limonero y toronjil sin frutos es que haga una mezcla de ceniza, detergente y agua, y se lo eche al follaje. Esta mezcla lo que hace es que seca la mayoría de hojas. Y al verse en esa condición el arbolito se da cuenta  que no queremos tanta hoja, sino los frutos. Y se dedica a ello. Aclaro: no es que entiendan lo que decimos, sino que sienten la diferencia del vibrar armónico de las palabras cariñosas y el vibrar inarmónico del regaño. En este caso el secar sus hojas es el mensaje. Y a las pocas semanas empieza el floreo. Así dice el youtuber. Las plantas son inteligentes. Si no lo fueran ¿cómo iban sobrevivir como especies vegetales por siglos?

9. Son dos arbolitos en los que tengo puesta la esperanza de que me den frutos. Si no funcionaran los consejos recibidos para el regaño, el corte de ramas nuevas e hijos y la mezcla de jabón con ceniza, entonces habrá que ir viendo qué otro consejo puedo encontrar en esta búsqueda. Rezar no creo que ayude, pero lo intentaré por si las dudas. O abrazarme a ellos aunque me espinan y les diga que los quiero mucho y le cante unas canciones acompañado con mi guitarra. O invite a una carnita asada a amigos y amigas cerca de ellos y sientan la buena vibra del amor y la amistad. Pero de que darán fruto seguro lo darán.

10. Y al otro, al que creció solito, al que nunca vi, ni esperé nada, le agradezco su existencia y generosidad de darme sus limones, fruto y esencia de su existir. Y no solo a mí, sino al que pase por el camino, y los pone allí para que cojan dos o tres, los que necesiten para darle sabor a tu bebida o comida. Ya les contaré qué pasa con los otros, los de vivero, los que parecen gemelos, y con el viento sus ramas se acarician, como sis e amaran.

11. Mientras tanto con mi guitarra: "Han nacido en mi rancho dos arbolitos,/ Dos arbolitos que parecen gemelos,/ Y desde mi casita los veo solitos,/ Bajo el amparo santo y la luz del cielo./ Nunca están separados uno del otro,/ Porque así quiso Dios que los dos nacieran,/ Y con sus mismas ramas se hacen caricias,/ Como si fueran novios que se quisieran.". 

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