Mamá

1. "Llama a la puerta una señora. Dice que es su mamá". "No puede ser mi mamá. Ella murió hace veintitrés años". Me dije para mi mismo. Y se escuchó en voz alta. "Se parece a la de la fotografía que tiene en la sala". Me dijo, y salió. Yo acudí hacia la puerta. Y efectivamente era mamá.

2. Pálida, pero más viva que nunca. Seguro soñé que murió. En su cabello negro resaltaban algunas canas y la infaltable sonrisa. Pero tenía mis dudas si fuera sueño. Porque recordaba exactamente y con detalles sobre su muerte, velorio y entierro.

3. Y ella aquí, más viva qué nunca. Había tocado a la puerta. Y he acudido a abrirle. Es ella. No tengo duda. ¿Y la muerta de aquel invierno crudo del 2001? ¿La qué enterramos entre familiares y amigos? Pienso todo ello rápido, mientras la abrazo y camino con ella al interior de la casa. Le ofrezco sentarse. Y le traigo un vaso de refresco. "No tengo sed", me dice. Y agrega qué hace años como qué poco siente hambre y sed. Lo cual no es raro para una persona de su edad.

4. Yo conocí a mi madre como a los tres años. Me llevaba a todas partes de la mano casi siempre y otras cargado. Miraba su pelo negro azulo oscuro que brillaba con el sol. Tibieza en su seno. Vigor al llevarme de la mano. Recorríamos tramos de la casa a la tienda. De la casa al centro de salud. De la casa a la de una vecina. Y en el día a día la miraba desde mí mismo haciendo labores del hogar. Porque nacemos cuando la razón, no antes. Podemos ser cualquier cosa, entre carne viviente y en crecimiento. pero es la razón la que nos va dando pistas de la vida. Ella me conoció desde antes que naciera, lo supongo.

5. Mucho de ella tengo grabado. Solo que al final fue su muerte, de la que ahora dudo. Madre, madre, sé que no estoy soñando. Sé que estás muerta. Madre, sé que estás viva. Sé que eres real, porque te toco. Porque me toco. Y siento tu tibieza. Y siento tu frialdad, tu rigidez. Y te miro ahora  sentada en la sala de mi casa. Te miro más fuerte que nunca, más vital. Y Alí está tu foto en la pared. Allí andan tus nietas. Y me preguntas. Y te contesto. Como siempre lo hacíamos. Como siempre lo seguiremos haciendo.

6. Mi madre me mira como siempre. Con esos ojos café azabache, casi negros que le brillan como tizón por su risa espléndida. me cuenta de lo poco que recuerda de su niñez. De su adolescencia. de su llegada al norte. Y de los tantos desvelos con nosotros."Los empachos", decía. Mi madre no ha meurto. la tengo frente a mí. Y me le acerco y me abraza como siempre. Pasa su mano por mi cabeza. Mis cabellos entre sus dedos. "Me dijeron que escribes", me dice orgullosa, ella que no sabe leer ni escribir. Me mira y se mira en mí, productos e ella, sangre de su sangre. "Escribo". "¿Y sobre qué? Léeme algo". Y saco mi teléfono donde guardo en digital algo escrito. ¿Qué leerle que no sepa? ¿Qué leerle que le guste?. Y me acuerdo del texto sobre mi nombre.

7. Me escucha y se ríe. "Hay cosas que inventaste pero te quedó bien". En el texto que refiero hago alusión que a cambio de curarme, ofreció al santo patrono De la Iglesia ponerme el nombre: San Antonio. El cura le preguntó en el bautizo el nombre que sería mi destino. "Antonio". Y como era la moda el de dos nombres, el cura preguntó: "Antonio, qué más?", "Antonio nomás", respondió mi madre. "Eso lo inventaste", me dice a carcajada suelta. "Sí, pero cuando menos hubieras cumplido la manda de manera completa. "¿Cómo?" "Poniéndome el nombre completo de "San Antonio". "Qué bueno que no te lo puse porque me saliste de ojo alegre". "¿Acaso preferirías que fuera de ojo triste?" "Eres un demonio", concluye, riendo.

8. Murió o no murió mi madre, pienso, mientras la miro. Le ofrezco de comer. "Ya te dije que no tengo hambre. No es que esté enferma, solo que hace años que apenas como. Pero no bajo de peso. Bueno algo sí. Cuéntame de tu vida. ¿Por qué ya no volviste a Matamoros? Y yo me quedo callado. Desde que murió he ido una vez cada año. Y cuando vivía iba dos o tres veces. Por eso me sorprende su pregunta. Quizá cuenta desde hace veinte años las visitas que poco hago al panteón donde la enterramos. Casi no voy, porque sé que ella no está allí. Los muertos son despojos de quienes ya no son. Ya no existen. Radicamos en el pensamiento. Y si este no está, ya no somos. pienso mientras la miro.

9. La miro vivita y coleando, como es el decir. me acerco y la abrazo. Y siento su cuerpo tibio, como siempre. Sus ojos chinescos bien abiertos. Poca huella en su cara de la viruela. Su cabello se mantiene vital ahora entre cano. Ya tiene 95 años bien vividos. No es un sueño. Pudiera serlo, me digo, si ella murió. Pero aquí está. Me ofrece prepararme atole. Café, le digo. Pues bien te preparo tu café y yo un atolito. Mientras platicamos, la muchacha que nos ayuda en lo doméstico entra a la sala y nos mira. Un tanto a mí, otro tanto a ella. Sonríe. Es diciembre. En estos días mi madre representará el papel de sus últimos días. Y yo el de días previos a quedar huérfano.

10. Yo soy consciente. Yo recuerdo. Yo doy vueltas a la noria. Yo tengo 64 años. Mi madre tiene 95. Yo me voy acercando a ella y ella a mí. Porán pensar que estoy loco. peor no. Ella se acerca a ver la pantalla donde escribo. Y me pide que le lea. Yo empiezo como en el principio. Primero la vacilo con las primeras lineas de la Biblia que me sé de memoria. "En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas"...  Peor no laengaño. me da un cariñoso golpe en las costillas. Y me dice, de lo tuyo, de lo tuyo. Y empiezo: ""Llama a la puerta una señora. Dice que es su mamá". "No puede ser mi mamá. Ella murió hace veinte años". Leí para ella y mí mismo...

11. "Sí que estás loco, ya me quieres matar. No. Escribe, te voy a dictar:  Vine a ver a mis hijos y nietos... Ellos se sorprenden agradablemente.  Y yo contentos de verlos de nuevo. Es mi historia familiar que les voy a contar. No sé leer ni escribir, solo que he empezado a dictar... "



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