Cierre temporal

  

Cierre de casa cultural por venta 


Antonio Solís Calvillo

¿Ha escuchado haikús? Son una miniatura de poemas con estructura tradicional de tres versos con, respectivamente, 5-7-5 sílabas. Y el primero es, en general, una imagen en relación a una estación del año. El segundo es el asombro. Y el tercero es el ceseo o la cesadura, una invitación al silencio ante la maravilla. Los tres con imágenes. Esto nos lo dice el poeta José Luis Solís López, quien nos visitó en la sesión del taller literario. 

Y no solo eso, sino que nos comentó sobre la circunstancia de sus dos haikús que lo hicieron ganar en concursos de Cuba y Japón. Y precisa: entre varios ganadores. Si me falla la memoria, sea culpa mía. Cuenta que le dijo a su esposa fueran a ver su árbol. Como fue primer director de CEIBA, él y Laura Ramírez Rasgado, sembraron precisamente una ceiba pequeña en la entrada. Y cuando llegaron la regaba un jardinero. "Permite que yo la riegue", le pidió al trabajador. Y este, algo sorprendido por la petición, le pasó la manguera. Vio sus ramas sin hojas. Éstas en el suelo. Y así. Guardó la imagen y ya en su casa escribió prolijo en la brevedad:

 

“Vientos del norte

El árbol que he regado

ha deshojado.”

 

Y el origen del otro haikú. Fue al ISSET, y vió como a una niña le inyectaban y quizá por el miedo previo daba de pataleos.

“Y allí la sensibilidad del poeta:

Cold Christmas

when injected 

the little girl kicks”

 

“Navidad fría 

a una niña inyectan

pataleteos.”

 

Y así la charla por varios minutos. Estábamos en la.última sesión del taller literario en ese mítico lugar. Todo él, de negro. Zapatos formales. Voz e ideas claras. Nos transportó al milenario Japón con su plática, amena e informada.

Distinta la sensación en el taller, porque era el cierre. La última sesión. Previo una comida a quienes llegamos temprano. Todo el lugar para una mesa larga. Yo veía ambiente de último compartir de alimentos. Sí, como última cena. Al frente de mi ubicación, Delia y Jaime. A la derecha de Jaime, Kristian Antonio Cerino y su bella familia. A mí derecha en la mirada Gibrán Delfín, Fidencio, Edgar y Edy. En mi línea de sillas, Nancy en mi izquierda. Y a mi derecha Jackeline, entre ella y yo, José Luis. Mi "primo". "Sí quieres ser feliz, júntate con un Solís".

Luna, silenciosa, de un lado a otro. Inquieta. Escuchaba atenta. No era hora de que hablara. Quizá se animara ya después de la función de stand up, con alguna bebida de  aliciente. Qué se yo.  Mientras tanto recibía las caricias que asimismo eran despedidas. Cuando menos por semanas y quizá meses.

"En la otra vida me llamaré Nora" fue el cuento de Nora, que diga, de Nancy Balleza. Bien estructurado. Con un final inesperado. Porque de pronto parecía que era una sirvienta muchacha la del amorío. Y no. Era un muchacho, bien plantado, y enamorado en reciprocidad con su amo casi de la misma edad. Y sucede que... hay que leerlo. Y Eddy continúa con la zaga de Silvano, muchacho al que le pasan un montón de peripecias y humillaciones. Y vinieron las siempre críticas a manera de sugerencias. Me parece que... etc. Yo creo que... y más etcéteras. Lo común de los talleres. José Luis Solís: "¿Y el nudo?" El nudo por allí. Y el final inesperado. Allí conté el ejemplo en un cuento breve, que nadie debe de imaginarse cómo termina un cuento. Y hasta se pueden dar pistas falsas.

El cuento tradicional, bla, bla, pero en ocasiones la estructura se invierte, y los cuentos aunque pierdan en formalidad de la estructura, ganan en ritmo y juego de palabras. Y por allí. José Luis gozaba el ambiente informal aparente y de camaradería. "Uno como coordinador debe alentar", digo. Uno es maestro de escuela, en mi caso, y sabe lo que eso significa. No importa que los talleristas no lleguen a ser escritores, pero que sean lectores y mejores redactores de textos, que les ayude en la actividad profesional que desempeñen, y eso ya es ganancia, Que sean más claros y precisos. Y si redactan con belleza, mejor.

La poeta Reynalda Cliff presentó su libro de poemas "Dijeron no". Bellos y sentidos poemas, algunos de tipo social, los más de tipo amoroso. Ya teníamos presión por la hora, cerca de las 8, que estaba programada una función de Stand up, con Gibran Delfín e Inundeshion, que ya estaban allí, a la espera de su turno. 

Y vinieron las palabras finales, las de despedida, tanto de este que escribe, como de Jaime a nombre de Casa Alebrijes, nuestra casa, y de José Luis Solís, el poeta de la belleza en la brevedad del haikú.

Generosos, Delia y Jaime le habían regalado una guitarra acústica a Eddy, como premio a la amistad y a su dedicación asidua de asistente, y quien había manifestado su interés para aprender a tocar ese instrumento para llevar serenata a las chicas, como un deber ser.  

Y no hay despedida que no sea sentida. Dos años de un servidor con el taller literario. Tantos que han asistido. Mal sería olvidarse de algunos. Paola Tejeda, que no pudo llegar. Isaías y Lupita que andan caminando por las colonias, visitando casas. Angel Mendoza Solís que estudia en la Ciudad de México. Angel Valdivieso, que estudia Letras en Xalapa.  Y cómo olvidar a Don José Fernández, hermano de Luis Alonso, el fundador de la Cueva Alebrijes, que ha cerrado las puertas con esta sesión, por motivos de casa en venta.

Pero renacerá como el avebrije Fénix, de las cenizas.

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam