Amores eternos que duran meses o algunos años

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Naces, creces y mueres. Y en ese trayecto suceden muchos encuentros y desencuentros. Algunos casuales, como ir a un café o bar y encontrar una mirada prometedora o retadora.Y otros no tan casuales, como coincidir en un grupo de escuela. Una cita médica. O ser vecinos, con los inevitables encuentros casi diarios.  De eso trata la vida. Hubo una vez un amor que se grabó en agua, porque era para siempre. Y hubo otro que se grabó en piedra de hielo. Y el invierno quedó petrificado. Mas las estaciones son cíclicas y pasan. Son muy comunes los amores de Primaveras y verano. Sin descartar los de otoño o invierno.

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Ellos hacían una pareja linda. De ensueño. Ella irradiaba sensualidad. Él entereza y alegría propia de esa edad de adolescentes. Ambos lo eran. Se conocieron en el grupo de prepa. Él buscaba su mirada, retirados que estaban entre las filas. Y ella hacía como que no se daban cuenta. Eran destinados a una historia de amor perfecta. AL fin luego de varios cruces de miradas él le pidió que fueran novios. Todo esto me lo contó él. Lo que yo vi es su participación en un concurso de baile. Ellos bailaron como dioses la melodía de Fiebre de sábado en la noche, que interpretara John Travolta y Olivia Newton. Ovacionados toda la melodía obtuvieron el primer lugar. Y yo estaba contento. Mi amigo y su novia triunfadores, con esa sonrisa en pareja que causaba envidias en casi todos. Luego no supe más. Tres años después la vi a ella con otro. Y a él con otra. En nuevos intentos de la especie en los amores eternos.

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Naces. Según cada circunstancia, eres la resignación de un miembro más, una boca más qué alimentar. Nadie sabe tu destino. O eres el descendiente concebido dentro de un plan de pareja, y eres esperado y mimado antes del nacimiento, así que el arribo de un nuevo cuerpo con alma es un verdadero acontecimiento, previo baby shower. Y vas creciendo. Uno más en la especie. Un futuro ciudadano más.

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Creces. Cruzas triste la primaria. Entre aprendizajes inútiles. Burlas y golpes. Consejos que no comprendes. Y chancletazos para que en la próxima te defiendas. Vas descubriendo el mundo. En la adolescencia hay crisis existenciales. Tiens novia. Haces el amor. Le encuentro sentido a la vida. Queda ella embarazada. Lo hablas con tu papá que te da una regañiza. Se conocieron en la preparatoria. Y padres con padres arreglan la boda que los unirá por siempre, hasta que la muerte los separe. Nace una niña bella, heredera de todos los genes, una muñequita, que es la alegría de ambas familias. Mas el amor empieza a salir por la puerta, mientras la pobreza entra por la puerta principal. entran a la universidad, y son muy distintos, en carreras distintas. Y encuentran al amor de su vida. Se separan con reclamos y maldiciones. Nada que ganar ni perder. Se divorcian.

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No importa la edad, te enamoras. En preescolar de tu maestra, lo cual es un amor imposible. A menos que pase el tiempo, y suceda que tengas 20 y ella cuarenta y dos. o Tengas treinta y ella 52. Como le pasó a Macron con su maestra de secundaria, y que parezca de novela, o locura. Y que ya en edad legal te le declares con ese amor que parece no ser a la medida, y ella decida divorciarse de su actual pareja y te acepte y se casen y sean felices. El caso es que a toda edad te enamoras. Yo estaba en segundo grado y me enamoré de mi maestra. Ella era la encarnación de la diosa de la belleza. Yo la veía y le ponía la mayor atención posible para aprenderme lo que ella explicaba. Yo le miraba su falda corta y su sonrisa. Solo que nunca más la volví a ver y la recuerdo.

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El caso es que en la vida te enamoras por siempre varias veces. Son los amores que llegan como relámpago. Y son eternos no porque duren por siempre y para siempre, sino porque dejan huella en el corazón, la piel y en el alma. Y cuando es el momento de la relación, parece como que se camina sin pisar la tierra. Y todo se ve distinto. Mas inevitable ese amor eterno dura menos de lo que se esperaba. Hay amores eternos que perduran, un poco más. De eso se trata en la vida. Y ese durar más es solo en los recuerdos. Una canción de moda dice la historia. Porque a todos les sucede lo mismo.

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El primer encuentro sucede en cualquier lugar. En coincidir en asiento de autobús. En el momento que miras a la cajera de un super, y cuando vas de nuevo quieres pagar donde ella está entre tantas. A veces coinciden en la oficina de divorcios porque cada quien andan en el propio. O son compañeros de trabajo en la misma fábrica, en la misma oficina. O coinciden en un bar, a ojos cerrados, que cuando se abren ya se están mirando. Y sucede también que el amor a primera vista sucede en un velorio. Todo está previsto en el libro eterno de los encuentros.

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Íbamos a un viaje de raid por todo el país. Un amigo del grupo dijo: "vamos a empezar en tren Río Bravo a Monterrey". Es que conocí en la playa el año pasado a una chica muy guapa, me dejó su dirección y le prometí ir a visitarla. Ya han pasado dos años, y me parece que ahora podría ser el momento. Y en efecto, abordamos los ocho el tren rumbo a la sultana del norte. Luego de ocho horas, divertidos mirando el paisaje y platicando de todo, llegamos a Monterrey. Luego nos dedicamos a buscar la dirección transbordamos autobús en tres ocasiones. Y finamente legamos a la casa de ella, una chica de 18 años, morena de cabello largo, guapa. Nos recibió su madre y ella. Nos dieron e comer y nos ofrecieron quedarnos allí esa tarde y la noche para salir al día siguiente. Ellos se juraron volverse a ver. Y según los últimos reportes no se vieron más, solo en sueños.

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Él estaba atento a todas las miradas en el ensayo del grupo. Eran puro sonrisas. La canción era una de Napoleón o de mocedades. Qué importa, si Cupido había hecho sus planes. Y flechaba errando en uno u otro lado. Hasta que al fin logra que dos miradas se encuentren. Dos que se supo. luego otras dos que se supo más tarde. El caso es que había una profundidad en los ojos negros o café oscuros. Ya la plática es lejana. Los recuerdos un poco más. El caso es que en los ensayos siguientes ya se encontraban y se sostenían la mirada, suspirando como los adolescentes que eran. Hasta que una vez ella le dijo que le caía bien. Y él también le dijo casi lo mismo, pero aprovechó que ya estaban en la plática para pedirle que fuera su novia. Ella le dijo que lo pensaría. Y un minuto después e dijo que sí, que estaba encantada.

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Ese amor eterno duró seis meses. Y el recuerdo mucho más. Él murió en un trágico accidente cayendo de un árbol. Ella le lloró por siempre. Y guardó su retrato por muchos años. Hasta que por encontrar un nuevo amor eterno, decidió quemar la fotografía y olvidar ese recuerdo ue le laceraba el alma. No podía olvidar esa mirada, y menos que en el velorio lo vio inerte, descansando en el ataúd. Y recordó las palabras que la amaría por siempre o hasta que la muerte los separara.

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Hay otras historias. Las de quienes no se atrevieron. Las de quienes se quedaron esperando una señal. esperando que el otro tomara la iniciativa. Son los amores que no llegaron a ser, pero tenían toda la potencialidad para ser historias de amor eternos. Pero no sucedió. Bastaba una palabra. Una sonrisa. Un atreverse. Bastaba un decir sí, a pesar del confort del no. Bastaba un decir sí, aunque luego hubiera arrepentimiento, en lugar de arrepentirse por decir no, o dejarlo en un tal vez, en un quizás. Son como los botones que no llegaron a ser flor. Que el viento los tumbó antes. O el fruto igual que a causa de la tormenta igual cayó antes al suelo y poco a poco se fue fundiendo con la tierra, de la que forma parte..

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Nacen, crecen y mueren. En ese trayecto se escriben historia de amor y desamor perfectas o casi. Cartas, cines a oscuras con caricias clandestinas, hacer el amor en un auto, entrada furtivas a hoteles, buscar el rincón más oscuro para darse un beso, escribir y recibir una carta de amor, un recado, un poema. Nacen niños deseados. Y se repiten las mismas historias. Sí, los amores son eternos, porque son las almas las que se enamoran, no los cuerpos.  



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