Con las olimpiadas me vuelven a dar ganas de hacer deporte

Al ver olimpiadas me vuelven a dar ganas de hacer deporte

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No sé a usted, pero a mí me motiva ver  las olimpiadas. Y me vuelven a dar ganas de practicar deporte alguno, No hago, pero me vuelven a dar ganas, y ya es algo. Lo peor es que ni ganas me dieran. Y entonces salgo a caminar, respiro fresco, me canso con una media hora de recorrer mi colonia, regreso a casa, me preparo café, me baño, y me pongo a escribir.

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Nuestra compatriota Dafne Navarro llegó a las finales en gimnasia de trampolín. Comenta que desde los siete años le encantaba hacer todo ese tipo de brincos, tanto en la cama como en esos aparatos que se rentan para los cumpleaños. Yo recuerdo cuando mis hijas estaban chicas y pernoctábamos en un hotel al paso por Poza Rica, la alegría de ellas era entrar a la habitación, subirse y saltar en las camas, como si fueran brincolín. 

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Yo creía que al ser gimnasia de "trampolín", las participantes subían al de las albercas, hacían piruetas en el aire, se sostenían como colibrí, giraban, y finalmente entraban al agua. Pero no, este trampolín es un aparato especial donde la lona elástica tiene resortes y hace que el atleta, al brincar,  suba varios metros, y en ese subir hace cabriolas y marometas pertinentes para ganar puntos en la competencia.

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Es algo inherente a los niños el querer brincar. Y es toda una diversión. Así que ya busqué esos brincolines o trampolines en la plataforma de Mercado libre y hay uno que dice "muy resistentes, hasta para aguantar brincando a una persona de 180 kilos". Esta es la mía, dije yo.

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Ah, pero recordemos que las dos medallas que tiene hasta hoy nuestro país en el medallero mundial, y que nos ubica en  lugar 60, una de ellas es en tiro al arco. Y lo logró la pareja formada por Alejandra Valencia y el "Abuelo" Luis Álvarez. Una maravilla verlos disparar con tranquilidad las flechas en cada uno de sus competencias. Y estar atentos en el trayecto para ver en qué lugar se encajan para ver si es un 10 o 9 en linea amarilla, o 9, 8, en la linea roja. Yo creía que la distancia entre el arquero y la "diana" (el círculo a donde llega la flecha), era de unos 15 o 20 metros, y no. La distancia es de ¡70 metros! Por eso es que es de mayor valor los logros que se alcanzan en ese deporte.

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Y destacable, cómo no, los logros de mexicanos que por razones personales compiten con otra bandera, como la medallista de plata, modalidad mixtos, en tiro con arco, como fue por Holanda, casada con un holandés, Gabriela Shloesser (apellido de su cónyuge). No cuenta para el medallero de México, pero siempre nos dará orgullo ver a mexicanos triunfar en el extranjero. Así como lo mismo el taekuondoín mexicano Óscar Salazar, que fue medalla de plata en Río 2016, y que fue contratado por Egipto como entrenador, y obtuvo con sus pupilos dos medallas de broce, y fue recibido como héroe en El Cairo, en un desfile popular a su llegada, con música de mariachi, globos y serpentinas.

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Y he leído todo lo que oficialmente se ha escrito sobre las norteamericanas de origen mexicano que representaron a México en la disciplina de softbol, y que obtuvieron un meritorio 4o lugar. Me quedo con las palabras que publicó una de ellas: " Asumo la responsabilidad de haber tirado algunas de mis prendas Li-Ning. Al mismo tiempo, se nos permitió solo una maleta por jugadora, así que guardé lo que cabía y muchos recuerdos sentimentales. Guardé para mí esos artículos debido a lo mucho que significan para mí como atleta mexicana compitiendo en Tokio..."

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"Mi abuela se mudó a los Estados Unidos y solo hablaba español cuando mi papá tenía dos años. Y aunque mi padre solo conoce la vida en los Estados Unidos, puede hablar tanto español como inglés. Yo solo era una niña que crecí en el condado de los Ángeles, rodeada de mexicoamericanos, que me expusieron a mi hermosa cultura, idioma y tradiciones..."

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Me gustan mucho las historias de vida de cada jugador y jugadora. Tanto de los que practican deportes populars en barrios, como los que practican deportes de élite en lujosos centros deportivos. Hay quienes salieron de barrios marginales, fabelas brasileñas, y con empeño han logrado cumplir sus sueños. Hay quienes son refugiados y compiten con ese estatus. Qué importa si no obtienen medallas, si ellos ya han triunfado en la vida. 

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Yo si quisiera jugar tennis, me comprara una raqueta y algunas pelotas, y acudiría al centro deportivo público. Allí está y muchas veces lo veo vacío. Me gustaría comprarme un arco y flechas, aunque sea de los muy económicos y practicar tiros. No porque piense en destacar, sino en hacer deporte, ganar en salud y divertirme. Tengo un balón de basquetbol y de vez en cuando lo llevo a la cancha y hago algunos tiritos. Y por las mañanas a veces salgo a caminar. 

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Esto de practicar basquetbol me ha servido mucho. Aparte de salud, cuando de 2015 a 2018 me invitaban a hacer un tiro de inauguración en eventos, de 5 encestaba 4. Los que miraban, no lo creían.

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Me gusta ver a los competidores echarle todas las ganas posibles. Siempre con juego limpio. Me gusta verlos de todos los países posibles, con sus diferencias de estatura, rasgos, colores y pesos. Y aunque ya lo sé, me da gusto ver que coinciden en la risa, en los abrazos cuando se despiden. Lo hacen yendo directamente a la esquina contraria, donde está el entrenador y ayudantes de su oponente. Y a veces intercambian palabras, y aunque me imagino que son de idiomas diferentes, siempre los movimientos de los músculos de su cara dan a entender el respeto y el reconocimiento.

Fotos tomadas en Internet 
*Me ayudas mucho si compartes este texto.  Lo agradezco de antemano.

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