La última carta, ya en la estación final
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Hay ejercicios de imaginación en ese rubro: si hoy fuera el último dia de tu vida, ¿que harías, qué dirías, qué escribirías, a quien llamarías, para despedirte? ¿Te harías igual la pregunta de para qué sirven los libros, para qué sirve la poesía y la filosofía?
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Lo cierto es que no sabemos cuál día será el último. Cuando salimos de la casa, no sabemos si vamos a regresar. Y ya no tanto por el Covid (que sí, hay que seguir cuidándonos), si no por cualquier accidente que nos puede suceder. Así que es mejor ir diciendo las cosas que queremos decir, escribir la carta a quienes la queremos mandar. Y dejar por escrito nuestra voluntad, sobre a quien dejaremos la máquina de palabras, la guitarra de las canciones facilitas, los cuadernos donde dimos vuelo a la hilacha de la imaginación.
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Pero no te pongais triste por el tema, amable lector. La idea es valorar más la vida que tenemos la salud, y disfrutar al máximo el tiempo que tenemos aún para sonreír, crear y hacer volar la imaginación.
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Hay quienes menosprecian estos ejercicios de imaginar lo por hacer en nuestro último día.Y lo hacen porque ven su final muy, pero muy lejos, sin saber, o haciendo caso omiso, que la muerte siempre va junto nosotros, y solo espera cualquier oportunidad para tomarnos de la mano, hacernos un guiño, y caminar junto a nosotros al valle de la oscuridad y luz.
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Pero no os preocupéis. Aún hay tiempo. Si hay un destino, entonces hay un instante, el último, solo que no sabemos cuándo. La incertidumbre de lo por venir es la gracia y belleza de la vida. Yo respiro a profundidad. Evoco a las personas que quiero. Y me dispongo a abrazar este día con el mayor de los afectos. Se requiere también poner de nuestra parte.
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Diles que quieres a quienes quieres, diles que amas a quienes amas. Y escribe esa carta que siempre quisiste escribir, con calma y delicadeza. Y sal a que te dé el aire y métela al buzón del tiempo pasado. Y evoca todos esos momentos en los que la sosegada paz y la carismática alegría fueron distintivos en la solapa, y te hicieron reír bastante y sentir tibio todo tu cuerpo cuando la cercanía y los roces.
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De eso se trata, de evocar para crear sensaciones de bienestar. Y de crear las condiciones para que la paz irradie en todo nuestro ser. Aclaro: no son consejos. Son una manera de decir, como en la película "La sociedad de los poetas muertos, el maestro les invita a los alumnos a vivir la vida, porque todos pasaremos, y llegará el momento de no ser. "¡Oh, Captain, my Captain!", que son versos de Walt Whitman. Tarde o temprano, más en el momento justo, llegaremos a la estación final.
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Y junto a ello pensar en la salud para mejor calidad de vida. Yo he dejado de tomar refresco dulce embotellado, y con dolor he dejado también de comer el pan de dulce y cualquier otro tipo semejante (me dicen que pruebe las galletas y pan de avena), y dos tortillas en lugar de seis, así como caminar 40 minutos a diario. En fin que todo sea por estar en condiciones de seguir riendo y escribiendo.
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Como si cada día fuera una página del libro de nuestra vida. Como si fuera una escena nueva de la película también de nuestra vida. Entonces qué queremos que quede: ¿llanto, odio, envidia, alegría, besos, abrazos, el amor, la amistad, una caricia? De eso se trata esta reflexión, pretexto para escribir. Yo iré a visitar a una familia que estimo mucho. Y ayer me puse a aprender a poner perillas de puerta. Y traté de aprender el requinto de Amarraditos, canción que canta María Dolres pradera, y que tiene una letra hermosa que estoy tratando también de aprenderme: "vamos amarraditos los dos, ternuras y terciopelo, tú con tu recurrir de almidón, yo serio y altanero. La gente nos mira con envidia a nuestro paso. Murmuran los vecinos, nuestros amigos y el alcalde..." Así sea.
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Pd. Ah, escribir la carta y mandarla, sí.
Fotos tomadas de internet.
*Me ayudas mucho si compartes este texto. Lo agradezco de antemano.
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