Acuérdate de Acapulco, María bonita
1
Es bueno recordar. Viene siendo como ejercicios contra el olvido. Como prevención contra el terrible Alzheimer. Debemos hacerlo a semejanza de caminar para bien de salud del cuerpo, y el pensar como ejercicios del pensamiento (o del cerebro). Recordar como ejercicio del ser, de lo que somos como seres humanos. Basten cinco minutos al día para meternos de lleno en los misterios del recuerdo, de los tantos hechos que habitan nuestra memoria, nos habitan y nos dan identidad.
2
Me acuerdo cuando tenía 12 años y había entrado a primero de secundaria. El maestro de música nos pidió una flauta dulce (barroca) para en el transcurso del año escolar aprender algunas melodías. No recuerdo qué marca sería la que me compró mi padre. Un ocasión mi padre me llevó a Guanajuato, a visitar a sus hermanas y hermanos en San Felipe, Torres Mochas, y entre el equipaje llevé iba mi flauta dulce. Yo muy contento me imaginaba estar tocando lo poquito que sabía, notas y Adiós Mariquita linda; y adiós mi chaparrita, no llores por tu Toño". Pero cuando bajamos en San Luis Potosí ya no la traía. Bien que se me haya caído, bien que me la hayan robado. Y a llorar desconsolado.
3
El Alzheimer es terrible. Poco a poco se va quedando la persona sin recuerdos. Se le van borrando de manera progresiva. Y lo peor es que a la fecha no hay cura. Y no, no tiene que ver que se nos olvide dónde dejamos las llaves. O el lugar donde dejamos el auto en los grandes estacionamientos de los hoteles o centros comerciales. No esos son descuidos simples. El problema es el deterioro cerebral que en la edad adulta nos va llevando a olvidar quienes somos y luego, ya en su gravedad, lo que somos.
4
Me acuerdo del primer beso que nos dimos una niña y yo. Andábamos como en los 12 años. Ella era vecina. Solo que no escribo su nombre, porque los caballeros no tenemos memoria, y no sea que se incomode o su pareja le busque pleito aún que sea algo que sucedió hace ya 49 años. Me supo ese primer beso a sabores contradictorios. Miel y estropajo, pero mezclados. Tardamos besándonos como tres minutos. Parecía que era electricidad de bajo voltaje que nos transmitíamos uno a otra y viceversa, como corriente alterna.
5
Me acuerdo cuando mi padre me llevaba por primera vez a la escuela primaria. Iba muy contento en el trayecto de cuadra y media, distancia que había desde mi casa. Al pasar por la iglesia San Antonio, mi padre se saludó con mi tío Nacho. Este personaje era un hombre barbudo que en los ritos y representaciones de Semana Santa, la hacía de uno de los apóstoles y recuerdo cuando el cura le lavaba los pies en el grupo de los doce. Entonces al saludarse, el tío Nacho le pregunta sarcástico: "A dónde vas, Juan?". La respuesta de mi padre fue entusiasta y categórica: "voy a la escuela, llevo a Toñito en su primer día de clases". Burlón Don Nacho remató: "y para qué lo lleve, si en esas escuelas de gobierno solo aprenden cosas del diablo". Mi padre no le respondió como debiera, y siguió su camino. Cabe aclarar que ambos eran analfabetas.
6
Dicen que son muy buenos para ejercicios de memoria, el resolver crucigramas. Yo recuerdo que lo hacía de niño. Luego dejé de hacerlo, y no lo hago más. Recuerdo que el poeta tabasqueño, oriundo de Cárdenas, Marco Antonio Acosta, se la pasaba resolviendo dichos crucigramas en todos los momentos de descanso que había en los Encuentros de Escritores tabasqueños de los años 80. Y aún poniendo atención a las movidas y muy interesantes conferencias, su cerebro, el de Marco Antonio, estaba buscando alguna respuesta a "Río de Babilonia que mide en su parte más ancha quince metros y en su parte más angosta ocho". O "actriz rubia que cruza en tres segundos una calle californiana en la película "Yo las prefiero pelirrojas". Y de pronto retomaba su pluma y escribía la respuesta. Y seguía escuchando la conferencia, satisfecho de irle avanzando en ese recordar con los retos del crucigrama.
7
Recuerdo mi primera novia formal de nombre PC, en la Escuela Normal. (lo mismo no escribo su nombre por prudencia y precaución). Vi primero su mirada en un ensayo musico-coral, luego su rostro todo, luego su suave y sexi delgadez de muchacha. Primero nos hicimos amigos y a la semana le pedí que fuéramos novios. Con un paréntesis de un mes, duramos dos años de novios. En ese lapso yo conocí a su familia y ella a la mía. La he visto poco desde entonces a la fecha. Y recuerdo a AG, una novia platónica que tuve en la Normal (ella lo supo muchos años después). Y no digo más, porque no hay nada más que contar. Platónico, porque solo yo lo sabía y ella nunca se enteró, a no ser que descubriera e interpretara mis miradas en clase.
8
No estoy seguro, pero me parece que quienes empiezan a padecer el terrible Alzheimer se dan cuenta y al principio lo disimulan. Reciben a las personas sin saber quiénes son, pero simulando que sí. "Mi hermano, pásale, que bueno que viniste". "O qué bueno que nos encontramos". Dicen que a veces están sentados en la sala junto con su esposa, y no saben dónde están, ni quién es esa señora guapa que está junto a ellos leyendo un libro o viendo la televisión. Dicen, yo no lo sé de cierto. O el caso de la actriz Leonorilda Ochoa, que cuando empezó con ese terrible mal, dice su hija, que salía a la obra de teatro, y donde se le olvidaba el guión, improvisaba. Y claro que sus compañeros se daban cuenta, no así el público. Hasta que se agravó en ese mal.
9
Hay quienes tienen una memoria prodigiosa. Recuerdan más de quinientos números telefónicos de sus contactos. Yo muy apenas recuerdo el mío, y a veces dudo. Pero no me sé el de mis hijas. Y menos el de amigas o amigos. Tengo un gran amigo en Monterrey. Óscar. Que recuerda exactamente los libros que me regaló en 1981. "Claro que me acuerdo: Trostky, el profeta armado y el profeta desarmado, de Isaac Deutcher. La mejor biografía que se ha escrito sobre él", me dijo hace semanas que lo visité. Y luego me contó varios hechos consignados en esos libros, y lo hizo como una breve conferencia sobre la revolución rusa, como por diez minutos.
10
En mayo que estuve en Matamoros por seis semanas, los pasé esencialmente en la casa de mis padres. Y con mi hermano hicimos ejercicios de memoria de qué plantas había en la casa cuando éramos niños. Y recordamos la bugambilia, el laurel de la India, el canelón, el muicle que servía de cerca, el oloroso jazmín que lo tenemos en nuestro banco de gratos aromas del pasado, la higuera que nos daba veinte o treinta frutos cada temporada; las moras, no de moral, sino los frutitos granulados color violeta; y por supuesto el mezquite, que aún permanece al fondo del patio infantil.
11
Y Lety Ramírez me cuenta que recientemente platicaba con su hermano, y este le mencionó, entre sus amigos de la infancia, a Chencho, mi hermano, que no se han visto desde hace 55 años aproximadamente. Y evocó la imagen y activó varios recuerdos, precisamente que iban a mi casa, él junto con sus hermanas, entre ellas Letty, y se subían al árbol de mezquite para bajar algunas de sus vainas ya maduras. En llamada telefónica se lo comenté a mi hermano, y al activar en la plática esos recuerdos se emocionó igualmente. "Sí recuerdo a Francisco, mi amigo de infancia. No lo he visto. Vivían en el callejón siete. Su abuela tenía una tienda La Rosita (eran de Nueva Rosita, Coahuila), y tenían unas mesas para que tomáramos las sodas (refrescos), y tenían una rocola, donde escuchábamos Fue en un café, Teresa, Cenizas, El último beso, canciones de Los Yaki, y otras; y su mamá cuando me la encontraba en Soriana me reconocía y me saludaba", y siguió mi hermano emocionado recordando de sus años de infancia.
12
Escribir es una forma de ejercitar mi memoria. Y bueno quizá en otro texto escribiré sobre los sueños del pasado remoto, antes de que yo naciera que a veces se me aparecen en sueños, y platicaré de las personas que recuerdan otras vidas (aunque usted no lo crea). Y agrego el nombre del título de la novela de Elena Garro: "Recuerdos del porvenir". No la he leído, pero su nombre es sugerente e interesante. ¿Tendremos la capacidad de recordar otras vidas, en caso de que nuestra alma las haya vivido? ¿Y qué son los recuerdos del porvenir?
Fotos tomadas de internet.
*Me ayudas mucho si compartes este texto. Lo agradezco de antemano.
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