Deporte, pasión y vida: ¿eres de los buenos o.malos?

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Hay mucho simbolismo como mensaje en cada deporte. Y más ahora que los estamos viendo en su nivel máximo con la difusión televisiva de los Juegos Olímpicos. Porque todos nos merecemos las medallas en la vida. Por lo que superamos, incluyendo los fracasos que hemos tenido para luego insistiendo llegar al podium del triunfo, sea a la mitad o final de la vida. 

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Insiste en alcanzar tus sueños. Que si la vida tiene un sentido, sea ese: construir un sueño o varios y luego paso a paso, con disciplina y arrojo, con esfuerzo y entusiasmo, dar los pasos necesarios para sentirte realizado en cada logro alcanzado. En el caso de la vida la competencia no es contra nadie lo específico, sino contra o más bien a favor de uno mismo.

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He estado viendo algunos deportes. Son tantos programados, que uno tiene que seleccionar los que por una razón u otra queremos ver. Yo he visto gimnasia, judo, taekuondo, box y tiro de arco con flecha. Es una belleza ver las competencias, a excepción de la gimnasia, de uno contra uno, por lo general de lugares tan distantes. Y al final del combate uno resulta ganador y en consecuencia el otro derrotado. La organización misma tiene otra linea de competiciones para que quienes pierden, algunos de ellos muy brillantes, puedan obtener una medalla de bronce (de este metal se reparten dos). 

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De algunos de ellos voy aprendiendo cuál es la manera de obtener los puntos. En el caso del taekuondo, es fácil saber que los golpes de pie al pecho y cabeza son los que los asignan. Lo que no sabía es que si esos golpes se logran con giro previo, entonces valen más. Y en el judo se obtienen con dominio del oponente en el suelo, sea por "ahorcamiento" o por palanca, derribo con toque al hombro. Así en la vida, ¿de qué manera obtenemos los puntos que nos permiten alcanzar un logro en las batallas diarias? Imaginando que el oponente es la inercia, la flojera, la desidia, y aplicarles golpes precisos o dominarlos al igual que en el judo con ahorcamiento o palanca.

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Ya mañana empiezan los desafíos del atletismo que muchos estamos esperando. En pista y campo, principalmente, pero también en la calle, como el maratón, se disputarán las medallas los competidores de diversas partes del mundo. Sean las pruebas de velocidad, las de medio fondo y fondo, en el caso de las carreras, o saltar más alto, o lanzar objetos más lejos. En el caso del lanzamiento de jabalina, disco, martillo o bala, tiene su paralelismo con la cacería antigua en el que para atrapar o dominar a un animal había que lanzarle lanzas o piedras.

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Más directo lo de la cacería se observa con los competidores de arco. Lanzan una flecha con arcos modernos, para hacer llegar su flecha a un animal representado por un blanco circular, dividido en círculos internos para diferenciar la puntería y asignar puntos. Interviene el viente para afectar la precisión. Y también la práctica por años de los arqueros, quienes con temple y tranquilidad hacen llegar su flecha, cual cupidos a un corazón. Y si le fallan al 10,  pequeña área central, tienen otras oportunidades, como en el mar del amor. Lo de mar por acuoso, salado, desafiante, profundo, con olas insistentes.

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EL box me ha gustado desde niño. En los Juegos Olímpicos son de tres intensos rounds de tres minutos cada uno por uno de descanso. Antes los boxeadores utilizaban una almohadilla en la cabeza para su protección. Desde los juegos pasados ya no. Yo me imagino que es para darle mayor espectacularidad a los combates, y por lo tanto para el morbo del respetable público. Ellos, los del Comité Olímpico lo justificaron en su momento que era porque era más probable que se lastimaran más con dicha almohadilla. Increíble, claro.

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Reconociendo el gran esfuerzo que realizan los competidores, a los nuestros a la fecha no les ha ido bien en los deportes de los que hablo hoy. Fueron eliminados en el primer combate. No importa, si los relaciono a como digo con las batallas en la vida por alcanzar nuestras metas. He visto batallas memorables, donde al derrotado se le reconoce el ímpetu y entrega. Eso es lo menos que pueden hacer. La derrota y el triunfo son dos rostros de la misma moneda. Y ambos son impostores y no definitivos por cierto.

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Por nuestra salud hagamos deporte. Aunque sea la aparentemente sencilla caminata. Una media hora diaria e irle aumentando minutos, para luego correr lento. Para luego estar en condiciones de llegar a una meta de cinco y luego diez kilómetros. Hay un cuento edificante que me permito contarlo.

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Una persona usa camiseta de competencia, hasta con número pintado. Y la palabra Runner (corredor). El otro, envidioso le pregunta: ¿"A poco tú corres?". Y a la respuesta positiva, le lanza como dardo la segunda pregunta: "¿Y eres de los buenos o de los malos?". "De los buenos", fue la respuesta. Y la tercera pregunta es como un cuchillo filoso: "¿Y en qué lugar llegas?" Y la respuesta: "soy de los buenos, no importa en qué lugar llegue. Los malos no participan en carreras".

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Dedico este texto a mi compañero de trabajo Agustín González, un hombre mayor como yo comprenderé, que es un ejemplo para todos nosotros. Él participa en carreras de fondo. Y no lo anda presumiendo.