Me encanta dormir y despertar

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Me encanta dormir y despertar. Ambas, complementarias, son mi esencia. Ni me falta dormir un poco más, ni despertar me incomoda. Me incorporo y pienso en lo del día por hacer. Tres horas de inicio por escribir. Y ni digo que es parte importante de mi hacer.

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Dormir ya lo he dicho otras veces, no recuerdo de quién lo leí: es como un ensayo de la muerte. Y si nos tomaran fotografía nos miraríamos inertes, con el ritmo del corazón muy bajo, casi imperceptible. Para llegado el momento nadie se sorprenda de quedarse allí, con la muerte de angelito. Al dormir se recuperan fuerzas necesarias para acometer el día (o la noche, si se es velador de oficio). Y es la posición de vertical solitario que me gusta.

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Dormir es la oportunidad de soñar. Y allí sucede otra realidad, como una realidad ficticia, pero realidad al fin. Se vive, se goza, se sufre. Unos sueños son pasajeros. Otros son recurrentes. Se sueña ser rey. Ser corredor de campo y pista. Se sueña encontrarnos una billetera repleta de euros, libras, francos, dólares canadienses o yenes chinos. Se sueña ser viajero, y de un lugar a otro deambulamos a pie en ciudades deja vu, o sentimos el viento en veleros por el mediterráneo. O caminamos por calles de Roma o París. O en una góndola recordamos las tardes en Venecia, cantando La bohemia de Charles Aznavour.

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Soñar es un mundo aparte. Soñamos con besar, abrazar, hacer el amor y que este nos haga. Soñar es encumbrar el cometa del deseo y despertar satisfechos, a veces húmedos, a veces con sed, a veces dispuestos a desplegar las alas y seguir soñando despiertos.

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Despertar es la otra cara de la vida. Es levantase en el punto exacto para seguir sonriendo y pensando. Hilvanamos el sueño dormido con los sueños despiertos. Y sacamos conclusiones que nos hacen sentir que la vida vale la pena. Que llueva, solo esté nublado o salga el sol, es lo de menos. Cada día con sus afanes y cada momento con su clima, y a disfrutar cada instante.

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Cuando estaba de trabajador activo, despertar era lo mismo que hoy. Aún con lo exigente de los horarios. El reto de llegar puntual. Y seguro que algunos detalles del día serían excelentes para la buena salud emocional. El saludo de los alumnos (as). El empeño en actividades de su aprendizaje. La sorpresa de buenas exposiciones. Las pláticas sobre su familia. Las melodías que aprendían en flauta con totorales de YouTube. O sobre los hoyos negros y los espacios gusano, que eran temas que yo no conocía. O la entrega en los experimentos. O las composiciones de textos.

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Pero sobretodo como trabajador activo el agradecimiento al despertar, por tener salud y trabajo, y casa, amigos y amigas, libros, guitarra, familia, café en las mañanas, pluma para escribir, cámara para tomar fotografías. Y ahora de jubilado la sensación es la misma, solo que sin andar algo agobiado por los documentos exagerados que le piden al maestro de grupo. En fin, que algo importante es hacer lo que está de nuestra parte y responsabilidad hacer. Y no preocuparse por lo que depende de otros.

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Dormir y despertar. Dos caras de la misma moneda. Ambas importantes. dos realidades distintas, una tangible en lo que se sabe, otra intangible, aunque no menos real. La vida de los sueños es tan apasionante, sobretodo porque hasta permite convivir con personas amadas que ya no están en el plano físico. En la vida de los sueños se puede volar y amar sin medida. Y hasta se juega futbol pateando a quienes están cerca de nosotros.

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Ya he citado en otras ocasiones y por otros motivos La vida es sueño, de Pedro Calderón De la Barca. Aquí otro fragmento del monólogo de Segismundo: "...y la experiencia me enseña/ que el hombre que vive, sueña/ lo que es, hasta despertar./ Sueña el rey que es rey, y vive/ con este engaño mandando,/ disponiendo y gobernando;/ y este aplauso, que recibe/ prestado, en el viento escribe,/ y en cenizas le convierte/ la muerte, ¡desdicha fuerte!/ ¿Que hay quien intente reinar,/ viendo que ha de despertar/ en el sueño de la muerte!...

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Sueña el rico en su riqueza,/ que más cuidados le ofrece;/ sueña el pobre que padece/ su miseria y su pobreza;/ sueña el que a medrar empieza,/ sueña el que afana y pretende, / sueña el que agravia y ofende,/ y en el mundo, en conclusión,/ todos sueñan lo que son/,aunque ninguno lo entiende..."

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